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Una investigación realizada en la Universidad de Costa Rica (UCR) descarta que el uso de hormonas sintéticas sean las que potencien el crecimiento y engorde acelerado de los pollos de granjas comerciales, pues no se encontraron diferencias estadísticas significativas en la comparación que se hizo con un grupo control.
Este trabajo, que se realizó por primera vez en el país, lo efectuó la Dra. Ileana Holst Schumacher, del Centro de Investigación en Hematología y Trastornos Afines (Cihata) y profesora de la Facultad de Microbiología, quien analizó muestras de sangre de 600 pollos seleccionados al azar, de 19 granjas, que pertenecen a las cinco compañías avícolas más grandes del país, ubicadas en Heredia, Cartago, San José, Alajuela y Puntarenas.
Aunque en Costa Rica no hay prohibición para el uso de hormonas en la producción ganadera ni en la avícola, como sí existe en Europa y Estados Unidos, hay una creencia popular de que los pollos son alimentados o se les inyectan hormonas sintéticas y por esa razón es que las niñas menstrúan y se desarrollan a más corta edad y los niños desarrollan senos o abultamiento de las tetillas.
Precisamente, para darle base científica a esa idea, la investigadora se propuso estudiar el tema, considerando que el pollo es un alimento muy común en la sociedad costarricense. Según informó la Dra. Holst, se calcula que en el país se consumen 52 millones de pollos al año. Esta preferencia se basa en sus cualidades nutricionales, su disponibilidad y su precio asequible, agregó la investigadora.
En los últimos 50 años, esa preferencia alimentaria ha ido en aumento en el mundo y representa una demanda muy alta para la industria avícola que tiene que satisfacer las necesidades del mercado, razón por la cual requiere una producción en un período relativamente corto.
POLLOS EN LA MIRA
Con el estudio se propuso comparar el crecimiento, engorde, estado nutricional y niveles de hormonas de 600 pollos de granjas comerciales con los datos del grupo control, conformado por 40 aves (igual número de hembras y de machos) donadas por la incubadora que brinda servicios a la Estación Experimental Agrícola “Fabio Baudrit Moreno” de la UCR, con un día de nacidas.
En ese centro de investigación fueron cuidados y alimentados los pollos por el Dr. Mario Zumbado, con una fórmula especial preparada por el Centro de Investigación en Nutrición Animal, de esa casa de estudios, que incluyó maíz, aceite de soya, leche de soya, sal marina, vitaminas y minerales. A todos se les aplicó una vacuna combinada contra la bronquitis infecciosa, la enfermedad infecciosa de la bursa, y el virus de Newcastle, tal y como se hace en las granjas comerciales.
La Dra. Holst informó que la dieta de las granjas comerciales son fórmulas reservadas que no dieron a conocer.
El período de crianza de pollos en las distintas granjas comerciales es de 40 días, razón por la cual decidieron que las aves del grupo control también serían pesadas y se tomarían muestras de sangre el último día.
“En el proceso imperó siempre el factor sorpresa, pues nunca avisamos a las granjas el día que las visitaríamos para escoger al azar los pollos que serían incluidos en el estudio, de manera que pudieran poner a la vista solo los pollos sin hormonas. Tampoco aceptamos que ellos escogieran las aves que íbamos a incluir en el estudio”, manifestó la académica.
SIN MUCHA DIFERENCIA
Los resultados que arrojó el trabajo no muestran diferencias estadísticas significativas, en cuanto a la comparación de concentraciones de hormonas en el suero de las aves ni en cuanto al peso corporal entre ambos grupos de animales.
Por ejemplo, en promedio las hembras del grupo comercial pesaron 1 953 gramos, mientras las del grupo control 1 938, mientras los machos pesaron 2 291 y 2 105, respectivamente.
En cuanto a concentraciones de hormonas femeninas, los datos revelan que las hembras del grupo comercial obtuvieron un promedio de 44 pmol/L de estradiol, mientras las del grupo control de 38 pmol/L, y en cuanto a la progesterona, el promedio del grupo comercial fue de 0,22 nmol/L y el del grupo control de 0,21 nmol/L.
En los machos las concentraciones de la hormona testosterona alcanzó un promedio de 1,99 nmol/L en el grupo comercial y 3,33 nmol/L en el grupo control.
En cuanto a la medición de la hormona de crecimiento, el estudio reveló que en promedio las hembras del grupo comercial tuvieron 18 ng/L y los machos 17 ng/L, mientras las hembras del grupo control obtuvieron 22 ng/L y los machos 20 ng/L.
Los datos sobre la presencia de colesterol total para evaluar el estado nutricional de los pollos fueron mayores en el grupo control, pues el promedio en las hembras fue de 3,64 mmol/L y en los machos de 3,85 mmol/L, mientras en el grupo comercial el promedio de las hembras fue de 3,11 mmol/L y en los machos de 3,20 mmol/L. No hubo diferencias en los niveles de triglicéridos, pues las hembras (1,24 mmol/L) y los machos (1,25 mmol/L) del grupo comercial obtuvieron niveles similares a los de las hembras (1,10 mmol/L) y machos (1,28 mmol/L) del grupo control.
Con estos resultados, la Dra. Holst consideró que el crecimiento acelerado y el alto peso alcanzado por estos pollos en pocas semanas no se debieron a los niveles de hormonas en su sangre, sino más bien podrían ser otros factores los responsables, como por ejemplo, los híbridos genéticamente modificados que se emplean para la producción avícola.
En Costa Rica trabajan con tres variedades de pollos denominadas Ross, Cobb 500 y Hubbard, las cuales tienen una gran capacidad innata de engorde.
En su criterio, el estudio tiene una limitación, como es el haber realizado los análisis a partir de muestras de sangre y no de la carne del animal, que es lo que se consume. Explicó que en general los estudios clínicos de laboratorio que emplean sangre son confiables, pues en el líquido vital se refleja todo lo que ocurre en el organismo, pero recomendó que en un futuro se examine también la carne de los pollos para poder comparar los resultados.
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