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Ante los retos y desafíos que tiene la humanidad, para los próximos años, están: la crisis alimentaria, el aumento vertiginoso de la población, y el cambio climático.
La relación entre la tasa de crecimiento poblacional y el incremento irracional de las emisiones de dióxido de carbono por los países desarrollados y en vías de desarrollo, en su mayoría países pobres, ha contribuido a causar considerablemente el calentamiento global, que hoy pone en peligro la vida en el planeta Tierra.
Si tomamos en cuenta que, para el 2012, la población mundial será de 7.000 millones de habitantes, para el 2050 nuestra Tierra cobijará 9.000 millones de seres humanos, que, de acuerdo con estudios de la Organización de Naciones Unidas, el crecimiento acelerado de la población se dará en los países pobres, casi 1600 millones. Solamente en América Latina, durante el siglo XX, y parte del XXI, la población pasó de 87 millones de habitantes en 1920 a 550 millones en el 2008.
Referente demográfico importante en este proceso de emisiones de gases de efecto invernadero per cápita, tan letal como el que producen los complejos industriales, provocando cambios bruscos en el clima extremadamente graves y difíciles de revertir.
Stephen Pacala, director del Instituto Ambiental de la Universidad de Princenton (EE.UU.), calcula que las 500 mil personas más ricas del mundo -cerca de un 0,7 de la población actual – son responsables del 50% de las emisiones de dióxido de carbono del mundo (Verónica Calderón, El País, España)
El retroceso de los glaciales, el aumento del nivel de los mares, la disminución de los casquetes polares y las inundaciones de las poblaciones costeras, habitadas por el 60% de la población mundial, coloca a la humanidad entre la disyuntiva de proseguir por el camino equivocado de contaminación, destrucción y muerte, o retomar el camino de coexistencia con la naturaleza, y respeto por el derecho a la vida.
Lamentablemente, la dedicación, esfuerzo y voluntad política que han puesto los países principalmente del tercer mundo por preservar y conservar el medio ambiente -a pesar de no contar con los recursos suficientes para presupuestar adecuadamente su política ambiental, a través del financiamiento externo- han sido mal distribuidos, bajo un modelo distorsionado, de destinar recursos para disminuir o limitar las emisionas tóxicas; y no para contrarrestar los efectos del cambio climático que sufren los países en su mayoría pobres, con un alto costo social y económico.
Evo Morales, presidente de Bolivia, desenmascara la doble moral y ética de los gobiernos de Europa y Estados Unidos, con respecto a la política de compromiso con el medio ambiente, cuando destinan $4.1 billones para salvar a los banqueros de una crisis causada por ellos mismos, y para los programas contra cambio climático solo $13.000 millones. Esto es parte de la naturaleza del capitalismo.
Pero el grave problema persiste, aun cuando se ha realizado una serie de foros, cónclaves, seminarios en el nivel regional y mundial, como la última décimosexta conferencia (Cop-16) sobre cambio climático, realizada en Cancún (Méjico), del 29 de noviembre al 11 de diciembre.
Sin embargo, en esta reunión de 194 países, las cosas han tomado una dirección diferente, donde los debates y discusiones políticas sobre temas trascendentales como: equilibrio, mitigación, adaptación y tecnologías de manejo de la información, se desarrollaron dentro de un contexto diferente, prevaleciendo en todo momento la preocupación mundial por el presente desequilibrio del medioambiente, propiciado por el incremento del carbono en la atmósfera.
También, es importante señalar el avance significativo en cuanto a la posición vertical que históricamente habían asumido los países más industrializados, en cuanto a los términos del texto en discusión y su acatamiento obligatorio, en la disminución o eliminación de las emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera.
En Cancún, la horizontabilidad de criterios, ideas y compromisos, le dan un giro trascendental a los contenidos de la conferencia; abrigando esperanzas, que en África en el 2011, se defina el marco legal y su implementación en el nivel mundial. China y Estados Unidos están anuentes a cooperar, reduciendo considerablemente, las emisiones de gases de efecto invernadero, en algunos casos en 40% y 50% del nivel del 2005, para el 2020. Los seres humanos, en 260 años, después de la Revolución Industrial, no hemos hecho un alto en el camino y seguimos contaminando el medio ambiente, destruyendo nuestra madre tierra. ¡Basta ya!
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