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La historia de la meteorología en Costa Rica

Me satisfizo realizar la presentación escrita del libro Evolución de las ideas meteorológicas y el impacto del clima en la sociedad costarricense (1502-1860), escrito por mi amiga y amigos Flora Solano, Ronald Díaz y Jorge Amador, quienes se dedican a la investigación de temas relacionados con la historia de la ciencia, entre otros temas de interés.

Me satisfizo realizar la presentación escrita del libro Evolución de las ideas meteorológicas y el impacto del clima en la sociedad costarricense (1502-1860), escrito por mi amiga y amigos Flora Solano, Ronald Díaz y Jorge Amador, quienes se dedican a la investigación de temas relacionados con la historia de la ciencia, entre otros temas de interés.

Es que tenemos algo en común, y es la pasión por la historia de la ciencia. A menudo me han preguntado si es necesario hacer historia de hechos que no importan a nadie y es una forma miserable de perder tiempo y recursos.
Para los que piensan así, les respeto sus opiniones pero no las comparto, porque el ejercicio de historiar procesos, eventos y personajes es un ejercicio académico intelectual, pero asimismo, profundamente práctico, en el tanto los resultados sean usados para entendernos en nuestro presente y direccionar con más discernimiento los procesos actuales para construir el futuro, que irremediablemente se convertirá en un presente y finalmente en un pasado. La práctica pura de la ciencia y de la tecnología debe humanizarse y parte de esa humanización es la historia.
En el anterior sentido, los que como en mi caso rozamos tímidamente la ciencia, vemos en la historia una disciplina humanista que hace que enfoquemos nuestras acciones hacia la función social de la ciencia y la tecnología.
 
El estudio del clima, partiendo de la historia de la ciencia que lo estudia, hace que el científico se posicione con mayor criterio ante la disyuntiva de hacer ciencia por hacerla o, por el contrario, hacerla para enfrentar sus resultados con el ser y estar de la sociedad, una sociedad que necesita aún adaptarse al incorporar los procesos naturales en sus respectivos procesos de desarrollo socioeconómico.
En otras palabras, no tiene sentido tanta parafernalia tecnológica en torno a un problema científico, si los resultados de enfrentar este no llegan a permear a la sociedad y a aportar herramientas precisas para la solución de sus problemas y para la disminución del riesgo.
ANTECEDENTES DEL ESTUDIO DEL CLIMA

El libro Evolución de las ideas meteorológicas y el impacto del clima en la sociedad costarricense (1502-1860) parte de los antecedentes prehispánicos, repasa la época colonial y deja traslucir las diferencias de las ideas meteorológicas entre la Colonia y la época republicana. En esta última se intensifica el interés por el clima debido a la transformación del Estado, sobre todo desde lo político (la apertura del territorio para el establecimiento de colonias extranjeras) y el económico (las plantaciones de café en franca expansión).
Es así que ya en nuestro país, el periódico El Mentor Costarricense de 1844 publicaba sendos cuadros con información del clima. Además, quienes estudiaban el clima no eran necesariamente meteorólogos, sino naturalistas que relacionaban sus observaciones meteorológicas con observaciones botánicas y geológicas. Nos damos cuenta al historiar la ciencia, cuan peligrosa puede ser la especialización, cuando por fijar la atención en una parte no se logra ver el conjunto debido a la incapacidad de hacer conexiones.
La lectura del libro nos abre diversos caminos de investigación para mostrarnos temas sobre los que se deben profundizar los esfuerzos en la investigación sobre el clima y la meteorología, como por ejemplo, las mentalidades creadas o transformadas por las condiciones climáticas, en otras palabras, cómo se transformó la mentalidad del naturalista extranjero cuando un diluvio tropical lo sorprendió en media faena científica en el campo, o al divergir de los naturalistas en cuanto a los criterios predeterminados de calor y de frío.
En la otra acera tenemos las mentalidades de los costarricenses de esas épocas, fueran estos citadinos o campesinos: ¿Qué pensaron personas acostumbradas a la rutina de la misa, del trabajo en el campo, de la charla vespertina en la pulpería o la cantina al observar a los naturalistas extranjeros tomando datos de temperatura, efectuando mediciones de lluvia o recolectando muestras de rocas o de plantas y animales? ¿De qué manera el ser costarricense se transformó por esas acciones que de alguna manera rompieron la cotidianidad de las comunidades urbanas y rurales del país? ¿Qué pensaron cuando conocieron extraños aparatos que los naturalistas usaron en su labor científica? En este sentido, la mesa queda servida.
EL CLIMA Y LA COTIDIANIDAD

La historia construida en esta obra huele también a cotidiano. Si debiera darle un nombre a este libro, escogería entre El clima, un artífice del desarrollo socioeconómico del país o Se nos moja la ropa tendida, y de seguro que escogería el segundo título, porque el libro, aparte de una reseña del desarrollo de la meteorología, está lleno de cotidianidades, desde que se nos moje la ropa en el tendedero hasta las inundaciones y deslizamientos que afectan áreas que no tienen en su desarrollo un sentido de la prevención.
Y es que si nos ponemos a analizar nuestra plástica o literatura, concluimos que el clima lo llevamos por dentro, porque a diferencia de los temblores, las manifestaciones climáticas están presentes siempre y afectan progresivamente nuestra cotidianidad.
La oralidad donde Serki es la divinidad bribri de los vientos; en el arte plástico un grabado de Francisco Amighetti La niña y el viento, en el que la niña, rígida, siente el violento soplo de Serki, o la literatura llena de clima, como El romance de las primicias, de Arturo Agüero Chaves, en el que la ilusión más que tener faz de niña o niño se extasía con el olor a los campos mojados por la lluvia de mayo allá en Coronado, o Mamita yunai de Calufa, que cuenta los infiernos personales de los peones sudando o pudriéndose bajo la lluvia en los bananales del Caribe.
En fin, este libro enriquece el acerbo de la historia de la ciencia, que se ha venido formando desde hace tiempo y que con agrado vemos como ha cobrado un carácter asintótico en la producción de trabajos que, como este, llenan vacíos en temas de tanta relevancia como la historia de la meteorología y el clima que cala hondo en la cotidianidad del país. A todos nosotros en algún momento de nuestra historia se nos ha mojado la ropa que tenemos secando en el tendedero y que deviene en un problema, porque el pantalón favorito colgaba en el conjunto de esa ropa: ¿Culpa del clima o de nuestro personal descuido?

  • Giovanni Peraldo Huertas (Geólogo)
  • Crisol
Carlos Luis FallasFranceMilitantes del PCCR
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