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Durante las festividades tras el día del Agricultor el pasado 15 de mayo, los productores de diferentes zonas del país encontraban pocas o ninguna razón para celebrar, pues consideran que su actividad cada vez es menos valorada y sometida a una competencia desleal que los lleva directamente a la quiebra.
Mientras los cebolleros y frijoleros hacen malabares para tratar de colocar sus productos y que no se pierdan, otros agricultores luchan a diario con un clima cambiante, altos costos en los insumos agrícolas, condiciones de crédito inalcanzables y malos precios de los intermediarios (Ver recuadro)
UNIVERSIDAD recogió los criterios de muchas personas que aún viven de lo que produce la tierra, quienes afirman que sin el apoyo necesario y condiciones justas de comercialización, su actividad está destinada a desaparecer.
Expertos consideran que el país tiene todas las condiciones: mejorar su productividad y sembrar gran parte de lo que se come, siempre y cuando se enfrente adecuadamente la competencia desleal que representan las importaciones de productos “baratos”.
DEFENDER AL PRODUCTOR
El decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Costa Rica, Luis Felipe Arauz, considera que gran parte de los problemas de quienes trabajan en el agro, provienen de la definición de “seguridad alimentaria” que maneja la Organización para Agricultura y Alimentación (FAO).
“La FAO entiende que hay soberanía alimentaria cuando todas las personas tienen acceso físico o económico a ciertos alimentos inocuo-nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarias”, citó Arauz.
“No importa de donde vengan los alimentos, por lo que este concepto ha sido utilizado por los gobiernos para importar los alimentos sin importar si hay o no producción”, indicó.
Para Arauz, los agricultores costarricenses se están viendo sometidos a una “competencia desleal” que debe ser reconocida y atacada como tal por el Gobierno, pues se está condenando a la pobreza y el desempleo a muchos agricultores.
“Por ejemplo, en Nicaragua y Costa Rica los rendimientos de frijol andan parecidos; sin embargo, es mucho más barato producir los frijoles en Nicaragua. Se está poniendo a competir a nuestros agricultores con gente que trabaja por un salario de hambre, que muchas veces les pagan hasta con un plato de comida”, aseguró el académico.
El decano citó que actualmente Costa Rica produce cerca del 57% de las calorías de origen vegetal que consume, esto principalmente por las importaciones de trigo y algunos aceites.
En el caso de la proteína vegetal, el país solo produce el 25% de lo que consume, pero si fuera autosuficiente en frijol, el porcentaje se elevaría hasta un 65%.
“Entonces tenemos una situación de inseguridad alimentaria en cuanto a proteínas vegetales. En proteína animal se dice que producimos el 100% de lo que consumimos, pero esto es relativo, porque gran parte del alimento para los animales son concentrados importados”, explicó Arauz.
El experto comentó que la definición de la FAO ha llevado a desestimular la producción de alimentos básicos, el desmantelamiento de la capacidad productiva y el encarecimiento de la tierra.
“Se apuesta por una ecuación que yo todavía no entiendo bien. ¿Cómo las ganancias de una transnacional piñera se van a convertir en ingresos para que los consumidores compren granos básicos?”, cuestionó Arauz.
El decano criticó el hecho de que se apueste por la producción nacional solo en momentos de crisis, como sucedió en 2008 con el incremento de los precios de los alimentos, pero en cuanto se baja el precio internacional, se abandona al productor.
Arauz abogó por una mayor unión entre los productores agrícolas para buscar canales de comercialización directos, y colaborar en el desarrollo de mejores semillas y tecnología que mejore sus rendimientos por hectárea.
Guido Vargas, de la Unión Nacional de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (UPA-Nacional), criticó el cómo se fue desmantelando la estructura estatal de apoyo al productor en el país, mientras en las naciones desarrolladas se les subsidia a razón de $1.000 millones diarios.
Vargas recordó la importante labor de estabilización de precios que desempeñaba el Consejo Nacional de la Producción (CNP), con la cual se protegía a los consumidores de la inestabilidad natural del mercado de los alimentos.
