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Los cantones del Caribe costarricense experimentan una serie de problemas sociales, como delincuencia, drogadicción, falta de empleo y oportunidades, violencia familiar y muchos otros, que tienen en vilo a los habitantes de la zona.
Un ejemplo de ello es Pococí, Guápiles, Guácimo y Siquirres, lugares donde las promesas de campaña de los políticos de turno, no pasan de ser eso: promesas. La realidad que viven es cada vez más preocupante, y aunque hay esfuerzos de las organizaciones comunales no son suficientes.
Esta es la segunda entrega de un reportaje especial desarrollado por UNIVERSIDAD, sobre la forma en que se ha incrementado la criminalidad, el narcotráfico y la desintegración de una población que podría ser de gran desarrollo económico y social. Asimismo, se ofrecerá una pincelada de la afectación que ha tenido el turismo en esta zona, por las crecientes problemáticas.
En la entrega anterior, expertos y representantes de distintos sectores de la zona dieron a conocer cómo se han visto afectadas estas comunidades por un elevado índice de delincuencia, el enorme traslado que ha hecho los últimos gobiernos, de personas provenientes de tugurios del Área Metropolitana a proyectos habitacionales en barrios de los mencionados cantones y cómo el flagelo de la droga ha tocado la puerta de miles de pobladores.
Todo esto ha generado otras problemáticas, que golpean directamente a los más inocentes y débiles de la sociedad, los jóvenes y niños, quienes deben enfrentar todos los días violencia familiar, expulsión del sistema educativo, pérdidas de valores y discriminación.
De acuerdo con Celenia Cordero, vicealcaldesa de Pococí, para nadie es un secreto que la desintegración familiar, producto en este caso de las pocas opciones de empleo y la pobreza, es uno de los elementos más importantes en el decaimiento de la sociedad, pues trae consigo una gran cantidad de problemas.
Según explicó, en estas comunidades hay una pérdida de valores; en los hogares las malas palabras e insultos son el pan de cada día y los padres, quienes en muchas ocasiones se sienten frustrados y molestos con la vida, maltratan a los chiquitos. Los niños siempre pagan por los problemas de los adultos, se quejó.
“Hemos visto papás que violan a sus hijas y procrean con ellas; incluso hay mamás que las echan a la calle, porque sienten que las muchachas les están quitando el hombre. He conocido casos que realmente alarman, pues hay adultos que ofrecen a sus hijas para pagar deudas pendientes”, comentó Cordero.
Los índices de violencia doméstica han crecido muchísimo, dado que se trasladó mucha gente que tenía una situación social marcada; de acuerdo con Wilbert Picado, abogado y líder comunal, los juzgados de violencia familiar se encuentran saturados y esto acrecienta la criminalidad.
DESDE LAS ESCUELAS
En este sentido, Lillian Brenes, psicóloga de la escuela en Jiménez de Pococí, explicó que cada año llegan más familias de precarios del Área Metropolitana de San José, abundan las madres solas y sin empleo, y sus hijos son quienes se ven más afectados. Además hay una sobrepoblación estudiantil; las escuelas y colegios no tienen capacidad para recibir y atender a esos niños y jóvenes.
“Los chicos viven mucha violencia, producto de divorcios y separaciones de sus padres; las instituciones vinculadas no hacen las intervenciones que se requieren y las familias no se involucran en la búsqueda de soluciones. Además vienen muchos niños con hambre y su única comida es que la que reciben en los comedores estudiantiles; es una situación muy triste”, detalló la experta.
A la par de las situaciones de violencia, las familias experimentan severos problemas económicos y las comunidades no cuentan con guarderías para atender a los chicos fuera de las horas de clase, hay pocos materiales didácticos y la prioridad en los hogares no es el estudio.
Existen iniciativas para apoyar a las familias, mediante un programa de recuperación integral en los hogares, que se aplica en varios centros educativos, el cual trabaja el área emocional de los chicos, se ofrecen charlas para los padres y los estudiantes, se da atención individual de prevención y se brinda seguimiento. Sin embargo, esta iniciativa se da únicamente en ciertas escuelas.
