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Investigarán bioseguridad en cultivos transgénicos

Costa Rica presentará este año los primeros resultados de una investigación  —realizada a su vez en otros países— que indaga las consecuencias ambientales y socioeconómicas del uso de cultivos transgénicos.

Costa Rica presentará este año los primeros resultados de una investigación  —realizada a su vez en otros países— que indaga las consecuencias ambientales y socioeconómicas del uso de cultivos transgénicos.
La investigación, liderada por el Centro de Investigación de Biología Celular y Molecular (CIBCM) de la Universidad de Costa Rica (UCR), forma parte de un proyecto latinoamericano realizado en conjunto con Perú, Colombia y Brasil. Este tiene el fin de analizar el acatamiento del Protocolo de Cartagena en Bioseguridad, el cual fue firmado en el año 2000.
“La idea es tratar de evaluar el riesgo ambiental de esta nueva tecnología de los transgénicos, si tienen un riesgo o no para el ambiente”, afirmó Federico Albertazzi, coordinador nacional del proyecto.
Además, explicó que en Costa Rica, el análisis se centrará en dos productos: una especie de algodón transgénico y el arroz de tipo Clearfield. Este último no es propiamente transgénico, pero tiene condiciones genéticas que le permiten la resistencia a los herbicidas.
Para este año, el investigador prevé las etapas de recopilación de información geográfica y genética estén listas. Con estas, se podría contabilizar, finalmente, la cantidad de agricultores que cultivan con este tipo de semillas.
Albertazzi asegura que una de las dificultades más grandes, que se ha encontrado el proyecto, es la disimilitud en el tratamiento del tema de la bioseguridad en los cuatro países participantes. En el caso de Costa Rica, aunque la siembra de productos transgénicos no es permitida para consumo, sí se consiente la replicación de la semilla, la cual es exportada a otros países.
El proyecto se encuentra financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF,  por sus siglas en inglés) de la Organización de Naciones Unidas (ONU), administrado por el Banco Mundial y organizado regionalmente por el Centro de Investigación en Agricultura Tropical (CIAT) de Colombia.
NO HAY ARROZ TRANSGÉNICO
Los cuatro países miembros de este proyecto poseen características muy diferentes en cuanto al manejo de cultivos transgénicos. Mientras que en Colombia y Brasil, la producción y comercialización de estas semillas es más abierta, Perú y Costa Rica tienen políticas menos tolerantes para el consumo de estos productos.
Albertazzi detalló que la investigación no promoverá en ningún sentido el cultivo de semillas manipuladas genéticamente. Esta buscará registrar los cultivos que se dan en el país, con el objetivo de contar con estadísticas de esta práctica, analizar las incidencias ambientales y los beneficios socioeconómicos reales para los agricultores que decidan optar por cultivar especies genéticamente manipuladas.
En el caso del arroz, señaló que la variedad Clearfield –la cual sí se produce en el país- no es un producto transgénico, sino una especie que logró resistencia a los herbicidas utilizados normalmente por los productores.
Mientras que en Costa Rica solo se analizarán los cultivos de este arroz genéticamente resistente y una variedad de algodón que sí es transgénica, el resto de los países abarcará variedades de yuca, maíz y papa.
Cabe mencionar que los productos transgénicos desataron una discusión amplia sobre las posibilidades de que los genes manipulados sean capaces de “contaminar” otros organismos.
El mencionado proyecto ahonda, además, en estas posibilidades, principalmente, que los mismos animales y aves puedan dispersar este tipo de semilla y causar un posible daño ambiental.
“Vamos a estudiar las posibles formas en que se pueden dispersar estos rasgos -que no están presentes en los cultivos de arroz normales-, si son dispersados por aves o por polen”, puntualizó Albertazzi.
También, anunció que las conclusiones de esta etapa de estudio se esperarían para julio del próximo año, en conjunto con las consecuencias socioeconómicas de comenzar a comercializar estas especies modificadas.
Asimismo, hizo ver que aunque las conclusiones del proyecto son específicas para el trabajo realizado en Costa Rica, se espera que los resultados obtenidos en los otros países contribuyan a clarificar las implicaciones de los cultivos transgénicos y colabore a crear un marco más claro en materia de bioseguridad y otorgamiento de permisos de producción y comercialización.

  • Natalia Díaz Zeledón 
  • Universitarias
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