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En un artículo muy interesante, publicado en La Prensa Libre (16/10/2010), el señor Mauricio Castro Salazar, Director de Fundecooperación para el Desarrollo Sostenible, destaca que la organización que él preside jugó un papel importante en el proceso que culminó con la declaratoria de Juan Rafael Mora como “Libertador y Héroe Nacional”.
Fundecooperación, según lo afirmado por Castro, está financiada con fondos del Reino de los Países Bajos y forma parte de un Programa de Cooperación Sur-Sur en el que participan también Buthán y Benin. Inspirado en las experiencias de estos países, dicha organización descubrió “que hablar de desarrollo sostenible dejando de lado lo cultural y lo histórico no tiene sentido”.
En este marco, Fundecooperación empezó a colaborar con un grupo que “dijo que valía la pena rescatar algunas épocas valiosas de nuestra historia patria y sobre todo a algunos personajes que la historia [no les había] reconocido su valía como debía ser. El grupo escogió la campaña de 1856-1857 y la importancia de rescatar los héroes”.
Durante este proceso, Fundecooperación se encontró con “otra gente [que] también estaba tratando de rescatar la figura misma de don Juanito. Tuvimos que parar y esperar que pasara la locura del TLC, ya que no se quería ‘manchar’ la figura de don Juanito ni de ningún otro héroe. Unos [sic] de los bandos del TLC trató de usar la figura de Mora, por dicha la figura es tan grande que no se manchó… pasado el referéndum se siguió trabajando hasta lograrse el acuerdo del 17 de setiembre recién pasado que declara a Juan Rafael Mora Libertador y Héroe Nacional”.
Sin duda, lo más interesante, de lo expuesto por Castro, es que sugiere que el proceso que culminó en la declaratoria de Mora como héroe nacional estuvo mediado por una organización financiada con recursos externos. Si parte de esos recursos se emplearon para financiar, en todo o en parte, el proceso indicado, y en qué actividades específicas se utilizaron, son temas que sería oportuno que el señor Castro aclarara a la opinión pública.
Igualmente, aunque es obvio que no puede haber desarrollo sostenible sin incorporar la cultura ni la historia, habría que preguntarse qué concepciones de la cultura y de la historia son las que promueve Fundecooperación.
En este sentido, cabe resaltar que, en su actual página en Internet (http://www.fundecooperacion.org/esp/inicio.html), Fundecooperación ofrece a los lectores el audiovisual “El héroe olvidado. Juan Rafael Mora Porras”, en el que se ofrece una versión episódica y tradicional del derrocamiento y del fusilamiento de Mora, que deja completamente de lado el proceso de polarización política que culminó con su muerte.
Igualmente, no hay en ese audiovisual espacio para presentar perspectivas críticas sobre la gestión presidencial de Mora. La unilateralidad del enfoque se impone a la diversidad de las interpretaciones existentes.
Tampoco se puede dejar de observar que la siempre compleja relación entre pasado y presente es reducida por Castro a si los conflictos y debates del presente (en sus propias palabras, “la locura del TLC”) pueden “manchar” a las “grandes figuras” del pasado.
Por último, llama particularmente la atención que Fundecooperación, pese a su preocupación por lo histórico, no se haya interesado en acercarse –hasta donde conozco– a las principales entidades relacionadas con la investigación y la enseñanza de la historia en el país, en particular al Centro de Investigaciones Históricas de América Central (CIHAC) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Este desinterés resulta difícil de entender, sobre todo si se considera que en la Junta Administrativa de Fundecooperación figura el Vicerrector de Investigación de la UCR, Henning Jensen.
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