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Las puertas para el regreso de Honduras a la Organización de Estados Americanos (OEA) parecen abiertas con la visita del presidente venezolano, Hugo Chávez, a Cartagena el pasado 9 de abril, donde se reunió con su colega colombiano, Juan Manuel Santos. A la cita se sumó, sin anunciar su llegada con anticipación, el presidente de Honduras, Porfirio Lobo.
Suspendida su participación en la OEA después del golpe del 28 de junio de 2009, el retorno de Honduras a la organización se transformó en un tema de permanente debate en la política regional. Gobiernos como el de Brasil —durante la presidencia de Lula—, de Argentina, de Ecuador o de Venezuela se oponían a que un régimen producto de un golpe militar compartiera en igualdad de condiciones con los organismos regionales.
CUATRO DEMANDAS
Si bien debió ser cuidadosamente preparada, la cita en Cartagena resultó una sorpresa para los dirigentes de la organización de la resistencia hondureña: el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP). Pese a que el coordinador general del Frente es el derrocado Manuel Zelaya, quien actualmente vive en República Dominicana.
Esa sorpresa se expresó por diversos medios y en el anuncio de una próxima reunión del FNPR, en la cual analizarán las consecuencias de la cita celebrada en Cartagena.
Lobo dijo, a su regreso, que Zelaya le solicitó resolver diversas demandas para facilitar el retorno del gobierno de Honduras a la OEA, entre ellas la celebración de una Asamblea Constituyente, cuya posible convocatoria fue el argumento esgrimido por quienes lo derrocaron en el 2009.
El expresidente presentó, además, otras tres demandas: la eliminación de los juicios pendientes en su contra, el retorno de los exiliados políticos y permitir su amplia participación en la vida política del país.
La anulación de esos juicios es clave para que Zelaya pueda retornar al país, primera condición para un posible acuerdo con las naciones que nunca han reconocido el gobierno de Lobo, entre ellas Brasil y Argentina.
El presidente hondureño ha mostrado disposición a atender esa demanda, pero unida a lo que llamó “la solución del tema de las Fuerzas Armadas y la Junta de Comandantes”, pues algunas personas están acusadas de haber roto la constitución y desencadenado la represión en Honduras cuando derrocaron a Zelaya. A estos también se les otorgaría amnistía.
REACCIONES
El subcoordinador del FNRP, Juan Barahona, estimó que cualquier reunión a partir de lo acordado en Cartagena debe tener como «objetivo principal el regreso de Manuel Zelaya al país con todos sus derechos y sin ser juzgado».
«El presidente Chávez no va a negociar nada en contra de la Resistencia Popular, ni tampoco lo hará el expresidente Zelaya», estimó Barahona.
“¿No era Chávez el demonio comunista la verdadera razón del golpe de Estado?”, se preguntó, por su parte, Lorenzo Alberto Raudales, del movimiento de resistencia hondureña, en un artículo sobre los cambios en la “diplomacia golpista”.
En su opinión, la reunión en Cartagena “no pronostica cambios importantes en la política interna del régimen, más allá de las que concesione la oligarquía para lograr el reconocimiento regional. Toda acción de Lobo Sosa y cualquier otro funcionario de los tres poderes de la oligarquía se planteará en función de profundizar el proyecto que iniciaron con el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 y que ahora corre peligro de venirse abajo por la precaria credibilidad del régimen”, estimó Raudales.
La reunión en Cartagena –escribió Aníbal Delgado, en el diario La Prensa de Honduras– “no es ni una encerrona para Chávez, ni una alegre reunión de camaradas en el bello escenario colombiano, ni una estrategia aislada de Colombia y Venezuela. Es, nos guste o no, la parte visible de un proceso político diplomático en el que están involucrados, además de Venezuela y Colombia, los países de la Alba, Cuba y los Estados Unidos”.
En todo caso, para los sectores más militantes, “Zelaya negoció, semanas antes este encuentro con Chávez y Lobo”. Y agregan, con dureza: “Lamentablemente Zelaya nos miente. Sin mencionar su conocimiento previo del cónclave, en una escueta carta señala que fue llamado el mismo día y a la misma hora (le faltó decir “y por el mismo canal”), para platicar con los presidentes reunidos en Cartagena de Indias. Remata en su carta que se va a ‘mantener vigilante’ de ese proceso de negociación. Lo que no menciona es que él es el centro de la negociación misma”.
Chávez también fue criticado. “Lo que hay que tener claro –agrega Galel Herrera, otro representante de la resistencia– es que el presidente venezolano no escucha a la Resistencia (FNRP) en Honduras, o por lo menos al sector que se niega a reconocer a Lobo, y que no quiere por ningún motivo que el régimen sea reconocido en la OEA y tampoco por la mayoría de las naciones del continente”.
CAMBIOS
La reunión de Cartagena muestra que no han cesado las negociaciones en torno a la crisis hondureña y que, 15 meses después del golpe militar, todos los sectores involucrados se han movido para acercar posiciones.
Para el analista político y catedrático Manuel Torres, citado por la prensa hondureña, «la diplomacia de Lobo busca mantener el objetivo de romper el aislamiento internacional del país, y lo hace tanto por la inminente Asamblea de la OEA (de junio próximo en El Salvador) como por razones internas».
Torres cita razones internas como “la pesada carga financiera que representa para Honduras los altos precios de los combustibles», para explicar el acercamiento a Chávez, con quien incluso habló del alto costo de los derivados del petróleo, entre otros temas.
El mandatario venezolano suspendió, inmediatamente después del golpe, el acuerdo que su país tenía con Honduras. Acorde a este, se suministraba hasta 20 mil barriles diarios de crudo, lo cual otorgaba al país muchas facilidades de pago de una factura. Esta comenzó a crecer nuevamente con el alza de precios del petróleo.
Rafael Alegría, dirigente de Vía Campesino y miembro de la resistencia, destacó que Honduras vive “una gran crisis económica, con altos índices de desempleo”, agudizada desde el golpe de Estado.
En medio de una efervescencia popular, las protestas contra el régimen de Lobo siguen, especialmente la de los maestros. También, son particularmente graves las luchas en el campo, tanto en el Bajo Aguán como en la península de Zacate Grande, en la costa sur de Honduras. Allí, los campesinos llevan más de 11 años luchando por la tierra.
El 12 de abril miembros del FNRP salieron nuevamente a las calles para “exigir al gobierno el fin del alto costo de vida, de la impunidad y el restablecimiento de los derechos democráticos que consideran cesaron desde el golpe de Estado de junio de 2009”.
Durante la administración de Lobo, quien asumió en enero de 2010, se han encarecido en 6% el costo de los 200 productos de la canasta básica familiar, según datos oficiales, y el galón de gasolina superior pasó de $3 a $4.
Todo este proceso coincide, también, con el anuncio de la apertura de una segunda base militar estadounidense en Honduras en menos de un año. La primera fue establecida en abril del 2010 por el Comando Sur en el departamento de Gracias a Dios, fronterizo con Nicaragua.
El anuncio se dio a conocer el 13 de abril pasado, durante la segunda visita del jefe del Comando Sur, el general Douglas Fraser, al país en un año.
OEA
En la reunión de Cartagena, Colombia y Venezuela acordaron trabajar en un documento que sirva de base para lograr el regreso de Honduras a la OEA. Ese documento será presentado a la 41ª Asamblea General, la cual se celebrará del 5 al 7 de junio en El Salvador.
El documento será preparado por las cancillerías de Colombia y Venezuela, con la participación de Lobo y del propio Manuel Zelaya, según se informó en Bogotá.
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