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Esta palabra debe ser desconocida para la mayoría de los que lean esto. Cuando yo era niña se usaba mucho; pero de eso… hace ya mucho rato.
Cada vez que algo se rompía y podía ser importante en nuestras vidas, como el brazo de la muñeca preferida o que la cabeza se despegara de nuestro peluche; siempre la exclamación era la misma… ¡Acharita!.
No pueden imaginar los jóvenes lo que sentimos las personas mayores ante la pérdida de nuestro querido San José. Era un pueblo limpio y sobre todo tranquilo; se caminaba de día o de noche sin sobresalto, sin pensar quién viene detrás o con quién te vas a topar. Las puertas de las casas siempre estaban abiertas; prensadas con una piedra o un caracol. Los vecinos entraban a las casas sin llamar y siempre sabíamos los nombres y apellidos de todos ellos.
Ya sé que usted estará pensando en… ¡Qué señora esta tan anticuada! Pero viera que vivo muy, muy actualizada; leo mucho, veo televisión y vivo totalmente al día. Y cada vez me duele más ver el estado en que se encuentra nuestra querida Capital y en general nuestro país.
Cómo es posible que caminemos por el centro de San José y veamos ratas subiendo de las alcantarillas, basura por todos lados e indigentes durmiendo en las aceras y, esto es de no acabar: carreteras, puentes, etc. Es de morirse de la tristeza y claro, nada de esto parece tener arreglo, pues son asuntos de muchos años sin atenderse y pareciera que ya no tienen solución. ¡Acharita San José!
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