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La decisión de Costa Rica de visitar isla Calero/Los Portillos junto a una misión de la Comisión Ramsar sobre humedales, en cumplimiento, según argumenta el Gobierno, de una de las resoluciones de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), encendió los ánimos en Nicaragua, y reavivó la guerra verbal que estalló al inicio del diferendo.
Grupos de jóvenes afines al gobierno de Daniel Ortega hostigaron primero a los enviados de Ramsar y al equipo técnico costarricense, el martes 5 de marzo, tras penetrar en el territorio vedado por la CIJ y al día siguiente ni siquiera permitieron trabajar a los visitantes.
La guerra verbal escaló en los días subsiguientes, con fuertes declaraciones de uno y otro lado, pese a que para el 12 de abril estaba programada una reunión a nivel policial en el puesto fronterizo de Peñas Blancas.
“Es un juego muy perverso, lo que se necesita es que ambos países resuelvan esto en el largo plazo y reconstruyan la confianza”, dijo a UNIVERSIDAD el politólogo Luis Guillermo Solís.
Solís consideró la actitud del gobierno vecino, de enviar gente vestida de civil a insultar e intimidar a la misión Ramsar, como “una bravuconada. Es un intento de intimidación que no favorece el proceso de reconstrucción de confianza para normalizar las relaciones bilaterales de manera permanente y en el largo plazo”, denunció.
(ver recuadro 1: Parece que no hay voluntad de solucionar el conflicto, dijo el geógrafo Carlos Granados).
“El momento no es este. Costa Rica y Nicaragua pasan por un momento de suma tensión en las relaciones bilaterales, han ocurrido graves incidentes en isla Calero, ha habido declaraciones altisonantes y fuera de toda actitud constructiva del presidente Daniel Ortega contra Costa Rica, Ramsar, la OEA y Naciones Unidas”, añadió Solís.
El politólogo consideró que la resolución de la CIJ “fue sabia”, pero no tomó en cuenta el estado de crispación que existe en Nicaragua como parte del clima electoral y el empeño de Ortega de reelegirse, pese a la fuerte oposición, donde algunas de sus manifestaciones fueron reprimidas en los últimos días.
“Lo que está ocurriendo es que Nicaragua está utilizando otra vez las decisiones de la Corte y el tema de isla Calero para atraer agua electoral a su molinos. Variables como la situación interna en Nicaragua tornan mucho más difícil un diálogo sereno y responsable”, subrayó.
Por su parte, Nicolás Boeglin, profesor de derecho internacional en la Universidad de Costa Rica, también opinó que la compleja situación interna en Nicaragua y la falta de voluntad de las partes impide la búsqueda de una salida por una vía civilizada.
“Nicaragua está en proceso de reelección. Daniel Ortega necesita recuperar su credibilidad ante su opinión pública y se está valiendo de cualquier argumento para azuzar la fibra patriotera en Nicaragua. Y creo que le está saliendo la jugada”, dijo Boeglin a UNIVERSIDAD.
Sin embargo, el académico considera que Ramsar podría estar equivocando el camino en el conflicto y ha sido “usada” por los dos países.
“La Corte fue muy clara en su resolución de que Costa Rica puede entrar a isla Calero, en coordinación con Ramsar e informando previamente a Nicaragua. Pero hay un pedacito de la frase que dice: en el caso de que se estén causando daños de carácter irreversible”.
Esto significa, a criterio del experto en relaciones internacionales, “que para la Corte lo más obvio era que los dos países se pusieran de acuerdo en una situación determinada y colocó a un árbitro técnico que es Ramsar.
Pero este organismo no está cumpliendo su papel de árbitro. Lo que estamos viendo es cómo las partes juegan con ese árbitro. Por ejemplo, no ha entregado el informe de la visita que hizo a Nicaragua a fines del año pasado, luego de ir a la zona invitada por Costa Rica”.
“Ramsar debió entender el mensaje de La Haya de que venía a arbitrar y eso significa que usted tiene dos partes y debe velar porque mantengan los mismos criterios y eso no se está haciendo, está siendo utilizada por los dos países”, dijo Boeglin.
