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Revisando la Colección de Leyes y Decretos de Costa Rica, me encontré con un documento que me parece muy oportuno para hacer un poco de historia sobre el tema recurrente del Río San Juan. El documento consultado aparece en el primer semestre de 1940 de la mencionada colección, páginas 261 a 270.
Durante los gobiernos del Dr. Calderón Guardia y del Dictador General Anastasio Somoza García, se propuso nuevamente la canalización del río San Juan para embarcaciones de mediano calado. La diferencia con lo que actualmente ocurre, es que en esa época dicho proyecto se planteó en términos diplomáticamente amigables. Ambos gobiernos discutieron de manera razonada dicha canalización. Se formaron comisiones diplomáticas bilaterales para llegar a un acuerdo. Por Nicaragua abogó el Dr. Manuel Cordero Reyes y por Costa Rica nos representó el Lic. Tobías Zúñiga Montufar. Obviamente, la cooperación financiera y técnica fue ofrecida por los gringos; en este sentido, los ingenieros militares gringos realizaron el estudio de las obras durante el año 1939. Queda claro en el documento que en la historia de construcción de estas obras, aun cuando lo quieran disfrazar de instrumento para el desarrollo “…económico y el progreso en general…” de los pueblos de ambos lados del río, también surge la razón de peso acariciada por el país que financia la obra, y dicha razón en 1940 obedeció a “…los importantes servicios que estaría llamada a prestar a la defensa continental si la ocasión llegara…”. Dicho objetivo geopolítico estaría controlado por Estados Unidos, no obstante las consabidas fórmulas de soberanía absoluta en que se refugian del gigante, los países pequeños que se meten en obras de tal envergadura.
La canalización seguiría el curso del río hasta un punto aún no definido donde, por medio de un canal artificial en dirección NE debía alcanzar bahía de San Juan del Norte, siempre en territorio nicaragüense. Se aseguró que dicha desviación no sería suficiente para afectar el caudal del Colorado. El convenio reconocía los derechos territoriales y de navegación de Costa Rica, tal como están estipulados e iba más allá, porque Nicaragua concedía la libre navegación a embarcaciones comerciales ticas a través de todo el canal hasta salir al Pacífico, y del mismo modo, Nicaragua podía navegar de manera comercial por el Colorado hasta el mar Caribe. Ante las concesiones que el gobierno de Nicaragua hizo a Costa Rica, ésta otorga permiso de que Nicaragua realizara obras en la margen sur del río San Juan, apoyando de esta manera el desarrollo de la obra, sin contraponer trabas políticas de ninguna clase, siempre que la frontera no sea alterada por ningún medio posible y que las obras desarrolladas en territorio costarricense quedaran bajo la soberanía de Costa Rica que, asimismo, podía nombrar una comisión de ingenieros ticos para que observaran las obras e informaran al gobierno cualquier anomalía.
También el convenio estipuló que si por el desarrollo de las obras se perjudicaban propiedades de costarricenses, debidamente registradas, Nicaragua se comprometía a indemnizar dichos daños. Las concesiones que el convenio establece quedan sin valor si la obra del canal no se realiza. Esta convención fue aprobada por Costa Rica el día 25 de mayo de 1940.
Diferente al procedimiento que actualmente realiza Nicaragua para la construcción del canal. Se observa del convenio de 1940 que el concepto de soberanía se manejó de tal forma que favoreciera los acuerdos tácitos entre ambos países, con el fin de no obstaculizar una obra que pudo beneficiar a las poblaciones de ambas riberas del río.
También se observa el intríngulis geopolítico de Estados Unidos, camuflado por los intereses comerciales y de desarrollo, lo que demuestra que estas obras interesan de diferente manera a los actores políticos: los actores directos (los países que piensan que de alguna manera estas obras los sacarán del subdesarrollo) y en este caso el actor indirecto (el país paganini que acaricia intereses más allá del mero desarrollo económico pensado por los actores directos). Actualmente no son los gringos quienes “apoyan” técnica y económicamente el proyecto de canalización. El interés geopolítico solo cambia de acera (¿la acera de quién o de quiénes?). Queda también claro que en esa época la protección ambiental no se contemplaba. Condenar por esto a ese convenio es caer en el paradigma del anacronismo. Sin embargo, no contemplar este tema en la actualidad, es una aberración política absoluta.
No obstante lo anteriormente señalado, el convenio fue redactado con un tacto diplomático adecuado, más cuando ambos gobernantes fueron amigos, y las concesiones que ambos países se prodigaron me parecen, a todas luces, razonables. ¿Por qué motivos no se iniciaron las obras? Es posible que el conflicto mundial que aún en mayo de 1940 no involucraba a América, fuera uno de los factores que desvió la atención de Estados Unidos a la obra de canalización del San Juan. Esto es lo interesante de la historia que nos enseña que la comedia humana aún no termina.
Este documento no posee notas.