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Este artículo plantea a la sociedad que a pesar de lo complicado que se perciba la actual relación entre el hombre y la naturaleza, existen alternativas, como la permacultura, que viabilizan un futuro sustentable.
Varias conferencias y organismos de carácter mundial, vienen señalando que los recursos naturales son finitos y que el consumismo desmedido y acciones agresivas hacia la naturaleza están forzando sus límites, lo cual agrega a la difícil situación social, económica y política que vive la humanidad, la cada vez más contundente crisis ambiental y sus efectos sobre el bienestar de las personas.
Esta situación mundial tiene sus expresiones claras en nuestro país. Por un lado, la población ha mejorado su nivel de vida y acceso a servicios públicos esenciales, con un frágil crecimiento económico; pero, buena parte de la factura de este “desarrollo” lo han pagado nuestros recursos naturales.
A los problemas derivados del incremento de las desigualdades sociales, que promueven delincuencia e injusticias, y un sistema político incapaz de resolver los retos más apremiantes de la sociedad costarricense, se suma un complejo marco jurídico y débil gestión estatal en temas ambientales, como lo demuestra el Informe del Estado de la Nación.
El país carece de respuesta frente a hábitos de consumo insostenibles de hidrocarburos, un escasísimo ordenamiento territorial que deja grandes vacíos en la protección ambiental, desinformación en el uso del recurso hídrico y creciente contaminación en suelos, ríos y aire. Es claro que el país prioriza la actividad económica, a pesar del deterioro ambiental creciente; pero,¿por cuánto tiempo esto podrá seguir así? La naturaleza empieza a pasarnos la factura, con secuelas dolorosas.
Esta realidad mundial y nacional contempla un conjunto de problemas que nos pueden parecer muy grandes y nuestras fuerzas muy pequeñas para modificarlos. Pero no es así, pues esos resultados son producto de la acción colectiva como sociedad, como gobierno, como empresas y como personas. Necesitamos que nuestras actitudes y acciones cambien para modificar los resultados.
La permacultura, o cultura permanente, es una concepción alternativa a un sistema productivo y de vida insostenible, que fue iniciada en los años 70 en Australia, por Bill Mollison, y hoy sigue desarrollándose con fuerza, poniendo en manos de la gente herramientas para construir un futuro sostenible. La permacultura busca la sustentabilidad de los sistemas productivos, la vida en armonía con la naturaleza y la preocupación por las personas y sus necesidades. No se limita a la producción en armonía con la naturaleza; busca la sostenibilidad en todos los aspectos de vida.
La permacultura es un sistema de diseño del ambiente humano (urbano, rural, a escala micro y macro), que utiliza una tecnología de diseño basado en la forma que la naturaleza hace las cosas, para lo cual la observación de los ecosistemas es esencial. Por lo que nos enseña a conservar y regenerar el suelo fértil, a producir nuestra propia comida, a almacenar y aprovechar las energías de la naturaleza, a aumentar la productividad en sistemas naturales, alentar nuevas formas de relación social y económica, entre los grupos sociales basados en la solidaridad y la equidad.
Una acción colectiva e individual a partir de esta concepción integral, que reconoce el papel del ser humano como parte de la naturaleza y cuya labor procure el trabajo con las fuerzas naturales y no contra ellas, es una contribución sustancial para empezar a cambiar nuestras actitudes y acciones, para volverlas más sostenibles y respetuosas de todas las formas de vida sobre el planeta, y en última instancia redefinir nuestra relación con la madre Tierra y entre los seres humanos, para preservar la continuidad de la vida y el bienestar para todos.
Si quiere saber más acerca de la permacultura, se está organizando un curso con expositores internacionales en Costa Rica para febrero 2011. Mayor información: [email protected] o (506) 8398 2364.
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