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El sexagenario

En esos días ventosos de diciembre, cuando se respira el aroma a ciprés y se degustan los primeros tamales, cumplió 62 años. Pocos le recordaron; muchos buscan excusarse con la vorágine consumista y endeudadora de las compras navideñas, que se ha ganado su lugar en estas fechas. No me refiero a un benemérito de la patria, aunque quizás debería serlo, ni tampoco de un adulto mayor en un hogar de ancianos, aunque algunos le quisieran lejos, y mucho menos un personaje de la farándula.

En esos días ventosos de diciembre, cuando se respira el aroma a ciprés y se degustan los primeros tamales, cumplió 62 años. Pocos le recordaron; muchos buscan excusarse con la vorágine consumista y endeudadora de las compras navideñas, que se ha ganado su lugar en estas fechas. No me refiero a un benemérito de la patria, aunque quizás debería serlo, ni tampoco de un adulto mayor en un hogar de ancianos, aunque algunos le quisieran lejos, y mucho menos un personaje de la farándula.
Generalmente, cuando lo visito en mi memoria y los libros de historia, se coloca sus gafas, me invita a sentarme en sus regazos y me recuerda aquellos versos de Debravo, un amigo suyo: “ Yo no quiero un cuchillo en manos de la patria/Ni un cuchillo ni un rifle para nadie…”. Pero la última vez que estuve con él, con seriedad, discutimos un tema de gran importancia. Me ha pedido que comparta con ustedes parte de esa reflexión que tuvimos.
Plan Nacional de Desarrollo, investigación en antimateria e inmigración. Divorcios, homofobia y el conflicto con Nicaragua. El ser humano parece basar su vida en línea, sean metas, fronteras o  paradigmas. Muchas pueden ser sus motivaciones para cruzarlas: desde un mejor estilo de vida, guiar un país hacia su desarrollo, encontrar el origen del universo, hasta una agresiva y arbitraria demostración de su poderío. Y también son muchas las razones para crear estas líneas, esas que dividen: buscando diferencias en las personas y relaciones, discriminando rostros, callando las ideas y puntos de vista. El ambiente de banderas alzadas, palabras agresivas y explosiones de xenofobia son también líneas que surgen de otras, que buscan solo dividirnos del diálogo y la cooperación, separar pasados históricos, tradiciones, pueblos con los mismos anhelos, necesidades y esperanza.
Se ha acudido a los máximos órganos de justicia en el Mundo, con la esperanza de detener la invasión de Nicaragua y recibir indemnización por los daños. Es necesario, sin embargo, revisar las causas del caso. Se cree que las obras en el Río San Juan son para construir un canal o una represa y ambas, con el objetivo de mejorar la situación económica de nuestro país vecino. Es claro que en Nicaragua, al igual que en nuestro país, existe una gran pobreza, bajos niveles educativos y deficiente acceso a servicios básicos y probablemente, con el desarrollo de esos proyectos se mejore esa situación. Definitivamente, ambos países deben dialogar y planear una cooperación intelectual, económica y social, que incluya la participación de profesionales en las áreas de ingeniería y ecología, y permitir así el desarrollo del proyecto de forma que la dinámica de estos paisajes marino-costeros no sea alterada y que contribuya al desarrollo socioeconómico de las regiones limítrofes de Nicaragua y Costa Rica.
Este conflicto tiene preocupado al sexagenario. Me terminó comentando acerca de las pretensiones que han hecho algunos diplomáticos de desaparecerle. Sin embargo, yo estoy seguro que celebraré, en diciembre, los 63 años y los que sigan de la Abolición del Ejército en nuestro país. Y esto, porque sé que los costarricenses no permitiremos que la tradición pacífica, que es parte de nuestra idiosincrasia, sea arrebatada por algún interés económico o político. Ni oro, ni guerra, ni sangre.

  • Adolfo Ruiz Quirós
  • Opinión
Invasion
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