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Existe un proyecto virtual que permite promover la conciencia ambiental en la comunidad universitaria, desde la misma aula. Un grupo de profesionales que trabaja ad honórem, lo hace posible.
¿Cuál podría ser el resultado de la interacción entre un árbol, una mariposa o un volcán con una laptop? La Comunidad virtual de aprendizaje para la formación ambiental puede ser un buen ejemplo de esa amalgama: un proyecto en el que los integrantes de las universidades públicas de Costa Rica pueden vivir experiencias ambientales desde su propia computadora.
El proyecto, una iniciativa del Consejo Nacional de Rectores (Conare), no es solo un sitio web, sino una plataforma para el desarrollo de proyectos de carácter ambiental con la asesoría de profesionales en Biología y Pedagogía, así como para integrar esta dimensión como un eje transversal en cursos de cualquier carrera.
Por ejemplo, esta plataforma le permite a un docente de Matemática elemental incluir el tema de la conciencia ambiental dentro de los problemas de ecuaciones diferenciales, al involucrar temas de su propio contexto que puedan aplicarse en la práctica cotidiana.
El sitio web constituye una red de intercambio de experiencias de carácter ambiental a la que el personal docente, administrativo y el estudiantado de las universidades públicas pueden acceder con solo una conexión a Internet y proponer o formar parte de proyectos de reciclaje, ahorro energético e incluso campañas de valores en torno al desarrollo sostenible.
La comunidad se inició en el año 2007 a raíz de los resultados del estudio Barómetro ambiental de la Comisión Interuniversitaria de Educación Ambiental (CIEA), en el cual el profesorado recomendó hacer uso de recursos virtuales para insertar esta dimensión en el quehacer universitario.
Su proceso de concreción se terminó en marzo del 2010 y el equipo está próximo a la publicación de un libro que explica la metodología utilizada durante la investigación y sus principales resultados.
Una de las integrantes del estudio, la Dra. Jackeline García Fallas, investigadora del Instituto de Investigación en Educación (INIE) de la Universidad de Costa Rica, explicó que todo lo que se generó en el sitio desde el 2007 es producto de un proceso participativo en el que todas las personas involucradas -y hasta las ajenas- aportaron sus conocimientos y participaron en foros de discusión en torno al tema.
«La comunidad es una especie de híbrido entre un entorno virtual de aprendizaje y una concepción pedagógica llamada tecnoconstructivismo, en la que el conocimiento se construye en una red de experiencias de personas de distintos niveles educativos, culturas y hasta países», subrayó la filósofa y pedagoga.
PROCESO INTERDISCIPLINARIO E INTEGRAL
El ambiente virtual creado contó con un equipo de programadores y de diseñadores en su fase inicial y en este momento es administrado por las mismas investigadoras del proyecto, quienes trabajan ad honórem. Ellas recibieron capacitación para manejar lo básico de la plataforma y para brindar capacitación dentro de las universidades.
Jackeline García, Lidia Hernández, Claudia Zúñiga, Elizabeth Arnáez, Claudia Charpentier y María de los Ángeles Carrillo fueron las autoras del libro desde sus especialidades: Filosofía, Biología, Educación ambiental, Periodismo y Tecnologías. Todas pertenecen a la CIEA, una de las comisiones más antiguas de Conare, con 16 años de experiencia.
Desde el 2007, la comunidad ha realizado cinco experiencias interuniversitarias y la comisión trabaja actualmente en la calendarización de otros encuentros para el 2011.
«Hemos tenido cursos de Matemática, Inglés, Educación y Administración. También de Biología y Agronomía, porque aunque creamos que la Biología o la Agronomía son áreas en las cuales siempre está presente el tema ambiental, no es cierto», amplió García.
El aprendizaje puede resultar un poco lento, aseguró García, pues depende de la capacidad de adaptación de los participantes a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. La reticencia se incrementa con el avance de la edad de las personas, pero la idea es brindar la oportunidad a todas las interesadas.
Conscientes de estas dificultades, las investigadoras plantean un proceso compuesto de tres módulos: sensibilización, sostenibilidad y acción. De esta manera, se trata de mantener el interés de los participantes.
Cada vez que se inicia un proyecto o un curso, las facilitadoras ofrecen una charla introductoria para sensibilizar sobre la importancia de la temática ambiental y luego hacen el planteamiento del problema que se trabajará. A todos los proyectos se les da seguimiento y es posible la interactividad por medio de foros virtuales, en los que participan tanto las personas involucradas en el proyecto como otras que tengan acceso al sitio.
Es decir, cualquier persona con interés en la temática podría aportar o informarse sobre los proyectos al ingresar al sitio web, eso sí, existen algunas carpetas accesibles para todos los visitantes y otras en las que se solicita una contraseña.
CULTURA AMBIENTAL
García explicó que el interés de la comisión es motivar para que otras instancias que trabajan sobre temas ambientales se unan y desarrollen proyectos a partir de esta plataforma.
«La fórmula que vamos a implementar este año es un seguimiento más específico a proyectos que se desarrollen hacia fuera, como Kioscos ambientales, que se proyecta tanto dentro como fuera de las universidades», enfatizó García.
La idea es ampliar el proyecto hacia otras instituciones educativas, como escuelas y colegios, pero principalmente, su fin es construir una cultura ambiental que sea un ejemplo para el resto de la sociedad costarricense.
Espacio para el intercambio
Para Moisés Salgado Ramírez, coordinador general del proyecto Kioscos Ambientales de la UCR, lo importante sería crear un espacio en donde las personas participantes en proyectos similares puedan compartir experiencias, motivarse y construirse mutuamente.
“Yo creo lo más importante es alimentar una base virtual para hacer un intercambio metodológico y una sistematización de experiencias. Esto es algo que se hace poco. Además, la plataforma tiene un gran potencial, pues pertenece a Conare».
«Es necesario empezar la discusión en la universidad y crear esa cultura de sistematizar las experiencias junto con las comunidades, devolverles lo que ellos hicieron. Esto es muy importante para la gente”, opinó.
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