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Dice el conocido periodista Andrés Oppenheimer en su libro “Cuentos Chinos”, que las políticas “populistas” de los gobiernos suramericanos de izquierda del nuevo siglo son un fracaso y que en su lugar deberíamos seguir el ejemplo de países como Irlanda, hoy en bancarrota, China o India.
Según Oppenheimer, debemos preguntarnos cuáles son los países más exitosos en la reducción de la pobreza y cuáles, en lugar de esto, sólo nos dicen “cuentos chinos”. Después de un viaje por los principales centros de negocios y comerciales de países como China, India e Irlanda y de un “riguroso estudio” de la situación de estas naciones, concluye este autor, que sólo con un “libre mercado” con amplios beneficios para los grandes empresarios se puede generar empleo significativamente y, por lo tanto, reducción de la pobreza.
Preguntémonos: ¿Son China con sus enormes restricciones civiles, India con su sistema de estratificación por castas o Irlanda con su crisis estructural, los ejemplos por seguir? Oppenheimer dice que sí, luego de un paseo por sus lujosos lobbies diseñados para seducir a los grandes señores del capital, pero olvidando lo mismo que olvidan los políticos que recomiendan su lectura, tales como Fernando Henrique Cardoso (conocido como “el sociólogo de los príncipes”) u Óscar Arias (conocido como “el presidente de los ricos”); es decir, preguntarse por las condiciones de vida del pueblo, de los excluidos de lo más básico a partir de decisiones tomadas en los altares del capital financiero especulador, el mismo que mantiene sumidos a los Estados Unidos de Norteamérica en una de sus peores crisis desde la de 1929.
Y esto ocurre por una sencilla razón, para Oppenheimer, posiblemente tanto como para Cardoso y Arias, mirar fuera de las burbujas de acero y concreto no es necesario, porque apuestan sus soluciones en las élites, no en el pueblo, al cual miran como instrumento del desarrollo y no como su fin último. Lo importante es salvar a la economía (léase a los grandes especuladores financieros) y no a la gente de a pie. Su mirada está puesta en las élites hegemónicas, no en las bases sociales. Tal vez por eso el expresidente Arias (hoy cuestionado por favorecer la explotación ambiental ilegal) gusta de compararse con las águilas (su grupo) y diferenciarse de los caracoles (sus opositores y su alfombra).
Pero volvamos a la interesante pregunta que nos plantea Oppenheimer: ¿Quiénes han sido más exitosos en reducir la pobreza: Arias y Cardoso con sus reformas neoliberales, o los “populistas” de izquierda en Suramérica como Lula, Chaves, Morales, Correa y Kirchner?
Veamos algunos datos, según la CEPAL (www.eclac.org), Cardoso, quien gobernó Brasil de 1995 a 2003, pasó de una pobreza del 35,8% en 1996 a una del 38,7% en 2003, obteniendo un aumento del 3%. Mientras tanto, Arias pasó, en su segundo gobierno, de un 19% de pobreza en 2006 a un 21,3% en 2010 (www.inec.go.cr) para un incremento de más del 2%. Por el otro lado, también según la CEPAL, Brasil pasó de una pobreza de 37,7% en 2003 a una de 25,8% en 2008, Venezuela de un 48,6% en 2002 a un 27,6% en 2008, Bolivia lo hizo del 62,4% en 2002 al 54% en 2007, Ecuador, del 51,8% en 2004 a un 42,7% en 2008, y Argentina, el caso más dramático, que heredó una pobreza superior al 40% en 2002 en medio del estallido de una catastrófica crisis económica, pasó a cerca de un 11% en 2009, para una reducción de casi 30 puntos porcentuales, justamente luego de renunciar a las desastrosas políticas neoliberales del gobierno de Ménem, así como a ser el así llamado “alumno más aplicado del FMI” y empezar a adoptar políticas sociales y económicas más proteccionistas o “populistas”, según las denominan personas como Oppenheimer.
Así las cosas, pareciera ser que quien nos ha estado contando cuentos chinos es el mismo Oppenheimer. No por nada el afamado periódico francés Le Monde Diplomatique señaló en el 2003 que “Oppenheimer ocupa un lugar único en la prensa de las Américas, representando los intereses de EE.UU, ya que sus trabajos periodísticos intentan fijar la agenda del debate político continental”. Entonces: ¿Oppenheimer informa y analiza, o más bien defiende intereses? Parecen haber evidencias fuertes para pensar lo segundo. Ahora que sus libros abundan hasta en los supermercados, habría que invitar a una lectura crítica de sus ideas, no vaya a ser que terminemos comiendo cuentos gringos.
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