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“…Escucharon fuerte ruido subterráneo y al ladear por el S.O. el cráter para tomar la trocha que lleva a Poasito, casi no se podía ver, había mucho gas y caía ceniza. Dice que la ceniza era muy pulverizada y amarillenta, sin calor…”. 25 de mayo de 1953. Yeudi Monestel, periodista de La Prensa Libre.
Un estudio reciente del Posgrado en Geología de la Universidad de Costa Rica (UCR) alerta acerca de los peligros del volcán Poás, cuyas últimas tres erupciones más importantes provocaron daños considerables en la agricultura y la ganadería y ocasionaron la migración de personas asentadas en los alrededores del coloso.
Se trata de la elaboración de un mapa de peligrosidad volcánica, realizado por el geólogo Raúl Mora Amador para optar por el grado de Master en Gestión del Riesgo en Desastres y Atención de Emergencias, en el cual describe los riesgos del Poás para la población y la economía del país ante una erupción similar a las del pasado.
El objetivo de este trabajo, explicó el investigador, es aportar información a las comunidades ubicadas en la periferia del volcán y a las autoridades responsables de implementar planes de emergencia, con el fin de que se constituya en una herramienta “para generar escenarios de desarrollo y no de riesgo”. Según Mora, esto se logra generando restricciones en el uso de la tierra.
“El hecho de que las erupciones volcánicas no sucedan tan seguidas como otros eventos naturales peligrosos no debe ser motivo para obviarlas”, señaló. Más bien, deben redoblarse los estudios sobre erupciones pasadas, así como la vigilancia volcánica.
El geólogo basó su investigación en las principales erupciones históricas del Poás, en cuya descripción y caracterización utilizó fuentes bibliográficas como periódicos de la época, artículos científicos, notas y cartas, entre otras.
Además, complementó el estudio con el análisis de los depósitos que dejaron dichas erupciones, lo cual sirve para caracterizar el comportamiento y los ciclos eruptivos de un volcán.
“Los volcanes avisan cuando van a iniciar una erupción”, aseguró el especialista, razón por la cual para los vulcanólogos es fundamental conocerlos.
Ubicado en la cordillera Volcánica Central, el Parque Nacional Volcán Poás recibe al año cerca de 300 000 turistas, lo que lo convierte en el volcán más visitado de Costa Rica. En sus alrededores se concentran alrededor de 400 000 personas, quienes podrían sufrir las consecuencias de una erupción.
El coloso tiene una altitud de 2708 metros y está formado por tres elementos principales: el cono Von Frantzius, la laguna Botos y un cráter activo. En este último hay un domo, el cual actualmente libera gases, y una laguna caliente, cuya agua está considerada entre las más ácidas del planeta.
ERUPCIONES HISTÓRICAS
“La calva del monte está yerma. Ni un insignificante animalillo se ve por aquellas cimas desoladas. Todo es piedra, cenizas, escoria, lodo y acaso lava. La vida ha desaparecido por entero. Las plantas, las que eran propias de la región alpina -en este caso andina-, han cedido su lugar al terror del fuego. Las ha consumido como a la zarza bíblica. Sobre la cumbre solo hay desolación. A veces, la descarga de una batería de 100 cañones parece retumbar en las concavidades sin límite del volcán”.
Así describió el periódico La Nación, el 10 de junio de 1953, el panorama en los alrededores del Poás, luego de una intensa erupción.
Según revela la investigación, el coloso ha presentado tres erupciones históricas muy destacadas: en 1834, entre enero y mayo de 1910 y de julio de 1952 a 1955.
De la primera erupción se sabe que las cenizas llegaron hasta Esparza, la segunda fue observada desde la capital como un gran hongo y en la tercera, la más violenta y de mayor duración, la laguna cratérica se evaporó y se inició la formación del domo.
En esta última el volcán provocó sismos y caída de ceniza y lanzó lava y rocas semifundidas a altas temperaturas, cercanas a los 1000 grados centígrados, lo que los científicos llaman una erupción de tipo estromboliano.
Asimismo, por lo ríos que nacen en las faldas del volcán se registraron lahares o flujos de lodo, que se depositan en las partes bajas.
Un aspecto que hay que destacar es que en las tres erupciones estudiadas se reportó la expulsión de rocas y bloques incandescentes de más de 6,4 cm de diámetro, que caen en un área de no más de 2 km de distancia del cráter, pero que representan un gran peligro para las personas y para la infraestructura del parque.
De acuerdo con el geólogo de la UCR, la caída de rocas podría dañar el centro de visitantes, la casa de investigadores, la caseta de cobro y los caminos de acceso. “Se debe recalcar que todos los senderos para turistas del parque se encuentran dentro del radio de posible caída de bombas y bloques”, advirtió Mora.
CENIZA: LA MÁS TEMIDA
El peligro volcánico que abarcaría mayor área y afectaría más la economía del país es la ceniza, cuyas partículas minúsculas viajan con el viento a varios kilómetros de distancia del centro de emisión.
En las erupciones pasadas hubo caída de ceniza, lo que hace prever que ante una nueva erupción los cantones más afectados serían Alajuela, San Pedro de Poás y Grecia.
“La ceniza se dispersa con ayuda del viento y cuando cae lo hace ya fría, las partículas son muy abrasivas, por lo que provocan daños en todo tipo de maquinaria, desde motores de aviación hasta computadoras e impresoras; además, sistemas de aire acondicionado”, indica el estudio.
Los vehículos también podrían sufrir efectos, lo mismo que los quirófanos de los hospitales, los laboratorios farmacéuticos, la industria y los techos de las viviendas, que podrían colapsar con el peso de la ceniza.
Los hospitales San Francisco de Asís de Grecia y San Rafael de Alajuela tienen altas probabilidades de resultar dañados ante la caída de ceniza, mientras que los de San Carlos y San Ramón, en esa misma provincia, podrían tener efectos más leves.
La emisión de gases volcánicos, algunos de ellos tóxicos para los seres vivos, también constituye un factor de riesgo. Según el estudio, en el Poás el problema se presenta cuando el rumbo de los vientos es de norte a sur y genera cortinas de gas, en especial de dióxido de azufre, en el sector del mirador de los turistas, en la laguna Botos y en los senderos del Parque.
La investigación también advierte sobre la lluvia ácida, la cual seca la vegetación o no permite que esta crezca en aquellos sitios expuestos continuamente a este fenómeno volcánico. Los lugares que podrían ser alcanzados por la lluvia ácida son: Naranjo, Grecia, San Ramón, Zarcero, Esparza, San Pedro de Poás y Alajuela.
Ante una posible erupción similar a las estudiadas, Mora recomienda, entre otras medidas, realizar actividades informativas y educativas en escuelas, colegios y centros de salud, acerca de los alcances de las erupciones históricas del volcán Poás.
También considera que se debe impulsar la creación de áreas protegidas en zonas potencialmente peligrosas, como una forma de controlar el desarrollo urbanístico y turístico en los alrededores del volcán.
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