Para el académico, lo ideal es que los dos países hablen desde el punto de vista técnico del problema y que Ramsar tercie para unificar criterios. “Esto al día de hoy no se ha hecho y siento que no hay voluntad de hacer ese acercamiento”, dijo.
“Uno hubiese esperado que cuando la Corte obliga a Nicaragua a retirarse, y esta lo hace, todos los canales diplomáticos (incluido el nombramiento de un embajador allá) se reestablecerían y lastimosamente esto no se ha hecho”, advirtió.
“No se aprovechó esta ocasión y ahora los dos países están enfrascados de nuevo en una guerra verbal, protestas, y eso puede seguir indefinidamente. Uno puede entender que no hay ninguna voluntad de parte de los dos gobiernos de arreglar este asunto. Hay funcionarios (de los dos lados) que parece se complacen con esa situación tensa en la frontera, por algún interés, no sé cuál, y eso a largo plazo es muy delicado”, apuntó el académico.
Por su parte, el biólogo Freddy Pacheco discrepó con Boeglin sobre el papel de Ramsar, pero sí comparte el criterio de que el conflicto y el envío de la misión exploradora al humedal ha sido usada por Ortega para exaltar el “espíritu patrioteril”.
“Daniel Ortega está en campaña electoral muy dura, con manifestaciones opositoras que son reprimidas. Y todo está siendo usado por el presidente de Nicaragua, hay manipulación de la opinión pública, diciendo que Costa Rica está violentando las normas impuestas por la CIJ, que los nicaragüenses ni siquiera conocen”, dijo Pacheco a UNIVERSIDAD.
Lo que sucede, añadió Pacheco, quien también es profesor de la Universidad Nacional, es que el gobierno de Nicaragua celebró las medidas cautelares de la Corte como una victoria y en realidad “nada tenían que celebrar”.
“La corte dijo que ellos tenía que salir de isla Calero y no regresar, mientras que Costa Rica sí podía hacerlo para proteger el ambiente. Y para saber si había daño irreversible había que llegar hasta la zona, no había otra forma. Creo que ellos tampoco querían que se conociera en el terreno la envergadura del daño ambiental que causaron”, dijo Pacheco.
“Ahora Daniel Ortega lanza una cortina de humo para ocultar el fracaso y exacerba el clima patriotero. A Daniel Ortega no le importa que Nicaragua haga el ridículo. Lo mismo hizo en la OEA, en la reunión de cancilleres, en la reunión de presidentes en Argentina y en La Haya. No le importa porque lo que necesita es la reelección”, manifestó el biólogo.
Pacheco advirtió que posiblemente surjan nuevos problemas fronterizos mientras persista el ambiente electorero en Nicaragua. El ambiente creado por el conflicto con Nicaragua también favorece a la presidenta Laura Chinchilla, “pero no creo que esté dentro de sus planes sacarle el jugo a esto”, comentó.
“Y esto porque a diferencia de Nicaragua, si aquí se demuestra que es así, la haría caer a ella”, dijo Pacheco.
No hay voluntad para solucionar el conflicto
Para el geógrafo Carlos Granados, resulta evidente que no existe voluntad de las partes para lograr una solución al diferendo provocado por la invasión de Nicaragua a isla Calero/Los Portillos, en octubre pasado.
“En el corto plazo todo este asunto es rentable para Nicaragua, no en el largo plazo. Aquí (en Costa Rica) también hay gente que ha respondido torpemente, como decir que se iría a Calero a buscar pruebas para presentar a La Haya. Eso no se dice aunque se piense. Esto va a escalar, no veo que las relaciones vayan a mejor”, lamentó Granados, quien también es profesor de la Universidad de Costa Rica.
“Creo que hay falta de voluntad, ya el asunto se puso en manos de La Haya, pero ya sabemos que históricamente los dos países han sido incapaces de lograr entendimientos sensatos. Siempre hemos ocupado de terceros, primero el laudo Cleveland, el Alexander, y la presencia de Inglaterra y Estados Unidos, para alcanzar acuerdos. Parece que no hay capacidad de entendernos, no hay suficiente vocación ni intención”, añadió Granados en declaraciones a UNIVERSIDAD.
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