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El sistema económico, político y social de nuestro país se asienta sobre el poder de un grupo oligárquico, aliado del capital transnacional, que ha secuestrado al Estado, las instituciones, los medios de comunicaciones y la mayor parte de la riqueza, a base de expropiar a la inmensa mayoría de: la tierra, la vivienda, la educación, la salud, la seguridad, un medio ambiente sano y la riqueza producida por las y los trabajadores manuales e intelectuales, mediante el birlibirloque de un sistema salarial amañado.
Este proyecto político es injusto, por lo que día a día pierde legitimidad.
Le corresponde a la clase trabajadora, con sus legítimos aliados, levantar la conciencia, la organización, la movilización, la vigilancia, con el fin de lograr un cambio para restablecer la soberanía de la nación, la legitimidad y credibilidad. Abrir espacios para una participación política y sindical libre y autónoma, lograr un salario que corresponda, justamente, a la riqueza producida por la y el trabajador; porque aquí, en el salario, está la gran trampa del sistema capitalista y sus secuelas, la desigualdad económica, política y social que sufre el pueblo. Para asegurar, en la práctica, el éxito, hay que crear comités de control y rendición de cuentas en el nivel de las 81 municipalidades del país, del Poder Ejecutivo, del Legislativo, del Judicial, y las instituciones autónomas, sobre todo, de la CCSS.
Además, hay que revertir todo el proceso de expropiación que ha sufrido el pueblo, a manos de la oligarquía en alianza con el capital transnacional: que la tierra vuelva a los campesinos que no la tienen, que un techo digno cubra a los pobres, que la educación sea real para todos, al igual que la salud, un ambiente sano y la seguridad para todo el pueblo. El esfuerzo se debe encaminar a eliminar las desigualdades, las injusticias, la hipocresía y el engaño, para introducir en las relaciones económicas, políticas y sociales la lógica y la ética.
Los recientes sucesos en la Asamblea Legislativa reflejan la crisis de la seudodemocracia, ante lo que se impone luchar por la democracia, tal como la definiera Abraham Lincoln: “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
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