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Saprissa y Heredia pintan finalistas

Herediano hizo valer su cancha, mientras que San Carlos no pudo en la suya.

Herediano hizo valer su cancha, mientras que San Carlos no pudo en la suya.
En series cortas de ida y vuelta y en instancias semifinales y finales hay que hacer valer la cancha. Si no se saca ventaja jugado como local, el juego de vuelta se convierte en infierno: surgen las llamas por todas partes y se calcinan los cuerpos de la visita.
Acabamos de verlo en los cuartos de final: Santos y Cartaginés no ganaron en casa y se despidieron en la vuelta ante Saprissa y San Carlos, respectivamente. Pérez Zeledón empató en su hogar y luego dijo adiós. Limón tampoco pudo con Herediano en el Juan Gobán.
El domingo pasado, San Carlos recibió al Saprissa y Herediano, a la Liga. Los morados se dieron el lujo de derrotar a los toros 2-1. Esto los puso contra las cuerdas y a punto de que el juez les cuente 10 tendidos en la lona del estadio de Tibás.
Mientras tanto, los florenses se encontraron, casi sin buscarlo, un resultado escandaloso de 4-2. Se aprovecharon de una cadena de yerros de la retaguardia manuda, poco acostumbrada a recibir cuatro “pepinos” en su meta. La serie de desaciertos de los defensores erizos resultó de antología.
Ahora, la nueva reglamentación de este campeonato pone a San Carlos casi a “cantar viajera” y da al Alajuelense una leve posibilidad. La norma dice que en caso de empate en puntos y goles, entre los equipos que disputan las series, se favorecerá al club que tuvo mejor rendimiento en la primera fase del campeonato.
Saprissa tiene mejor promedio que San Carlos y el Alajuelense que el Herediano. Si se repiten los resultados de los juegos de ida pero al revés, o sea, San Carlos derrota al Saprissa 2-1 en Tibás y la Liga 4-2 a Herediano en el Morera Soto, clasifican morados y manudos.
En síntesis, para que San Carlos y Alajuelense avancen a la final, deben ganar por dos goles de diferencia. Saprissa y Heredia sobreviven si ganan, si empatan o si pierden por un gol de diferencia.
Esto se define el domingo 1 de mayo.
TOROS IMPOTENTES
San Carlos no puede con Saprissa; ya lo había eliminado hace un par de torneos cuando los morados quedaron campeones -con Roy Myers como entrenador-. Ahora cuando se suponía que el equipo de Daniel Casas estaba en su punto más alto y óptimo para darle el zarpazo al “Monstruo”, un descuido del defensor sancarleño, Alejandro Valverde, y un gol de Douglas Sequeiro, gestado en “bola muerta” -especialidad de la casa morada-, fueron suficientes para ubicar a los toros casi fuera del redondel.
Fue desconsolador para los miles de aficionados, que llenaron el estadio Carlos Ugalde, mirar como Valverde se quedó parado ante un centro desde la derecha de Walter Centeno y permitió que Armando Alonso lo madrugara, le “robara” la espalda, la billetera y el menudo; luego Alonso dio la bola a Jairo Arrieta, quien remató a placer, fue rechazada por el portero Donny Grant y el propio Alonso devuelvió a la red.
Luego, un tiro libre de José Luis López y la retaguardia norteña permitió que Sequeira rematara de cabeza a placer, como lo hizo su compañero José Mena el domingo trasanterior para liquidar a Santos. ¡¿Cómo no se controlan estas acciones de balón parado de la S?!
Sentimos que San Carlos dejó escapar, con este resultado adverso, el trabajo de una temporada de ensueño, la cual nos presentó: una de las zonas defensivas más ordenadas del campeonato; dos mediocampistas de marca que son un lujo: Carlos Acosta y Félix Montoya; a uno de los mejores futbolistas del campeonato y cuidado si no el más destacado: Álvaro Sánchez, y al resucitado Erick Scott, desechado por el Alajuelense y ahora uno de los goleadores del certamen.
Saprissa juega con su nombre, su historia, su tradición. Es un equipo que se mueve a sus anchas en las instancias finales. Sabe cuidar resultados y jugar con la lógica de cada partido que se presenta. Si hay que apresurarse se apresura; si hay que congelar la temperatura se congela. Para eso están sus veteranos: Cordero, Centeno, Sequeira, Badilla, Wong y Arrieta, quienes saben tomarle el pulso a los partidos. Solo un tsunami en Tibás saca al Saprissa de la final.
LIGA HUNDIDA
¿Qué falta hizo Luis Antonio Marín? Parece mentira, pero resultó verdad.
El novel lateral derecho, José Salvatierra, lució huérfano y sin apadrinamiento. Él le regaló el primer gol a Víctor “Mambo” Núñez.
Giancarlo González jugó el peor partido de su carrera: pifias, malos rechazos, un penal y con su pésimo trabajo se llevó a lo más profundo del océano a su compañero Johnny Acosta, desconocido. Núñez y Olman Vargas hicieron fiesta en la zona caliente de la retaguardia eriza.
El segundo gol florense, de Vargas, es producto de una serie colosal de yerros manudos. El tercero de José Cancela, una obra de arte, aunque Salvatierra simplemente lo dejó hacer lo que le vino en gana: recepcionar; montarse la chilena y ejecutarla en la nariz del joven defensor rojinegro. El cuarto gol, el enredado penal de Gio.
Ni el más optimista de los fanáticos del Herediano se hubiera soñado que su equipo le anidaría cuatro a las redes de Pemberton. Ganar en casa sí era posible y lógico en el clásico provincial por excelencia, más no en forma tan contundente.
Mérito para el Herediano que se sobrepuso a dos situaciones adversas en el juego: lo iba perdiendo 1-0 y después la Liga se lo empató 2-2. Fueron 60 minutos donde todo pintaba a color rojinegro hasta que llegó la pintura de Cancela, el penal de Giancarlo y el juego viró hacia la ciudad de las flores.
Ahora, Alejandro Giuntini, el estratega rojiamarillo, puede jugar la vuelta con el reloj. El tiempo es suyo. Puede meter el partido en la refrigeradora y dejar que corran los minutos y la impotencia de los manudos, estos están aferrados a la ventaja que les da el reglamento.
Podríamos afirmar que a la Liga le basta con un gol en cada tiempo y no recibir ninguno, para sobrevivir. Misión difícil, pero no imposible. Su público va a empujar y va a colaborar. Puede que la Liga saque el resultado; lo vemos mucho más complicado para los norteños.

  • Gaetano Pandolfo Rímolo 
  • Deportes
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