Desde niño cuando pasábamos por puentes en diferentes carreteras del país, nos llamaba la atención que estos indicaban en la mayoría de casos que habían sido construidos en la década de 1930. 
De igual forma, pudimos ver que el país tuvo trenes que nos comunicaban con los dos océanos, que nos contaron que tuvo tranvía, entre otros.  Por su parte, podemos ver ahora que nuestro país ha llegado al extremo de no poder darles  mantenimiento ni siquiera a puentes que fueron construidos a pico y pala, jalando materiales nuestros abuelos y bisabuelos en carreta con bueyes.  ¿Qué nos ha pasado, por qué hemos perdido esa visión y capacidad de trabajo?
Seguidamente, de forma resumida se indican algunas de las razones que a nuestro criterio son parte de las causas de que el país no pueda construir la infraestructura que requiere:
 
Pese a que el país ha tenido un importante crecimiento económico, la carga tributaria es insuficiente para poder contar con los recursos necesarios destinados a la construcción de la infraestructura que se requiere para el bienestar de la población y para competir de verdad en el mercado internacional.
La idea del Estado mínimo llevó a que se considerara inconveniente que este hiciera obras de infraestructura. 
Con ello se desmanteló la capacidad de ministerios y algunas instituciones esperando que la empresa privada la proveyera. 
No obstante, para que la provisión privada tenga mayores posibilidades de contribuir a la construcción de la infraestructura, se requiere un Estado con capacidad para planificar, definir con claridad términos de referencia, evaluar apropiadamente, dar seguimiento y actuar oportunamente. 
Si esa capacidad es débil, es posible que el interés general sea desplazado por el oportunismo, incapacidad o la avaricia.
Adicional a lo anterior se requiere un marco institucional y legal que defina con claridad mecanismos de transparencia, la rendición de cuentas, la responsabilidad y la penalización por el no cumplimiento de las competencias que de forma clara cada ente y funcionario deben tener. 
Ante la falta de estos dos aspectos, es muy posible que los cazadores de rentas encuentren un ambiente propicio para obtener ganancias extraordinarias a costa del interés de la sociedad.
La eficiencia, sacrificio y honestidad, que permitieron que Costa Rica pudiera pasar de ser la más pobre e insignificante de la Capitanía General al país más próspero, han quedado atrás.  Valores fundamentales de nuestros antepasados es preciso internalizarlos en todas las actuaciones de la vida social.
Ante la lamentable situación en que se encuentra el país, ya por varias décadas, en materia de infraestructura, ¿qué se debe hacer?
Mejorar la capacidad técnica profesional del MOPT; sólo el que sabe hacer sabe pedir y evaluar.
Mejorar la normativa y los procedimientos para tener mayor transparencia, estableciendo mecanismos de participación y responsabilidad ciudadana en diferentes niveles.
Los entes públicos deben tener capacidad de ejecutar obras de infraestructura; los tiempos de contratación por la normativa legal y la dependencia exclusiva con el sector privado han mostrado no ser lo mejor para el país.
Efectuar los ajustes necesarios para que en el marco de mayor capacidad institucional y transparencia se puedan usar diversos instrumentos de financiamiento como: fidecomisos, concesión y construcción directa por parte del Estado.
Asumir la responsabilidad de planificar a largo plazo; si sabemos para dónde queremos ir, más posibilidades tendremos de llegar a nuestra meta.
Es preciso mirar el pasado en donde grandes costarricenses con recursos mucho menores que los que tiene el país hoy, construyeron grandes cosas; por inspiración, por conveniencia o por vergüenza debemos asumir los retos que la dotación de infraestructura tiene con Costa Rica.