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Ciertamente, tal y como afirmó en la Expo Telecom Costa Rica 2010 el Dr. Raúl Katz, profesor de la Columbia Business School, el “Rezago en celulares se superaría en dos años; Costa Rica podría ver índices de penetración de telefonía celular similares a los países vecinos, dos años después de una apertura efectiva”.
Si bien es cierto tendremos un mercado conformado por más usuarios, también será necesario suscribir 2 o 3 servicios para evitarse las tarifas de interconexión y pagar 2 o 3 veces más por la tarifa básica de un servicio móvil pospago.
Nuestro mercado emigrará de un 100% de pospago a un 90% con prepago. Un mercado en el que unos 100 operadores privados brindarán servicios de redes privadas e Internet, 2 o 3 privados ofrecerán servicios móviles -transnacionales extranjeras que exportarán sus utilidades-, y uno estatal que dará todos los servicios, mercado en el que el ICE perderá posición relativa.
Para la empresa privada, la apertura del mercado significa una oportunidad de negocios y muy rentable; para el ICE, perder un estimado del 66% del mercado –sobre todo el más rentable- y por ende, gran parte de los excedentes que garantizan servicio universal. No significa eso necesariamente que los ingresos del ICE se verán reducidos al 34%, pues la apertura estimulará la oferta y la variedad de servicios, y subirá las tarifas básicas, lo cual producirá un mayor gasto en el sector y como resultado de eso el ICE, con una menor porción del mercado, muy posiblemente no vea disminuido el nivel de ingresos en la misma proporción.
En países como los europeos, en donde el poder adquisitivo del ingreso per cápita era tal que no se tenían tarifas subsidiadas al momento de la apertura, no fue necesario ningún rebalanceo; pero, en donde sí se tienen tarifas subsidiadas es imprescindible corregir tales “distorsiones del mercado” antes de entrar en un régimen de competencia, pues los privados -con razón-, no aceptarán tarifas que no consideren los costos y una utilidad sobre sus inversiones.
Aunque el rebalanceo que se llegue a dar en la “telefonía básica tradicional” pudiera ser menor al esperado -dado que ese servicio le fue reservado al ICE-, en los servicios inalámbricos sí será considerable, pues así lo exigirán los privados para no enfrentar competencia desleal de parte del ICE. Tal reclamo ya lo han hecho durante el proceso licitatorio, exigiendo un esquema tarifario claro y razonable, para poder armar un plan de negocios antes de preparar sus ofertas, sin que a la fecha la SUTEL hubiere atendido tales peticiones. En Suramérica el 80% y en Centroamérica el 90% de los servicios son de prepago. Revela que los latinoamericanos no tienen el poder adquisitivo para suscribir un servicio pospago, poder que sí tienen los norteamericanos por ejemplo, pues solo el 6% lo utiliza. Y aunque su nivel de precios puede llegar a ser 4 veces superior al de Costa Rica, su PIB per cápita también es 6 veces mayor.
Así pues, ciertamente nuestro país se enrumba aceleradamente por el camino de la latinoamericanización. El mismo ICE, conociendo que el prepago será el principal servicio de sus competidores, centra en él -desde hace un año- su estrategia de ventas, y para diciembre del 2010 habrá vendido más de un millón. Finalmente, al subir los precios, el consumo se contraerá y en vez de consumir cada usuario los 290 minutos por mes que hoy consume en promedio, llegaremos también, como en Latinoamérica, a consumos 3 veces menores.
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