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El diferendo que enfrenta a Costa Rica y Nicaragua por la posesión del pequeño territorio fronterizo de Isla Calero/Los Portillos favoreció los intereses políticos de la presidenta Laura Chinchilla y de Daniel Ortega, según el criterio de un diputado y cinco analistas.
Casi dos meses después de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ordenó el retiro de tropas y policías del territorio en disputa y recomendó a los dos países buscar un acercamiento para lograr una salida amistosa, los esfuerzos en ese sentido no avanzan como se propuso el tribunal.
Costa Rica invitó a una misión de la comisión RAMSAR para la protección de humedales a visitar isla Calero y Los Portillos el pasado 4 y 5 de abril, en consonancia con una de las resoluciones de la CIJ.
El gobierno de Nicaragua envió grupos afines y periodistas a la zona fronteriza, quienes hostigaron a los visitantes, que penetraron acompañados de expertos costarricenses (ver recuadro 1: “A los dos les conviene el conflicto”, dice el diputado José María Villalta).
El 12 de abril un verdadero espectáculo circense se presentó en el sector fronterizo de Peñas Blancas, durante un intento para realizar una reunión en el nivel policial.
Pese a la retórica sobre la necesidad de buscar rutas de diálogo, ninguna de las dos delegaciones aceptó pisar territorio vecino y hubo cortes de mallas para que las delegaciones se encontraran en la propia raya limítrofe. El único resultado de la cita fue reprogramar un nuevo encuentro en Guatemala, país mediador junto a México, el 5 de mayo.
Para algunos expertos, se trata, con intención o no, de una especie de juego por cuanto mantener vivo el conflicto rinde beneficios políticos tanto para Chinchilla como para Daniel Ortega, quien trata de imponer su candidatura para una reelección en los comicios de noviembre.
La última encuesta realizada por la empresa UNIMER, para La Nación, que detectó una caída en la popularidad de Chinchilla, dejó establecido que el manejo del conflicto con Nicaragua era considerado, en marzo, como el principal logro atribuido por los costarricenses a la mandataria.
De acuerdo con el estudio, el conflicto tenía entonces eco en 70% de los costarricenses, de los cuales 46% consideraba que el manejo del problema con la vecina nación era la mayor carta de presentación.
Mientras tanto, en Nicaragua Ortega alcanzó en octubre, cuando estalló el diferendo, la mayor cima de popularidad desde el año 2007, de acuerdo con un sondeo de opinión realizado allá por una firma encuestadora.
Entre noviembre y febrero, la popularidad alcanzó los techos más elevados para la mandataria costarricense, quien ganó las elecciones del 2010 con una elevada votación, 46,9 %, casi el doble de su más cercano contendor, Ottón Solís, quien obtuvo aproximadamente 25%.
Una encuesta realizada entre el 22 de noviembre y el 8 de diciembre por el Centro de Investigaciones y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica (CIEP), publicada por UNIVERSIDAD, reveló que 52,9 % de los entrevistados consideraba el conflicto con Nicaragua como el mayor problema enfrentado por el gobierno de Chinchilla, de los cuales 52,8 % llamó bueno o muy bueno el manejo de la crisis y 46,4 % lo calificó de malo o muy malo.
Para el sociólogo e investigador de la consulta de opinión, Manuel Rojas, en la última encuesta la imagen de Chinchilla frente al problema con Nicaragua comienza a evidenciar síntomas de desgaste. “Al comienzo el diferendo le sirvió mucho a la presidenta, aunque creo que ese rédito ya se acaba, pues el fallo de la CIJ en marzo no satisfizo las expectativas de muchos costarricenses”, dijo Rojas a UNIVERSIDAD.
Criterio similar emitió Juany Guzmán, directora del CIEP, para quien “los réditos (para el Gobierno) fueron muy buenos, pero de muy corto alcance”, según comentó Guzmán.
SHOW MEDIÁTICO
La socióloga Montserrat Sagot dijo que en el caso del conflicto entre Costa Rica y Nicaragua “el show mediático es muy evidente. Si bien el gobierno de Nicaragua inicia el conflicto, la verdad es que le ha venido como anillo al dedo al gobierno de Laura Chinchilla”, opinó.
La socióloga explicó que en casos de conflictos como el de Calero y en momentos de crisis política es muy usual que los gobiernos recurran al espíritu nacionalista y de unidad nacional usando problemas reales o construidos con un gobierno extranjero, porque “generalmente da buenos réditos políticos”.
“Creo que Laura Chinchilla, en lugar de bajarle el tono más bien lo ha usado, como el de llamar filibusteros a los nicaragüenses” durante el discurso del 11 de abril, dijo.
Comentó que ambos gobiernos están compartiendo la exaltación del nacionalismo y la intensificación de conflictos políticos con el otro para obtener réditos en su popularidad; “en el caso de Chinchilla para mantenerse a flote en las encuestas”, cuando está por cumplir su primer año de gobierno, subrayó.
Por su parte, para el exdiputado Alberto Salom, los dos países, y especialmente Costa Rica, deben manejar el problema con prudencia.
“Cuando uno no quiere dos no pelean, aunque hubiese provocaciones del lado de Nicaragua, Costa Rica debió mantener una posición muy cuerda”, dijo Salom.
Por su parte, el diputado del Frente Amplio, José María Villalta, señala que el conflicto ha servido a los dos gobiernos, especialmente para sustentar niveles de popularidad y esconder problemas y fallas en sus administraciones.
“Lamentablemente, creo que el conflicto les conviene a los dos y me preocupa que no se esté haciendo todo lo posible para bajar el tono, por buscar un mejor ambiente de diálogo”, dijo el legislador.
Villalta se mostró convencido de que a quien más le sirve mantener la disputa en la opinión pública es a Ortega, ante la proximidad de las elecciones en Nicaragua.
“Pero también he visto que el gobierno de Costa Rica podría verse beneficiado para distraer la atención de los grandes y crecientes problemas nacionales. Es un tema que ha ayudado a la presidenta a mantener en forma ficticia alta su popularidad”, comentó.
José Carlos Chinchilla
“Espectáculo ha sido patético”
El sociólogo político y académico, José Carlos Chinchilla, dijo a UNIVERSIDAD que los dos gobiernos han montado “espectáculos patéticos”, como el hostigamiento a la misión RAMSAR o el comportamiento en la cita de Peñas Blancas del 12 de abril, y puso en duda la existencia de una verdadera voluntad política para solucionar el diferendo fronterizo.
“El problema es que en el caso del gobierno de Costa Rica tiene que manejar bien el conflicto porque un error puede costarle carísimo. He escuchado declaraciones del vicecanciller Carlos Roverssi que no contribuyen a la búsqueda de la paz. El lenguaje que estamos utilizando no es apropiado”, comentó.
Opinó que para el consumo interno cierto tipo de discurso en relación con Nicaragua “deja réditos al Gobierno, le favorece”, pero “no contribuye en nada a la solución del problema”.
“Uno siente como que no hay una voluntad muy expresa de que el conflicto termine ya, porque independientemente de si se tiene o no la razón, a veces se lanza gasolina a la hoguera”, advirtió.
“Lo que ocurrió en la frontera de Peñas Blancas, botar una malla, ninguno ponía un pie en el otro lado, pareció parte del espectáculo mediático. Eso me pareció ridículo. Estamos dejando lo esencial por lo menos esencial, como es la lucha contra el narcotráfico en la región fronteriza”, dijo.
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