El dirigente aseguró que la desaparición de estos mecanismos solo abrió las puertas a la importación manejada por unos pocos, que encuentran producto más barato en otros países, pero no transmiten ese mejor precio a los consumidores.
Vargas señaló que los tratados de libre comercio limitan la facultad del Estado para ayudar a sus agricultores, mientras las grandes potencias mantienen sus mercados cerrados y lejos de la competencia.
TLC con China traerá “avalancha” de frijoles
El diputado del Frente Amplio, José María Villalta, denunció que si se ratifica el Tratado de Libre Comercio con China, que está pendiente en segundo debate, los productores de frijol costarricenses estarían condenados a la desaparición.
Según dijo Villalta a UNIVERSIDAD, el acuerdo comercial firmado en abril del año anterior, contempla una cuota de importación por año de 10 mil toneladas de frijol negro, que pueden ingresar sin pagar impuestos durante seis meses al año.
“10 mil toneladas es el equivalente a la producción nacional. Si hoy con altos impuestos todavía nuestros frijoleros tienen problemas, ahora con estas cuotas simplemente se les condena a desaparecer”, afirmó Villalta.
El diputado indicó que este TLC además contempla una eliminación de los aranceles que rigen para la importación de frijol blanco (que actualmente es del 21%) y un plazo de 10 años a la desgravación a las importaciones de frijol rojo, en ambos casos en cantidades ilimitadas.
“Yo les estaría pidiendo a los otros diputados que votemos negativamente este TLC en segundo debate. No se puede entender que aquí se hable de proteger a los agricultores y vean lo que pasa con los frijoleros, que se les da un golpe tan fuerte con este tratado”, indicó Villalta.
El legislador indicó que en los últimos 25 años se ha provocado una reducción en la cantidad de productores y productoras de frijol, que eran 21 mil personas en 1995 y producían 34 mil toneladas; mientras que hoy la producción nacional es de solo 10 mil toneladas y cubre el 20% del consumo nacional.
Villalta señaló que los productores nacionales no tendrían cómo competir con una potencia como China, que tiene costos de producción muy bajos, muchas veces sustentados en malas condiciones laborales, ambientales y de irrespeto a los derechos humanos.
Para el diputado lo más grave es que se haya incluido estas cuotas en el TLC, sin que la Comisión de Asuntos Internacionales de la Asamblea Legislativa, haya citado a los frijoleros para conocer su posición.
“No podemos competir con salarios bajos”
Gerardo Tencio es horticultor de Tejar de El Guarco, Cartago, donde cultiva tomate, chile, vainica, culantro y otros productos.
Para don Gerardo, el gran problema de la agricultura nacional es que no se tiene el apoyo necesario para producir con mayor eficiencia y en mejores condiciones.
“Vivimos una gran problemática porque nos han dejado incompetentes frente a otros países. Los extranjeros subsidian a sus agricultores, mientras aquí no solo no se subsidia sino que no se dan las condiciones adecuadas para producir.”
“Aquí no hay créditos blandos para el agricultor, todo son tasas comerciales muy altas, imposibles de pagar para nosotros.”
“El tratado de libre comercio vino a afectar más al agricultor, el producto que se cultiva en Costa Rica no se vende, porque traen importaciones de países con mano de obra más barata y costos de producción ridículos, no podemos competir con eso.”
“También los precios de los fertilizantes son un problema: ya no tienen el precio de ¢45.000 por saco que tenían hace dos años, pero todavía ¢25.000 y ¢20.000 colones por saco es pesado para el bolsillo.”
“Ahora las estaciones han cambiado muchísimo, el daño a la naturaleza es muy grande y ya no se sabe a ciencia cierta cuánto va a llover. Nosotros en el Centro Agrícola tratamos de capacitar al productor, para que trabaje en ambientes protegidos y proteja los suelos, en lugar de arrancar toda la vegetación para sembrar.”
“Está muy duro”
Cecilia Mora está iniciando con una pequeña siembra de café en San Marcos de Tarrazú, y asegura que ha tenido que “jugársela sola” para hacer frente a los costos de producción.
