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Investigación arqueológica busca ahondar en evolución sociopolítica del país

Una investigación realizada por  Silvia Salgado y Mónica Aguilar, investigadoras de la Universidad de Costa Rica (UCR), junto al profesor de antropología  de la Universidad de Kansas, John Hoops, revela importantes hallazgos en relación con los primeros grupos indígenas que se asentaron en territorio costarricense.

Una investigación realizada por  Silvia Salgado y Mónica Aguilar, investigadoras de la Universidad de Costa Rica (UCR), junto al profesor de antropología  de la Universidad de Kansas, John Hoops, revela importantes hallazgos en relación con los primeros grupos indígenas que se asentaron en territorio costarricense.
El proyecto de investigación, la cual cuenta con financiamiento de la UCR y la Universidad de Kansas, lleva a cabo un trabajo de campo desde hace cuatro años en un asentamiento, ubicado específicamente en una finca en Corinto de Limón, en el cruce de la carreteara que va hacia Río Frío, 11 kilómetros antes de Guápiles.
Las excavaciones han estado orientadas a tratar de ubicar estructuras de las actividades de los pobladores y la arquitectura pública.
La familia Rojas, propietaria de la finca donde se halla el asiento y consciente de la relevancia arqueológica del lugar, acudió a la UCR para solicitar su colaboración en un estudio que protegiera el sitio. Este abarca unos 2 kilómetros cuadrados y está compuesto principalmente por una estructura arquitectónica “muy similar a la de Guayabo en Turrialba”, según comparó Silvia Salgado.
Matías Rojas, uno de los propietarios de la finca, afirmó que “permitirán la presencia de investigadores y estudiantes, el plazo que sea necesario”. En el proyecto, además de los investigadores, se encuentra una estudiante de postgrado de la Universidad de Kansa y tres estudiantes de grado y dos de postgrado de la UCR.
RELEVANCIA HISTÓRICA
Para Salgado, este complejo arqueológico “es quizás uno de los principales sitos en el Caribe central del país”. Esto, porque “permite estudiar  transformaciones sociales y ambientales por un  tiempo de 3000 años. Ver cómo cambió la organización social, cómo cambió a través del tiempo, hasta que se desarrolló como centro cacical con importancia política y regional”, enfatizó.
Pero quizás, para la investigadora, los datos más relevantes que llegue a esbozar la investigación,  radican en el estudio de la evolución de los procesos sociales, para así explicar el desarrollo histórico de la sociedad costarricense.
“Es un centro que permite estudiar el desarrollo y constitución de las desigualdades. Permite estudiar aspectos importantes del desarrollo indígena de la zona y también tener un puente entre el pasado y el presente del país. Ver además cómo cambió la organización social a través del tiempo, y cómo estaba constituida la división del trabajo y la estructura de género en las diferentes prácticas económicas”, amplió Salgado.
Dicho proyecto en estos cuatro años iniciales, termina su primera fase, para así mostrar los resultados y buscar mayor apoyo financiero, ya que “los fondos son insuficientes para cubrir todos los gastos, y no existe una política nacional definida para apoyo del patrimonio nacional, histórico y arqueológico”, destacó Salgado.
Este punto lo resaltó también Matías Rojas, al afirmar  que “decidieron contactar antes a la UCR que al Museo Nacional, por la conocida inoperancia de dicha institución con proyectos de dicha naturaleza histórica-arqueológica”.
La investigación no ha permitido determinar el número de individuos que habitaron este lugar, dado que no existen restos humanos debido al clima húmedo y lluvioso de la zona. No obstante, sí se ha podido estimar el periodo en el que estuvieron. Se calcula el asentamiento entre los años 2000 al 1500 antes de Cristo, al 1500 después de Cristo.
A lo largo de dicho periodo, el grupo que habitó la zona “evolucionó de unos cuantos caseríos dispersos, en un ambiente rural de finca, hasta que se empezó a dar una ‘nucleación’ donde se construyeron montículos y plazas, y además creció la población”.
El lugar, se cree, llegó a tener cierta importancia política y económica como punto de tránsito de rutas de comercio e intercambio regional, principalmente de zonas del Valle Central, del río Sarapiquí y del río San Juan.
Según Salgado, esto contribuiría a “entender el cambio geográfico y geopolítico e inclusive explorar los pasos naturales, caminos o senderos, que conectan ese sitio con el Valle Central”, explicó.

  • Emanuel García Jiménez 
  • Universitarias
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