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Al igual que el año pasado, la entrega fue un derroche de fasto, con novedades ingeniosas —la joven pareja de presentadores apareció dentro de algunos filmes nominados—, pero falto de sustancia, con anécdotas ligeras y poco sentido crítico. Anne Hathaway fue bella y carismática, James Franco se quedó más corto. La intervención de Billy Crystal, aplomado y simpático, recordó mejores tiempos de esta premiación de la academia estadounidense, convertida en sueño y vitrina mundial.
Así, sin mayores sorpresas ni desatinos (como el Óscar 2010 a “Zona de miedo”), gozamos de nuevo de uno de los eventos más populares del mundo. Este genera, lamentablemente, más comentarios sobre los atuendos de las estrellas que sobre las visiones de los artistas. Con estos breves comentarios, los invito a disfrutar de los valiosos filmes que concursaron.
LAS 10 CANDIDATAS A MEJOR FILME
“El discurso del rey”: mereció sus 4 premios (Filme y Director -el novel Tom Hooper-), gracias a su impecable producción y realización. Convirtió un detalle -el tartamudeo del luego Rey Jorge VI- en un hermoso y elegante fresco de la época, quizá benigno con la realeza británica, más coherente y atractivo, con diálogos perspicaces y un elogio de la amistad. Ganó Guión Original, mano a mano con 4 otros estupendos escritos (“El origen”, “El peleador”, “Los chicos están bien” y “Another Year”).
Igual de disputado fue el galardón al Mejor Actor (Colin Firth), donde solo Jesse Eisenberg (“Red Social”) desentonó (debieron nominar a Mark Whalberg, por “El peleador”). Si bien, el formidable Christian Bale (“El peleador”) triunfó como Actor de Reparto debido a un trabajo memorable —ya usual en él (“Batman”, “El maquinista”) —, nos deslumbró el extraordinario personaje y caracterización del australiano Geoffrey Rush como el poco convencional terapeuta del rey.
“El origen”: triunfó justamente con su despliegue técnico y estético (Fotografía, Edición de Sonido, Mezcla de Sonido y Efectos Visuales), además del inmenso interés que despierta la imaginación desbordada de Christopher Nolan y sus adivinanzas sobre los límites de la condición humana. Lo que menos disfruté fue la, por demás bien elaborada, agitación exterior, carreras y luchas, las cuales satisfacen la primitiva necesidad de emociones a flor de piel.
“Red Social”: pese a que admiro a David Fincher como un gran director (“La habitación del pánico”, “El zodiaco”, “Benjamin Button”, la sorprendente “El club de la pelea” y, su obra maestra, “Los siete pecados capitales”), coincido en no haberlo premiado a él ni al filme, porque, esmerada (sí ganó Guión Adaptado, Edición y Banda Sonora), se queda corta con una descripción fenomenológica del personaje, sin sustrato sicológico, ni mayor hondura social. Lo que para muchos, conforme los patrones dominantes, es el héroe por antonomasia, billonario, famoso, autor/dutor/ario, famoso, autor/.-;:_ñ.-;:_ñbook en los giros pol inmensa corporacinantes, es el hdeas y sobraron andueño de una corporación; en el filme también es un tipo, talentoso, sí, pero solitario (¡antisocial incluso!), amargado, corrupto; insoportable para otros como yo. No me cambio por él, y habría preferido el afecto de la chica hermosa e inteligente del inicio a todo lo que este Mark Zuckerberg se gana. El filme, además, omite el inmenso significado de Facebook en los giros políticos del mundo, justo ahora.
“Cisne negro”: oscilando entre “Pi, el orden del caos” y “Réquiem por un sueño”, el prodigioso autor Darren Aronofsky cuenta la obsesión de otra protagonista al límite del paroxismo, adicta, en este caso, a la perfección. Pese a ser claustrofóbico, este relato puntual y romántico de una bailarina que se transforma en su personaje, desgarrándose sin piedad, es una danza sensual e intelectual de resonancias universales. Y, claro, el esfuerzo supremo de Natalie Portman le valió ser la Mejor Actriz.
“El ganador”: Pinta con destreza un mundo de cierta y simplona miseria material y espiritual que, sin embargo, incuba, contra todos los pronósticos, un triunfo memorable (campeón mundial de boxeo). Magníficas descripción de ambientes y excelentes actuaciones (Melissa Leo también ganó -Actriz de Reparto- y Amy Adams compitió con acierto).
“Temple de acero”: como en su magistral debut, “Simplemente sangre” (que Zang Yimou recién rehizo), los consagrados hermanos Cohen nos ofrecen otra joya del cine a partir de una venganza. Sugestiva puesta en escena, llena de guiños cinéfilos, con su humor salvaje y sus giros sorpresivos; lo que más me conmovió fue el final, una ruda versión del verdadero amor. No requiere de premios esta genial pareja para aquilatar su arte original. Tampoco ganaron, pero sí se lucen, un formidable Jeff Bridges, tan cómodo en su sabroso papel, como la joven Hailee Steinfeld.
“127 horas”: luego de su extraordinaria “Slumdog Millionaire” (me niego a usar la estúpida traducción al español), el británico Danny Boyle dirigió un filme brillante, portento de recursos visuales, cuya Edición (Jon Harris) habría premiado. Logra construir un relato trepidante que pausa para reflexionar y consigue una moraleja convincente. Además, recién recorrí esas tierras mágicas de Utah, y la soberbia fotografía logró hacérmelas vivir de nuevo con similar intensidad.
“Los chicos están bien”: drama con humor y sabias moralejas, presenta a una familia novedosa, dos lesbianas y sus hijos adolescentes, donde el tema ya no es la orientación sexual, sino los (des)encuentros afectivos y eróticos en sí mismos. Bien construida y actuada (Annette Bening habría vencido, de no ser por el delirante cisne). Mark Ruffalo, notable, también fue nominado, así como el filme y el guión. Fresca, alegre, rigurosa; una delicia.
“Hueso de invierno”: Notable disección de pueblos en decadencia, áreas rurales de Missouri donde el clima y la tierra son tan agrestes como los personajes. Los nominados Jennifer Lawrence (Actriz) y John Hawkes (de Reparto) son admirables.
“Toy Story 3”: Me gustó mucho esta versión, pese a su inevitable sencillez (ganó Animación y Canción). Aunque “Cómo entrenar a su dragón” la sentí más rica y los avances de “El Ilusionista” son un deleite.
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