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El tejido nacional (I parte)

Nuestra nacionalidad actual, es producto de la inteligencia, el valor, el trabajo, el heroísmo de nuestro pueblo, que se remonta a la época colonial, cuando el pueblo originario, luchó contra la ocupación y colonialismo extranjero, español; la cumbre de tantas luchas es dirigida por el héroe nacional Pablo Presbere, símbolo de la guerra contra el despojo y genocidio de su pueblo, nuestras raíces primarias.  Esa lucha continuó, por ellos mismos, agregándoseles los “pardos”, algunos criollos, no integrantes del aparato imperial, negros, chinos, italianos y otros europeos.

Nuestra nacionalidad actual, es producto de la inteligencia, el valor, el trabajo, el heroísmo de nuestro pueblo, que se remonta a la época colonial, cuando el pueblo originario, luchó contra la ocupación y colonialismo extranjero, español; la cumbre de tantas luchas es dirigida por el héroe nacional Pablo Presbere, símbolo de la guerra contra el despojo y genocidio de su pueblo, nuestras raíces primarias.  Esa lucha continuó, por ellos mismos, agregándoseles los “pardos”, algunos criollos, no integrantes del aparato imperial, negros, chinos, italianos y otros europeos.
Más tarde, los tertulios, los cabilderos, el pueblo que resistía  el coloniaje, hizo posible el nacimiento de la república soberana, luego la fundación del Estado, preocupado por la educación y la libertad de información, la lucha contra el esclavismo de USA, que representaba William Walter;  con su derrota se afianzó la nacionalidad costarricense, su soberanía e independencia. Así mismo se desarrollaron los derechos humanos, con la abolición de la pena muerte, el ordenamiento jurídico y garantías procesales; la participación popular a fines del siglo XIX, para impedir que grupos oligárquicos impusieran su voluntad política; en la misma forma, en 1917 el pueblo se levantó y derrotó a la dictadura de los hermanos Tinoco. Las luchas contra las compañías eléctrica y bananera, de capital transnacional, siguen siendo muestra de las luchas del pueblo, como lo fue el gran movimiento de apoyo a los pueblos que se opusieron al nazi-fascismo. Las y los trabajadores y la clase media, hace décadas continúan su resistencia y son contestatarios; veamos ejemplos: el caso de ALCOA,  la huelga magisterial , el combo del ICE, el TCL con USA, la minería a cielo abierto, la oposición a que los diputados se autorecetaran un exagerado aumento de salario. La fermentación social, de oposición al sistema continúa, con el rechazo a la prepotencia al autoritarismo, a las múltiples formas de corrupción que carcome al Estado, al entreguismo, al grave aumento de la desigualdad social., todo lo cual es asistido por un cuerpo tecnócrata-burocrático, fiel sirviente, bien pagado.
Más tarde, la lucha por mejorar el tejido nacional que promueve la solidaridad y la mejor convivencia social, se marca con las reformas de los años 1940, con el Código de Trabajo, garantías sociales, la CCSS, la apertura de la Universidad de Costa Rica, la cual fue posible por la conciencia, organización y movilización de la clase trabajadora, a la que se le cobró caro su gran lucha, imponiéndole una guerra civil con miles de muertos, la ilegalización de su partido y su central sindical, la CTR, ambos motores de esas luchas; además, se asesinó a connotados dirigentes sindicales, en el Codo del Diablo, provincia de Limón. Estos hechos constituyen un parteaguas en la vida política costarricense; es una certera apuñalada en el corazón de las y los trabajadores manuales e intelectuales; su ejecución se debe a la alianza del capital transnacional con la  oligarquía criolla.
A partir de entonces, con mayor fuerza esa alianza se ha dedicado a destruir el tejido propio de nuestra nacionalidad, con la imposición de los Programas de Ajuste Estructural del Estado, el Consenso de Washington y el TLC con USA.

  • Dr. Óscar Morera Madrigal (Médico)
  • Opinión
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