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Mientras las ticas y ticos se desbandaban gustosas y gustosos a hacer filas de horas para pagar precios desorbitantes para celebrar la inauguración del Estadio Nacional pagado con las aletas sangrientas de la Isla del Coco y zonas aledañas de nuestro “paraíso ecológico” de país, a mi pareja y a mí nos decían “con todo respeto” en el Club 80s en los Yoses que no podíamos bailar, ya que este “no es un bar de ambiente”.
Porque Costa Rica tampoco tiene nada de “paraíso democrático” o “paraíso de los derechos civiles”, a mí el discurso de la igualdad y el pura vida me tiene harta. Sería mejor empezar a decir las cosas como son. “Defendamos los derechos de los animales pero yo quiero ir a ver a Shakira menearse como loba, cortesía de la tortura de los tiburones a manos de la mafia china”.
“En Costa Rica se defienden los derechos laborales tanto como los derechos humanos, excepto en las cláusulas del Tratado de Libre Comercio con China”. “En Costa Rica se respeta a todo el mundo pero si usted es lesbiana séalo en privado, porque solo en pornografía misógina me parece aceptable”. La meta de que a las personas homosexuales se nos “tolere” me importa un pito. ¿Acaso yo necesito que me toleren? O sea, ¿cómo se tolera o no el chile o la lactosa? No. Esa no es una opción. Pero, como ciudadana que soy, sí exijo que se me respete y se otorgue el mismo valor a mi vida como a la de las demás personas. Que una administradora de un bar cualquiera, en el cual estoy pagando como cualquier otra cliente, se crea en el derecho de decirme qué puedo y qué no puedo hacer, “porque tiene que cuidar su clientela, que consta de parejas RESPETABLES CASADAS” me da ganas de pararme en media calle y ponerme a gritar y gritar y gritar y no parar nunca. Estoy indignada, asqueada y harta de la hipocresía de este país.
Pago impuestos pero no me puedo casar; pago la Caja pero cubro más al desconocido de la esquina que a mi pareja; la Universidad me respeta pero me mandan formularios de la Junta de Ahorro y Préstamo para préstamo de vivienda que no tienen casilla para marcar mi estado civil real. Yo quiero que si la UCR me respeta, ¡que se vea en las calles! ¿O no voy yo a apoyar y a defender todas las causas de las y los demás? Y lo hago gustosa y de corazón porque entiendo que cada ofensa contra mis compañeras y compañeros es una ofensa contra mí.
Espero que también funcione al revés y que a la próxima marcha del Beso Diverso me acompañen las y los de los sindicatos, las maestras y los maestros, las y los de JAPDEVA, de las cuatro universidades del Estado, la gente de Crucitas, las y los indígenas, la gente del ICE y el INS y todas, todas las personas que entiendan de una vez por todas que hasta que yo como homosexual tenga los mismos derechos que ellas y hasta que no se entienda que es inmoral sacrificar a nuestros tiburones para tener un Estadio Nacional, este no es un país en el que valga la pena vivir.
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