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En las próximas décadas, el país verá dos importantes beneficios. Primero, tendrá que invertir menos en educación al haber menos estudiantes jóvenes. Segundo, aumentará el capital, al haber un mayor sector de la población con capacidad adquisitiva consumiendo.
Por otro lado, enfrentará dos importantes retos: deberá invertir más en el sector salud, ante una mayor demanda de servicios, mientras que el sistema de pensiones contará con menos contribuyentes.
Lo anterior lo reveló el estudio “Retos y oportunidades del cambio demográfico para la política fiscal”, realizado por los investigadores Luis Rosero Bixby y Pamela Jiménez Fontana, investigadores del Centro Centroamericano de Población (CCP) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Rosero presentó dicho estudio por iniciativa de la Contraloría General de la República, el miércoles 25 de mayo en una charla en la UCR.
El país encara un fenómeno demográfico que si bien en la actualidad no es tan evidente, en décadas futuras traerá implicaciones importantes para las finanzas públicas. Por eso, Rosero destacó que “se analizan escenarios y tendencias con una perspectiva de muy largo plazo, de varias décadas, ya que los efectos demográficos requieren una perspectiva así”; con el fin de incentivar desde ahora políticas públicas para mitigar los efectos negativos.
De acuerdo con el investigador, Costa Rica durante el siglo anterior pasó de menos de 300.000 a 4 millones de habitantes, es decir, se multiplicó por 14. Este crecimiento de la población fue positivo, ya que significó que la base demográfica tributaria creció más rápido que la demanda demográfica por transferencias públicas; ya que hay más cantidad de población en condición laboral activa, así como más consumidores, acotó.
Para el 2060, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y el CCP, en Costa Rica habrá aproximadamente 1.5 millones de personas adultos mayores, comparadas con las 45.000 en 1960 o las 220.000 en el censo del año 2000.
En 1960, el país estaba constituido mayoritariamente por niños y adolescentes, con 56% de menores de 20 años de edad. Para el 2060, se espera que los jóvenes representen solo el 22%, si se cumple la proyección de que la fecundidad se estabilizará en alrededor de 1.8 hijos.
La investigación indica que si bien el envejecimiento de la población suele atribuirse erróneamente al aumento de la esperanza de vida, es más bien un resultado directo de la disminución de la natalidad; es decir, de la contracción de la base de la pirámide de población.
IMPLICACIONES ECONÓMICAS
Rosero hizo ver que este envejecimiento implica un mayor gasto público, pues “envejecer sale caro”, al tener el Estado que invertir más en el sector salud, para atender las demandas de una población adulta mayor con necesidades. Además, se reducirá el ingreso fiscal, principalmente por conceptos de planilla. Por otro lado, el sistema de pensiones se verá afectado, al reducirse el número de contribuyentes al pensionarse más número de personas.
Para compensar estas implicaciones negativas, Rosero recomienda planificar e implementar diversas políticas públicas a largo plazo. En materia fiscal y de pensiones, considera que algunas medidas podrían ser dolorosas, en vista de que “sería reducir beneficios o aumentar contribuciones fiscales, así como también posponer la edad de pensión gradualmente”.
Dado que “reducir recursos en el sector salud es difícil sin que se dé un deterioro de servicios, lo que hay que evitar es el incremento de gasto per cápita de salud en medicina especializada y sofisticada”, sugiere Rosero.
Como aspecto positivo, el estudio pormenoriza que el envejecimiento podría ser beneficioso para los hogares y para la economía en general, debido a que la población adulta mayor es la principal poseedora de ahorros y de capital. De igual manera, se espera que aumente la propensión a ahorrar para la vejez, cuando las personas se den cuenta que la esperanza de vida está en aumento.
Por otro lado, en materia de educación pública, al disminuir la proporción de jóvenes entre la población, el país tendría que invertir menos en este rubro. Si bien esto implica un ahorro, se recomienda reforzarla y verlo como una inversión en capital humano, para así aprovechar el bono demográfico en educación.
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