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La mujer que remienda el alma y la vida

Somos las mujeres vidas muy importantes en este mundo, no más que otras ni menos que muchas. Somos personajes con cualidades muy particulares en aspectos fisiológicos Poseemos una capacidad especial de concentración y de ser más  emotivas; estas son de las cualidades que considero, mágicas, asombrosas, maravillosas, el adjetivo que prefieran y estas cualidades, lamentablemente, han hecho presión en los roles sociales que se nos han asignado.

Somos las mujeres vidas muy importantes en este mundo, no más que otras ni menos que muchas. Somos personajes con cualidades muy particulares en aspectos fisiológicos Poseemos una capacidad especial de concentración y de ser más  emotivas; estas son de las cualidades que considero, mágicas, asombrosas, maravillosas, el adjetivo que prefieran y estas cualidades, lamentablemente, han hecho presión en los roles sociales que se nos han asignado.
No se nos ha permitido hacer uso de estas cualidades con entera libertad o con apoyo de otros, sino más bien, estas han permitido a la sociedad presionarnos a  asumir una responsabilidad que era de dos, asumir jornadas y trabajos que son solo obligatorios si somos mujeres, y lo peor, que no se premia, porque se asume que debemos hacerlo.
A esa mujer es a la que no se le ha consultado nada, ni se le ha dado la posibilidad de proyectarse, porque para ella no hay tiempo, espacio y ella sola no ha logrado generar recursos o excedentes para infiltrarse, casi como intrusa, en otras actividades sociales y culturales que le están vedadas, y aún cuando puede haber recursos, “no se lo merece” o “no se lo ha ganado”, “no debe exponerse” o alguien sencillamente se lo prohíbe.
Gracias, precisamente, a estas cualidades, de ser más emotivas y concentrarnos en varias actividades a la vez, muchos hombres y mujeres fueron cuidados por abuelas, madres solas, madrinas, tías y no sé cuántas más mujeres que asumieron el papel de arrullar, dar sueños, dar fe, cuando todo parecía un desmoronamiento del alma, en fin darnos la vida porque alguien más se había negado o no pudo brindárnosla.
A la mujer, esta sociedad debe apoyar y devolverles con ánforas cargadas espacios, recursos y el reconocimiento de esa labor encomiable, sin la que no habría sociedad que funcione, porque ahora más que nunca, esta sociedad necesita hombres y mujeres sanos emocionalmente, y, por cierto, esta responsabilidad debe compartirse en pareja o en familia, como esta la perciba la cultura  y el entorno y en conjunto con la sociedad.
No abandonemos a extranjeros, a inhumanos o a irresponsables, el destino o las ilusiones de estas mujeres que han remendado el alma de alguno de nosotros o de otros que no conocemos. Solo queremos continuar con nuestros brazos abiertos, para seguir amando, queriendo y caminando en la vida con esperanzas, con sueños, ilusiones y  caprichos con sabor a chocolate, con el corazón palpitando por un recuerdo que podemos sentarnos a remembrar, sin compartirlo con nadie y sin pedirles permiso a las estrellas para guardarlo.
Solo quiero que la mujer latinoamericana y todas las mujeres sepamos abrazar las cualidades que nos han hecho diferentes, pero también quiero que no temamos reír, llorar, aprender, amar de nuevo si nos equivocamos, incursionar en la vida con la autoridad del espacio que nos hemos ganado. Y creo que hemos adquirido ese lugar más que por ser madres, por forjar identidad y cultura a través de la historia. 
 
MUJER
De Nidia Rivera González                
Mujer que cuidas.
Mujer que produce.
Mujer que abres las entrañas
de la tierra y la haces germinar.
Constructora de identidades.
Tejiendo la vivencia de los pueblos
has hecho cultura.
Andando el camino vas descubriendo la vida
y le pones color de amapola y azabache.
Tu mestizaje contiene la bravura de Garabito
y la prosa de Cervantes.
¡Mujer¡
Has cobijado a esta América mestiza
y amerindia con el vigor
y el calor de Izalco.

  • Nidia Rivera González
  • Opinión
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