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“Para ti Laura Rebeca, con toda mi vida y con todo mi amor, por ser una verdadera mujer y por lo impresionante que eres en mí con la luz de tu existencia«.
Las continuas y cambiantes relaciones de poder junto con los diversos escenarios políticos que franquean la relación de la mujer con el Estado y la sociedad se constituyen en significativos factores de análisis progresivo en cuanto a género y sientan bases firmes para nuevas formas de orden político-social en las sociedades mundiales.
Esas nuevas formas de orden estructural político-social son reflejadas y expresadas por muchas personas, entre quienes se encuentra la admirable mujer y presidenta de Suiza, Micheline Calmy-Rey, quien sugiere un acorazado e indiscutible levantamiento de imagen no sólo como mujer, sino como quien preside a uno de los países más ordenados y ricos del mundo en lo político, en lo económico, en lo financiero, en lo comercial y en todo lo social, al reforzar tenazmente la legendaria imparcialidad helvética y constituyéndose en una aliada formidable y de gran propiedad en la defensa de los derechos humanos dentro de su país y más allá de él.
Esta politóloga de ideología socialista funge como pieza esencial interna que garantiza periódicamente condiciones equitativas entre hombres y mujeres, sirviendo de enlace para que el Estado promueva criterios de igualdad entre ambos a través de un manejo político-científico de la normativa interna suiza, así como el estudio, análisis y observancia de los tratados internacionales que protegen esa equidad genérica tan opuesta.
Para esta mujer, nacida el 8 de julio de 1945 en la ciudad suiza de Sion, su vida ha sido exitosa en todas sus formas. Desde su formación comercial obtenida en la Escuela de Comercio de San Mauricio hasta obtener su Licenciatura en Ciencias Políticas en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de la Universidad de Ginebra, Europa ha visto como ha destacado dentro de la vida política y pública de su país al desempeñar puestos de gran valor y absoluta admiración como es haber presidido la sección ginebrina de 1986 a 1990 y de 1993 a 1997, haber sido diputada al Gran Congreso Ginebrino el cual también presidió de 1992 a 1993, haber sido elegida para integrar el Parlamento suizo en 1997 y haber logrado presidir el Consejo de Estado de 2001 a 2002.
Con una carrera en Administración Pública envidiable, se constituyó como la única mujer dentro del Consejo Federal entre 2002 y 2006, dirigió el Departamento Federal de Finanzas, así como el Departamento Federal de Asuntos Exteriores con rotundo éxito, en donde alcanzó su resultado más trascendental: el acuerdo de los Bilaterales II con la imponente y exigente Unión Europea (UE).
Interviniendo a favor de la simetría e igualdad entre hombres y mujeres, la politóloga desarrolla una política dinámica e integral para el impulso y fomento de las mujeres en espacios laborales que demandan enormes responsabilidades; particularmente, lo que concierne a la intervención femenina en la diplomacia, en la toma de decisiones, en la negociación, en las relaciones internacionales y en la política económica de su país.
No obstante, muchos le reclaman algún tipo de inclinación de género y de fanatismo, pues para ellos, parece ser que algunas veces utiliza el tema de la igualdad de género como excusa para beneficiar a las mujeres por encima de prestigiosos hombres suizos, quienes como ella, también tienen una gran trayectoria política, académica y social.
Junto a lo anterior, ha habido malestar entre los miembros del Consejo Federal hacia ella por algunas decisiones tomadas sin una consulta previa a ellos, lo cual contradice las leyes de colegiatura que imperan dentro del organismo máximo de la Confederación, la cual es considerada como base fundamental de los principios democráticos suizos.
Lo impresionante de esta mujer radica en su capacidad para transformar aquellas fuerzas que sin finalidad ni orden se expresan a sí mismas; pero sobre todo, en su capacidad para constituir un equilibrio distinguido dentro de un país que posee una estructura política, económica, financiera, comercial y social muy exigente, dentro de un continente arrogante en donde las cosas se hacen con calidad y excelencia extremas, con firmeza y estabilidad y que no admite error alguno en acciones tan delicadas como las llevadas a cabo por Calmy-Rey y que podrían comprometer a la sociedad y comunidad europeas debido a una antojadiza o desafortunada decisión.
Se trata entonces de un modelo profesional que destaca y se renueva en una mujer que evoluciona conforme progresa el orden mundial, demostrando una enorme capacidad y desempeño en sus pretensiones por propiciar la transformación de una sociedad mundial acostumbrada a la misoginia y al desprecio, a la cobardía y a lo grotesco, a lo anodino y a lo aberrante.
Es así como se cambia una estructura impuesta: mediante cambios dinámicos proactivos que demuestran capacidad y que serán portadores de igualdad social a través de un tesón admirable y comprometido. La finalidad es clara: equilibrar la balanza del progreso y del bienestar para todos, sin distinciones o preferencias; pero cultivando, eso sí, la capacidad innata de la razón y del corazón.
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