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Argumenta el Ing. Teófilo de la Torre, Ministro del MINAET, La Nación del 28/01/2011, que “Nuestro proyecto… se propone mantener el modelo actual para el rol del sector estatal y el modelo en competencia para la participación privada. …en lo ideológico, estaríamos optando por una fórmula de consenso… en donde se pueda encontrar un punto de encuentro entre los dos modelos extremos”.
Aunque pueda sonar interesante la propuesta, la realidad es que el mercado eléctrico del país es uno solo –y muy pequeño-, y no se puede partir en dos, sin que necesariamente los actores con poder de mercado obtengan los máximos beneficios, a costa del resto de consumidores sin ningún poder de decisión.
¿Qué significa un “modelo en competencia para la participación privada”, sino abrir el mercado de los grandes generadores y consumidores, para dejarlos negociar entre ellos, en función de sus propios intereses? Lo grave es que para eso, como ha quedado demostrado en telecomunicaciones, necesitarán del ahorro de todos los costarricenses, que hemos construido una red eléctrica durante más de 60 años, pues requerirán, para trasegar la energía que produzcan y consuman, de esa infraestructura nacional. Pretenderán como en telecomunicaciones, de peajes eléctricos (tarifas de interconexión), ruinosos para el ICE y para el país, para maximizar ellos en cambio sus ganancias.
¿Qué significa “mantener el modelo actual para el rol del sector estatal”, sino que el Estado se haga cargo del resto de los clientes, de los pobres, de los que necesitan un subsidio para poder contar con el servicio?; esa sí ha sido la “genuina solución costarricense” de que nos habla también don Téofilo, no su novedosa propuesta de privatizar parcialmente el mercado, impuesta por los neoliberales hace 25 años, para todos los servicios públicos, en especial los más rentables: salud, educación, telecomunicaciones y electricidad.
Debería de servirnos de escarmiento –en cabeza ajena-, que en Centroamérica, para 1995, mientras los gobiernos mantuvieron la propiedad de las fuentes de generación (86%), solo una tercera parte de la energía eléctrica procedía de fuentes térmicas (con hidrocarburos). Pero para el 2008, el porcentaje de privatización alcanzó el 62% y la generación térmica el 55%. Los datos se agravan si sacamos a Costa Rica de la muestra.
De tal forma que para el 2009, la generación mediante fuentes renovables (con agua, viento y geotermia), alcanzó en Costa Rica un 95,1%, mientras que en Panamá fue apenas del 57,3%, en El Salvador del 57,1%, en Guatemala del 53,2%, en Honduras del 45,7% y en Nicaragua del 26,5%.
La energía térmica es mucho más cara, más contaminante, contribuye más al calentamiento global y representa importantes fugas de divisas para los países, pero ciertamente se ajusta mejor a los mercados abiertos -en competencia-, pues los proyectos hidroeléctricos difícilmente pueden ser ofertados en concursos o “subastas” públicas, dado que la planificación de tales proyectos requiere durante muchos años (de 10 a 20), estudios muy diversos: geológicos, hidrológicos, ambientales, etc., mientras que las plantas térmicas sí pueden ser ofertadas con la certidumbre que da el poder conocer su costo, los plazos de entrega y la potencia eléctrica que pueden generar todo el año, pues no dependen del caudal de los ríos ni de las inclemencia del tiempo.
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