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Brasil, llegaste

Aló Brasil, mostraste  la cara, estoy que no quepo de felicidad. Fueron momentos, días y meses de ansiedad  pero al fin  ese pueblo_ mi pueblo_ fue   a las urnas y mantuvo la lealtad   al hombre que  sacó a Brasil de la mediocridad.

Aló Brasil, mostraste  la cara, estoy que no quepo de felicidad. Fueron momentos, días y meses de ansiedad  pero al fin  ese pueblo_ mi pueblo_ fue   a las urnas y mantuvo la lealtad   al hombre que  sacó a Brasil de la mediocridad.
Me recuerdo claramente cuando viví por quince años en Brasil, un país de inflación  galopante, de gobernantes indicados (biónicos), donde cada aumento de salario era sinónimo de despidos masivos,  el  dólar     siempre en alta, donde solamente se hablaba del café, fútbol  y carnaval. Muy tímidamente se hablaba de la industria y sí con gran destaque de la dependencia casi total de los hidrocarburos de Iraq. La Petrobrás era una gran  empresa,  pero ahí   dentro. La industria automovilística continuaba bajo la sombra del expresidente  Juscelino  Kubitschek  y,  el volley ball  era sparring de Cuba,  que sí  brincaba 1.50 metros.  Todo era como un proyecto,  hasta la democracia. El país era aquello que   Degaulle  ironizó. C´nest pas un pays sérieuxs.
Las caras amargadas de las personas  en el autobús. Era la cara de Brasil, un Brasil inflacionario, violento, empobrecido, explorado,  sin  protagonismo en el  escenario mundial.  Participábamos  de cuanta  manifestación había, pidiendo Elecciones Directas ya. Allá estábamos en el  Aeropuerto Internacional de Galeón  recibiendo a los exiliados, discutiendo, peleando. Yo  no debía, pues como Estudiante- Convenio  tenía impedimento de participar en cuestiones  políticas de Brasil.  Pero era para mí un desafío.  Aquel  Brasil era contagioso, y quedarse encima del  muro, esperando las aguas bajar,  era una deshonra con mis amigos,  que escuchaban  Chico Buarque, Ferreira Gullar y Geraldo Vandré.
Para esa época, yo ya contaba  con varios años en Brasil y, no podía quedarme en  casa como avestruz.  Fue gracioso  en el bus para el  aeropuerto… pues íbamos en silencio una mujer y yo, una al  lado del otro,  mas… en un momento nos confesamos,  íbamos al mismo lugar y por el mismo motivo: Recibir a  los exiliados. Comenzaba  la apertura y las elecciones libres y directas,  qué belleza!  Yo me fasciné con Leonel  Brizola y Darcy Ribeiro (¡que genio!), conocí y hablé con Luis Carlos Prestes, Francisco Juliao y Gregorio Bezerra que me hizo llorar mucho con su  biografía.
Después vinieron muchos y las huelgas  de trabajadores  continuaban;  era el país que más huelgas tenía,   la facultad era un problema, todo el tiempo   en huelga.
Y nosotros, ahora  militantes anónimos, íbamos  a concentraciones. Los helicópteros de la policía nos bañaban  en polvo. Era emocionante, la censura omnipresente, había días que los periódicos salían con tres, cuatro y más páginas en blanco. Fue  conmovedor ver y oír  aquel  metalúrgico de voz grave,   levantar la voz como nadie lo había hecho antes. Aquello fue contagioso,  hasta los suecos se dice,  que en solidaridad con sus colegas metalúrgicos de Brasil se declararon  en huelga.  ¿Cómo nos podíamos quedar inmunes? Y allá estábamos llorando juntos con aquel  metalúrgico que hablaba con el  corazón y parecía que amaba a Brasil.
Llenamos  la avenida Presidente Vargas en varias ocasiones y,  todo concluyó donde ya todos saben  Brizola  gobernador, la hija de Olga Benario y Prestes  diputada.  Lula ah sí… ese era el nombre del metalúrgico que reventó   como diputado federal y no endosó un aumento de salario pues como él  mismo dijo: No comencé ni a trabajar,  ¿cómo es que ya salió un aumento? Y  él  sabía que el aumento de salario era cosa rara cuando  manejaba el torno.
El  tiempo pasó y volví a Costa Rica. Tal vez huyendo de la inflación y de la violencia urbana.
¿Y Brasil?  Continuaba el mismo,   cambió de moneda  un montón de veces,     parecía un chiste en los  tabloides del mundo. Solo no quedó en el  anonimato  porque  Zico, Romario, Ronaldo y el  amado  Ayrton  Senna    lo sostenían  en el mapa.
Gobernantes  y presidentes democráticos mantuvieron el  mismo estilo de las democracias corruptas, desvíos de dinero, Emrom etc. etc. y  alineamiento  con las potencias.
De repente,  se comienza  a    oír  un país que entra en el team de los   grandes, pero  no aquel que estaba en el grupo de los veinte, no.  Ahora se habla del  BRIC. Es el Brasil y  su  flamante presidente Lula, con su flamante Canciller  Amorim. Es la Suramérica que siempre soñé,  donde los grandes ya son de aquí,  latinos.  No son de Europa o de Norteamérica. Es el MERCOSUR que dice: esa crisis no fue hecha ni por indios ni por negros.  Fue hecha por blancos de ojos azules.  No es  xenofobia,  mas es  que estamos empachados de oír, que todo lo malo  viene  de los subdesarrollados.
Mi miedo era que todo esto acabara el   5 de diciembre, ¡ahora que el  Brasil es gente!  Ahora que el  Brasil hizo a Degaulle tragarse  las palabras!  No se podía tocar un equipo que está ganando.
Yo viajé de Rochester para Ohio en un avión de la empresa  brasileña de Aeronáutica  y me sentí muy orgulloso.   Comencé a ver ese “mi país”   surgir con fuerza  merecida, para ser la potencia que es  hoy  y sé  que muchos participaron. Pero nadie estaba en el poder cuando Brasil dio ese salto sino  Lula.
Yo  no podía hacer otra cosa que  convencer a mi esposa y a mis hijas  a votar por el partido del  presidente Lula  y  en los dos turnos por la  presidenta Rousseff.   Al final para alguien que trabajó  en la construcción  de los Cieps con el arquitecto Niemeyer, no   podía hacer otra cosa,  que apoyar la misma candidata del legendario Arquitecto.  Quien una  vez  allá por los idos de los 80,  al ser consultado por periodistas de  ¿cuál es el mejor país para vivir? respondió:   Cualquiera  del  Este europeo, por ejemplo   Bulgaria. Coincidencia o no, ese es el origen de la nueva presidenta Rousseff.
Hoy me siento más orgulloso de este Brasil, que me acogió  por quince años y me enseñó las artes, la cultura, los valores humanos y el amor por lo que es  correcto;  además  de la academia de que ejerzo aquí.
En mi casa la Tv Globo Internacional está 24 horas al aire.  Así  me instruyo e informo de los avances tecnológicos, de los hospitales flotantes del  Amazonas, de los modernos sistemas de obtención de electricidad  de las lamas del río Guaiba y del bellísimo  viaducto colgante curvo de Sao Paulo.
Va  en frente Brasil, estás en mi sangre y en mi corazón.

  • Paul Agustín Soto Lizano (Ingeniero Civil, Universidade Federal do Rio de Janeiro)
  • Opinión
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