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Poder, amor, dominio propio y sabiduría
Ante la pregunta: ¿Piense usted en bienes que le gustaría tener en su vida? De inmediato el pensamiento vuela y llegan a la mente los distintos bienes (casas, propiedades, títulos, paseos, autos, etc.), los lugares que anhelamos visitar y una gran cantidad de dinero, usted pone el monto -en eurodólares- para que le rinda. Pero, la pregunta tiene dos condiciones: los bienes que deseamos no deben ser materiales, tampoco estar relacionados con la familia, es decir, son estrictamente personales.
Cuando se practica esta dinámica, las respuestas más escuchadas son: me gustaría amar y ser amado (hay quienes piensan que es imposible amar, especialmente a algunas personas), tener poder, dominio propio y sabiduría.
Estimado lector, ¿tiene usted necesidad de estas virtudes? Le tengo una extraordinaria noticia: usted tiene acceso a ellas al ser creación de Dios, son bendiciones del Creador para usted y todas las personas, sin distinción de raza, profesión, ingresos y religión. Así está escrito en la Biblia, en II de Timoteo 1:7: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” y en Santiago 1:5 “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Estas virtudes tienen maravillosos efectos positivos y transformadores en la vida de las personas, están a su disposición, y la decisión para disfrutarlas solo depende de usted.
Poder. Es la capacidad para perdonar, ser perdonado y servir; para hacer efectivos los mandamientos y promesas de la Biblia. Usted no tiene por qué cargar con la pesada carga de sus pecados, no importa la gravedad, Dios le perdona todos sus pecados, además le da el poder para perdonar toda clase de ofensas y daños recibidos, no importa si las buscó o le llegaron como “premio”. Tenga presente que la persona que perdona es la más beneficiada con el perdón. Además, la capacidad para servir a Dios y al prójimo sin esperar la recompensa recíproca, sino más bien la bendición de Dios para su vida. No lo dude, la abundante bendición llega cuando servimos a Dios y al prójimo. “El que no vive para servir, no sirve para vivir”, reza un popular refrán.
Amor. Es la capacidad para amar a nuestro Creador y al prójimo. El amor es la fuerza más poderosa en la vida de una persona y del mundo; Dios es amor y el amor todo lo puede. Él nos ama a todos con la misma intensidad y calidad de amor, nada ni nadie nos separará de Su amor. Vistámonos y permanezcamos en el amor de Dios, porque “el que permanece en amor, permanece en Dios y Dios en él”, San Juan 4:16, así también nos amaremos unos a otros.
Dominio propio. Es la capacidad de reflexión, control del carácter y las palabras, antes de responder y actuar. Muchas personas dicen, tengo el carácter fuerte, hablan lo que piensan en el mismo instante, actúan según las circunstancias; al contrario, en realidad tienen el carácter débil, ya que no pueden controlarlo. Cuántos malos ratos, enojos, disgustos y pérdida de amistades, por actuar con ligereza. El dominio propio ayuda a crecer en carácter, mejora las relaciones personales y la calidad de vida.
Sabiduría. Es la capacidad de acertar al dar una respuesta, realizar una acción o actividad, dar un consejo saludable, descubrir y desarrollar nuestros talentos. Lo más frecuente es dejarnos llevar por nuestro propio criterio, por nuestra terquedad y prepotencia. Jugamos al yoyo, yo lo decido, yo lo puedo, yo lo logro, yo lo alcanzo, yo llego a la meta. Mejor, seamos más humildes y certeros, pidamos la sabiduría del todopoderoso Dios de los cielos; ésta se obtiene en abundancia cuando se guarda obediencia a Su palabra. La sabiduría es mejor que el oro y la plata.
Después de estas reflexiones, queda en sus manos tomar la decisión para disfrutar estas virtudes en su vida. Recuerde, que es una decisión muy personal, no se requiere primas, filas, planos, permisos ni títulos. Cordialmente le invito a transformar su vida pidiendo y aplicando estas virtudes: Poder, amor, dominio propio y sabiduría. Recuerde que “todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” San Lucas 11:10
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