Abrir Noticia Guardar

George Clooney tiene malaria

El pasado mes de enero, durante un viaje a Sudán, el actor estadounidense George Clooney enfermó de malaria. El parásito Plasmodium, causante de la enfermedad, no hizo excepción alguna entre la estrella hollywoodense y el sufriente africano promedio. Su atractivo, riqueza y glamour resultaron exiguas credenciales frente a los síntomas típicos de la malaria: dolor de cabeza, vómitos, fiebre, escalofríos y diarreas, entre otros. En este caso, el ilustre ciudadano del primer mundo (Clooney) devino en anónimo tercermundista, respecto a una enfermedad que se ensaña sobre todo con África, Asia y parte de América Latina.

El pasado mes de enero, durante un viaje a Sudán, el actor estadounidense George Clooney enfermó de malaria. El parásito Plasmodium, causante de la enfermedad, no hizo excepción alguna entre la estrella hollywoodense y el sufriente africano promedio. Su atractivo, riqueza y glamour resultaron exiguas credenciales frente a los síntomas típicos de la malaria: dolor de cabeza, vómitos, fiebre, escalofríos y diarreas, entre otros. En este caso, el ilustre ciudadano del primer mundo (Clooney) devino en anónimo tercermundista, respecto a una enfermedad que se ensaña sobre todo con África, Asia y parte de América Latina.
Según la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras, la malaria forma parte de las mal llamadas “enfermedades olvidadas”, junto al sida pediátrico, la enfermedad del sueño, el kala azar, la tuberculosis y el mal de Chagas. “No hay enfermedades olvidadas, lo que hay es enfermos olvidados” corrige Raquel González, delegada de Médicos Sin Fronteras en España. Y a manera de repeler los frecuentes olvidos a los que se entrega Occidente, una estadística brutal: las seis enfermedades en cuestión matan 8000 personas por día con África a la cabeza, con sus más de 700.000 mil víctimas mortales al año solo de malaria.
En esta dinámica de olvidos, enfermedad y cruenta mortandad, las ganancias son un tema ineludible. Para las grandes empresas farmacéuticas llamadas también las “Big Pharma” (Merck, Pfizer, Novartis, Bayer), las “enfermedades olvidadas” no son rentables. Quienes las padecen, son habitantes pobres de un tercer mundo muy poco lucrativo, frente a una industria que llega a facturar 700.000 millones de euros. Según estudios de Médicos Sin Fronteras, el 90% del dinero invertido en investigaciones se enfoca en enfermedades que afectan solo al 10% de la población mundial.
Una enfermedad “olvidada” es al mismo tiempo una enfermedad “evitable”. Pero las crisis de los países pobres se invisibilizan, en una lógica cuyo desquiciado orden de valores privilegia la muerte frente a la vida. Para ilustrar, un ejemplo: el 14 de septiembre del 2008, al mismo tiempo que la agencia de las Naciones Unidas FAO informaba que con $30.0000 millones se podría salvar la vida de 1.000  millones de personas hambrientas. Estados Unidos, la Unión Europea, Inglaterra, Suiza, Canadá y Japón, por medio de sus bancos centrales, destinaron $180.000 millones como salvamento para la banca privada.
Tal vez no existan “enfermedades olvidadas”, y más certeramente deba hablarse de “enfermedades ignoradas”. De tanto en tanto los países ricos, por algún influjo mediático las descubren. Y a veces intervienen. Como en Haití. Después de un tiempo se apartan para seguir perpetuando el ciclo de olvido e indiferencia. Y ya ni el bueno de George Clooney, desde su lecho de convaleciente en algún próspero (y privado) hospital primermundista, puede dejar de recordarnos el riesgo de ser inmunes al dolor ajeno.

  • Pablo Muñoz Llanos (Abogado y docente)
  • Opinión
EnglandSpain
Notas

Este documento no posee notas.