Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
En estos días, al ver los periódicos he notado cómo van en aumento los actos delictivos y se consolida cada día más la violencia como parte de la cotidianidad de los costarricenses en varias zonas del país, y me preocupa sobremanera ver cómo las personas equivocadamente aplican la fórmula de seguridad esperando un resultado exitoso, pero lamentablemente la historia ha demostrado que no es el camino correcto.
Esta forma de ver el problema no solo deja de lado nuestra responsabilidad sobre la seguridad nacional, sino que además reduce el tema de la violencia a una simple fórmula proporcional: a mayor violencia y delincuencia, mayor cantidad de policías; lastimosamente esta solución, que de paso ha sido utilizada por varias décadas en Latinoamérica, no da los resultados esperados, pues existen variables independientes que no son tomadas en consideración, tales como la realidad social que viven las personas y su capacidad de desarrollo.
Para esto, es necesario ver la fórmula de manera completa, la visión policial es el primer paso y mucho del modelo de seguridad dependerá de cómo la policía defina sus acciones ante la comunidad, pues es necesario que los oficiales y las estructuras que actúan en materia de seguridad, fortalezcan ese proceso de cambio de las acciones represivas hacia las acciones preventivas, ya que es más importante construir procedimientos y protocolos de acción abocados hacia la prevención de los factores de riesgo donde se pueda incluir a todos los actores sociales que confluyen e influencian, de alguna manera, la forma de ver el mundo de los individuos dentro de la comunidad.
Otro factor para considerar es que la fórmula social de seguridad debe ser incluyente; es decir, la lógica de las sanciones ante actos delictivos o violentos necesita dirigirse hacia la reformulación de los parámetros del individuo que lo llevaron a cometer esas acciones, y no en reforzarlos por medio de escuelas delictivas, que es en lo que se han ido convirtiendo las cárceles en nuestra región.
Otro elemento que influye grandemente en esta fórmula son las acciones sociales que se desarrollan en la comunidad, pues la comunidad es el primer espacio de interacción social del individuo; partiendo desde su entorno familiar hasta las relaciones sociales que se dan en el mismo barrio y es ahí donde se generan los estigmas y se fortalecen las etiquetas que pesarán sobre las personas que han cometido errores y violentado las normas de convivencia social. Este error se ve claramente ejemplificado cuando analizamos qué pasaría si una persona de mi barrio enfrenta un proceso penal por un error, llámese robo, asalto o hurto. Está claro qué pasaría: esta persona sería estigmatizada y hasta cierto punto aislado por ser un delincuente; esta etiqueta le pesará no solo en sus relaciones sociales sino también en el desarrollo de su vida, convirtiendo su proceso de adaptación social en una labor más que titánica; y lastimosamente muchos de los que pasan por esto no logran llevar adelante este proceso y sucumben ante la tentación de asimilar esa etiqueta.
Entendiendo estos elementos básicos de la fórmula, se puede introducir el factor de la justicia restaurativa como un elemento modificador de las acciones de prevención y de seguridad en el nivel social, pues esta se define como una respuesta sistemática al delito, que busca sanar las heridas causadas por este en las víctimas, los victimarios y en el conglomerado de actores presentes en la comunidad.
Este modelo restaurativo consolida una visión integradora de los actores sociales en un proceso no solo de resarcimiento del daño generado, sino que además promueve diálogos y acciones curativas de cara a la curación emocional y fortalecimiento de las redes de apoyo y del tejido social en pro del bienestar no solo de la víctima sino también del victimario; garantizando de esta forma una oportunidad real de reinserción como miembro útil de la misma comunidad, que mantiene un valor significativo dentro de la dinámica comunitaria.
Esta corriente va en crecimiento en el nivel nacional y está desarrollándose como una opción de sanción alternativa en materia penal juvenil. Es fundamental fomentar estas acciones e iniciativas que fortalecen la visión preventiva, antes que los modelos represivos convencionales y poco útiles para el fortalecimiento y consolidación de la Costa Rica que queremos.
Este documento no posee notas.