“La verdad que está muy duro por el hecho de que los abonos están muy caros. Está difícil producir orgánico porque todavía se hace más caro, y preferiríamos algo natural, pero no se puede con los abonos tan costosos.”
“¿Créditos? No, qué va, no me prestan. Me la tengo que luchar yo sola, con mis propios medios y a como puedo; y mucho menos me dan ahora que estoy empezando; necesitamos más apoyo a ver si podemos salir adelante”.
“Tienen que regular las importaciones”
Francisco Fernández, de San Marcos de Tarrazú, es productor de aguacate, mora y granadilla, además de algunas hortalizas.
“Está difícil porque el cambio climático nos está maltratando; de pronto la granadilla, que era un producto muy sano y ahora presenta muchos problemas de enfermedades, y hasta el momento no hemos tenido los medios adecuados para atender los cultivos.”
“Con la mora el problema es la comercialización: es poca y lo que se hace es que se vende en fresco. La mora para que sea rentable para el productor tiene que ser industrializada, cuesta mucho surgir produciendo poco.”
“Hay crédito pero los intereses son muy altos y los periodos de gracia muy cortos. En agricultura hay que alargar los plazos, porque hay altas y bajas, y tras una buena cosecha, puede venir una mala”.
“Con el aguacate pasa lo mismo que con el frijol, importan montones a pesar de que hay producto nacional disponible. Me parece que lo de la importación está mal regulado, no deberían importar si hay producto nacional, que si no se vende, se pierde”.
“Upala está lleno de frijol, y aquí siguen importando”
Mayra Girón Rodríguez es una productora de frijol de Upala, que tuvo que dejar su casa para tratar de colocar en San José el producto que los grandes intermediarios no les quieren comprar.
“Uno no entiende cómo dicen que traen frijol del exterior porque aquí no hay, cuando en Upala el frijol está almacenado, no se ha podido vender, tenemos que ver cómo lo sacamos para que no se pierda.”
“Imagínese que el kilo de frijol negro lo vendemos a ¢1000 y rojo a ¢1200; pero tenemos que meterle la traída desde allá, más la comida de nosotros, es un gasto. Dejamos a nuestras familias en nuestros hogares solas por venir a esto.”
“Lo que nos ofrecen por saco no alcanza. ¿Cuánto cuesta un saco de abono ahora? ¿Cuánto cuesta pagar un peón que chapee el terreno, la siembra, la arranca? Todo cuesta y todo tiene que salir del frijol. ¿Si nos ponemos a vender el frijol tan barato que nos queda?”
“ Soy pequeña agricultora, soy madre sola y me las ingenio para tener a mis hijos en la universidad y en el colegio. Tengo 20 años con el frijol. En Upala, ¿si no es con frijol, con qué vive uno?”
“Creo que voy a ser el último cebollero de mi familia”
Ruderman Rodríguez es cebollero de Santa Ana. Afirma que no entiende por qué el Gobierno permite la importación de cebolla extranjera, cuando los productores nacionales tienen mucha guardada y de mucho mejor calidad.
“La producción nacional abastece el consumo del país, el problema es que nos matan con las importaciones. Está la cebolla por el suelo, y todavía siguen metiendo más y más.”
“Tenemos que andar por todo lado a ver cómo vendemos la cebolla, y tenemos las bodegas taqueadas y el Gobierno no nos está ayudando. Al Gobierno no le pedimos nada, pero que regule las importaciones, que son las que nos están matando.”
“El producir la cebolla nos cuesta entre 300 y 250 colones, pero a la hora de venderla los intermediarios nos ofrecen solo 100 y nos dicen “si le sirve bueno, si no, la traemos barata de afuera.”
“Yo siembro cebolla desde que tengo uso de razón. Mi familia cumple ya 108 años de producir cebolla y creo que voy a ser el último de la familia, porque mis hijos ven esta situación y me dicen: “papi, nosotros mejor estudiamos, porque con la cebolla no se puede.”
“Aquí va a llegar el momento en el que va a sobrar la plata porque todo mundo es profesional, pero no va a haber nada qué comer.”
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