Por su parte, la docente Patricia Cerdas contó que existen muchos niños y jóvenes que son expulsados del sistema educativo, dada la falta de oportunidades y alternativas, y en poco tiempo se vinculan en actos delictivos.
En la zona hay muchos robos y es precisamente la gente joven la que incurre en estos actos para sobrevivir, desertan del colegio y se van a buscar aventura.
“La juventud está desempleada y hemos visto que a partir de los 12 o 13 años se empiezan a meter en la delincuencia, dejan sus estudios y buscan alternativas fáciles para conseguir las cosas”, argumentó Cerdas.
TURISMO PENDE DE UN HILO
De acuerdo con Celenia Cordero, no existe apoyo para el turismo, a pesar de que la zona tiene un gran atractivo y bellezas naturales, que han sido explotadas únicamente por la empresa privada y sin acceso para el ciudadano común.
Aunado a la falta de iniciativas, existe un grave problema de contaminación en la zona, debido al tipo de producción que se da, relacionada con el cultivo de banano y piña, sumado a que hay muchas áreas deforestadas.
De igual manera, hay muchas áreas que son cultivadas con químicos que son absorbidos por la tierra y que llegan a contaminar los ríos y pozos; incluso hay lugares como Siquirres y Guácimo donde no pueden consumir el agua que llega a los tubos y tienen que esperar al camión que reparte el líquido para abastecerse.
Tampoco cuentan con buenos caminos para llegar a las zonas que podrían ser explotadas para esta actividad económica, la rotulación de estas vías es inexistente y no hay muelles, situación que ahuyenta al turismo y complica aún más las posibilidades de surgir.
“Contamos con grandes bellezas naturales, como son las barras marítimas, humedales que nos muestran maravillas de la flora y fauna costarricense. En ellas hay monos, tortugas, lagartos, pájaros, lapas verdes y muchos otros que son de gran atractivo para los visitantes”, comentó Cordero.
A poca distancia de estos cantones se pueden encontrar lugares como la Barra del Colorado o la Laguna de Tortuguero, áreas de pesca; estos sitios podrían tener mayores opciones de desarrollo si se mejoraran los caminos que llegan a esas zonas. A una hora de Guápiles está Puerto Lindo y de ahí los turistas pueden tomar una lancha que los lleva a estas zonas turísticas.
“Se puede montar a caballo y viajar en lancha, pero la mayoría de proyectos e iniciativas vienen del sector privado; no hay encadenamientos productivos que les permitan a los vecinos de la zona beneficiarse de la actividad”, lamentó la vicealcaldesa.
Esperanza policial
Para los vecinos de la comunidad, una de las mejores cosas que les ha sucedido es la próxima construcción e instalación de la Academia de Policía en Balastre de Pococí. En un terreno de 32 hectáreas se desarrollará este proyecto y el financiamiento provendrá de ayudas de la Unión Europea y China.
De acuerdo con Celenia Cordero, vicealcaldesa de Pococí, se podría resolver hasta en un 80% el problema de delincuencia e inseguridad que vive la zona. “Mejorar el otro 20% nos corresponde a los vecinos y fuerzas ciudadanas, porque esto es un esfuerzo compartido”.
“Yo pienso que la delincuencia se va a reducir, pues con solo ver 500 estudiantes, así como profesores y expertos, educando, trabajando y promoviendo policías, las cosas van a cambiar. Además, podría darse un incremento del turismo y de la tranquilidad”, dijo Cordero.
En conferencia de prensa, la presidenta Laura Chinchilla anunció que la instalación de la escuela policial en esta zona es estratégica, pues es uno de los cantones con más asesinatos, con una tasa de 35 crímenes por cada 100.000 habitantes, cifra por encima del resto de los cantones. Además la meta del Gobierno es graduar al menos 4.000 oficiales antes del 2014.
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