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Nacionalismo y xenofobia

Los acontecimientos entre Costa Rica y Nicaragua han disparado la xenofobia a extremos inconcebibles. Y, lo más grave, es que los enfrentamientos silenciosos se traducen en muertos y se vienen dando a lo ancho del territorio nacional. Por ello, es imprescindible que aquellos medios de comunicación que le sacan provecho a este nacionalismo patológico hagan un alto y se pregunten: ¿cuál es su contribución a la tolerancia? ¿Cómo contribuyen a la diversidad cultural?

Los acontecimientos entre Costa Rica y Nicaragua han disparado la xenofobia a extremos inconcebibles. Y, lo más grave, es que los enfrentamientos silenciosos se traducen en muertos y se vienen dando a lo ancho del territorio nacional. Por ello, es imprescindible que aquellos medios de comunicación que le sacan provecho a este nacionalismo patológico hagan un alto y se pregunten: ¿cuál es su contribución a la tolerancia? ¿Cómo contribuyen a la diversidad cultural?
Ningún estudio puede ser más propicio para los sociólogos, comunicadores y todos aquellos que interactúan en nuestra sociedad, como el reiterado tema de “Río San Juan”. Lo sorprendente es observar que intelectuales, catedráticos, historiadores, escritores, periodistas… se manifiestan en forma exacerbada y han dejado de lado el sentido crítico, el análisis y han nublado su razón. Estamos de acuerdo que la extrema derecha -los abuelos del Movimiento Costa Rica Libre- los “desvelados”, los “góngoras”, algún historiador exhibicionista… no tengan más argumentos que golpearse el pecho y tocarse las noblezas del toro en forma obscena.  (véase el artículo de Rubén Hernández, -LN 16-11-10-….- prestigioso jurista constitucionalista que exige una cruzada patriótica del Semanario UNIVERSIDAD, ecologistas, opositores al TLC, crucitas  y cierra con un insulto indigno de Rabelais). Ellos coinciden en proclamar la militarización y ofrecen sus vidas en el altar de la patria para “volarles plomos a esos nicas invasores”.
Mientras el discurso nacionalista convoca al sacrificio, exige lealtad a toda prueba, profesa devoción por los colores patrios y seduce al ciudadano más equilibrado (Repretel, Central de Radios…); otros, por dicha, respiran profundo y se alejan de los mares irracionales de esa convocatoria patriotera “visceral, elitista y excluyente”, según Marco Feoli (abogado) (véase los certeros comentarios del Secretario General de la ANEP, Albino Vargas, en Diario Extra. O el artículo de Andrea Aguilar Calderón (periodista) LN 16/11/10.
Precisamente, las representaciones sociales se expresan en el imaginario nacionalista, en la exaltación narcisista, en la ideología que arrastra y concita a todos los que se alinean frente al otro. Para este modelo es necesario la identificación, sentir la unidad, “una sola bandera”, “un solo corazón”, no dice el pregonero en forma enérgica y seductora. “En su expresión más extrema, el nacionalismo puede ser una ideología imperialista, racista y la mejor justificación para la guerra. Esto es nacionalismo propiamente dicho, una ideología que exagera la conciencia de identidad y diferencia de un grupo”. (María Amoretti Hurtado: 2007:173)
El paso siguiente es la xenofobia  (odio visceral) que proclaman y exhiben con orgullo muchos costarricenses que también tiene mucho de etnocentrismo, es decir, mi cultura está legitimada y reconocida internacionalmente. Por lo tanto, todo extranjero (nica, colombiano, cubano…) es una amenaza para mi identidad. Esta unidad simbólica se logra frente al otro(a),  se cohesiona,  se legitima en ese tejido social que está constituido por la presencia de estereotipos, opiniones, sistema de creencias, normas… (véase dos textos extraordinarios para la comprensión del nacionalismo: El imposible país de los filósofos, Premio Nacional de Ensayo 2002 y La vida en otra parte… de Alexander Jiménez Matarrita)
Frente a una exaltación chauvinista, se cierra fila y se pierde la verdadera dimensión del legado histórico, social, económico y educativo de Costa Rica. Pretender armarse, comprar municiones, un impuesto de “soberanía”, helicópteros artillados y crear una “fuerza de tarea”, al mejor estilo West Point, es negar esas conquistas sociales,  pero sobre todo  la razón y el derecho como mejor instrumento de lucha en los foros internacionales.

  • Carlos Pacheco (Profesor)
  • Opinión
ImperialismMovimiento Costa Rica Libre (MCRL)
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