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La magia de la caricatura

Ya en 1962, el poeta Octavio Paz decía: “La risa es mágica… Por la risa el mundo vuelve a ser un lugar de juego, un recinto sagrado, y no de trabajo… Toda creación es un juego” (Magia de la risa).

Ya en 1962, el poeta Octavio Paz decía: “La risa es mágica… Por la risa el mundo vuelve a ser un lugar de juego, un recinto sagrado, y no de trabajo… Toda creación es un juego” (Magia de la risa).
Así, el humor gráfico es un lugar de juego; una imagen mágica que cautiva con su ingenio, que exagera y distorsiona para mostrar lo invisible. Es síntesis que informa, que expresa y persuade, que deforma y conforma para seguir pareciéndose al modelo original.
 
La caricatura lee la realidad con ojos de juego resaltando lo cómico, lo irónico y absurdo. Eso que nos hace reír para no llorar. Y lo plasma con fuerza para golpear con ímpetu. Es juego de humor, pero con humor, aunque muy a menudo se tiña de negro.
La caricatura es una manifestación cultural que ríe con alguien, más que de alguien; que expresa el sentir popular; que permite conocer lo diferente y aceptar lo inaceptable. Es creatividad, picardía, crítica y sátira.
Es un retrato artístico de la sociedad, del alma que se esconde tras su rostro. Por eso, es reflexiva y recreativa, catártica y lúdica. El caricaturista costarricense Rafael Chaves lo resume así: “Con la risa es más fácil llegar a temas serios y duros. Primero, hacer reír y después, hacer conciencia”.
La caricatura es opinión: periodismo en imágenes. “El dibujo, al igual que los editoriales y los comentarios, es capaz de generar una conciencia entre las personas sobre lo que sucede en el país y el mundo” –afirmó el maestro Hugo Díaz en 1981. La caricatura es un estilete que pincha la comodidad y el prejuicio.
Así, aunque ilustre, no es una inocente ilustración; y aunque divierta, no es una ingenua diversión. Trascendente o liviana, sencilla o compleja, sin palabras o con ellas, a color o en blanco y negro, impresa o digital, desnuda la época donde se afinca. El acontecer diario, el imaginario colectivo, las situaciones complejas son trazadas con escasos elementos y a menudo, con un lenguaje universal de gran accesibilidad, aun para el lector analfabeto. Como arte de masas, está al alcance de muchos.
Un recurso pedagógico
El humor gráfico es una expresión artística y un excelente recurso educativo. En esta, la era de la comunicación digital y de la llamada “Generación Z”: el “homo zappiens”, debería ser considerada.
La caricatura permite desarrollar el pensamiento crítico y creativo: reconstruir los sentidos de los distintos textos que convergen en ella. Leer lo que expone, pero también lo que sugiere y sobrentiende. Esto es, leer entre líneas: manejar el nivel de la abstracción. A veces afirma lo contrario de lo que dice (ironía) o lo implícito es más importante que lo explícito.
Aprehender de este modo la realidad y los procesos históricos es una forma motivadora y placentera de aprender: entender y manejar la información (no la simple memorización) es desarrollar la criticidad y formar criterio. Es preguntarse, analizar, interpretar, comentar, asumir una posición –responsable- ante lo que plantea la caricatura (los asuntos no son neutros),  y dialogar primero con ella y luego con otros en un ambiente de libertad y respeto (sustentar lo dicho con argumentos y tolerar las diferencias) para buscar un consenso. Fomentar el diálogo y la interacción transforma el aula en un foro de participación, guiado por el docente.
Más allá de lo que afirma, el humor gráfico educa al exigirle al estudiante razonar, interconectar los distintos textos involucrados en él, desarrollar la lógica y la estética, además de entablar el diálogo (y no la violencia) como forma de negociación. Educa al permitirle pensar, sentir e incluso hacer en beneficio de la comunidad.
Todo ello lo prepara para un futuro que le demandará una lectura global de la realidad para tomar decisiones en conjunto y poder construir un mundo sostenible. Observación, constancia, disciplina, aporte y responsabilidad son destrezas que se incentivan, conjuntamente con los principios ligados a la ética y la cívica (valores que han estado vinculados a la Costa Rica democrática, pacífica, tolerante y solidaria).
Como forma de humor y de arte, la caricatura expresa emociones y las provoca: sacude al lector, lo conmociona y le abre espacio a su propia expresión, ya sea en palabras o imágenes, con humor o sin él. Como sentido del humor, la caricatura enseña a reír e incorpora la risa en la estrategia pedagógica en beneficio de la salud física y mental de quienes participan.
La caricatura es juego y placer. Parafraseando al filósofo e historiador http://es.wikipedia.org/wiki/Pa%C3%ADses_Bajos holandés Johan Huizinga, el caricaturista juega y sabe que juega; juega con seriedad desde el humor.
Fe, una caricatura ecológica
Inspirado en la vida cotidiana y familiar, Mecho (Luis Demetrio Calvo) plantea la problemática ambiental atando ecología y niñez. Con muy pocos elementos y sin palabras: una niña, un columpio y un árbol recién sembrado, denuncia la frustrante situación de la pequeña que desea mecerse.
Juego tradicional y rústico que nos remonta a la infancia, al placer del movimiento rítmico y al encanto del aire libre. Gozo que en la actualidad remite a los chiquillos y a su deseo de ser mecidos una, otra y otra vez…
Pero la obra del caricaturista cartaginés está atravesada por un texto más: el religioso. Fe, certeza de que finalmente sucederá, enfatizada desde el título de la obra. Esperanza, simbolizada en la sombra que proyecta: el futuro del árbol es el del juego y con él, el de la infancia. Y caridad, en la fuerte apelación a los lectores: permítanle crecer por caridad, aunque ya no me toque a mí. Será para las generaciones venideras: los descendientes de esa niña que hoy ansía moverse al compás de una brisa que no logra despeinar sus colitas, pero que es iluminada por los tibios rayos del sol.

  • Ana Sánchez Molina
  • Forja
Violence
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