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Con las miradas puestas en Europa, desde América Latina se hace difícil imaginar que medidas tan radicales de ajuste se puedan aplicar, sin grandes protestas, en Grecia, Portugal, Irlanda y otros países. Que el sueño de una Europa social y solidaria, se pueda enterrar sin que surjan alternativas viables.
Por ahora, Europa parece girar a la derecha, en busca de soluciones. Para Olivier Dabène, catedrático de ciencias políticas en el Instituto de Estudios Políticos de París (Francia), lo que más lo preocupa no es ese giro, sino el surgimiento de lo que califica como una extrema derecha nacionalista y xenofóbica. Esta irrumpe en el escenario político con una fuerza desconocida hasta hace poco, incluso en Francia.
De visita en la Universidad de Costa Rica, Dabène conversó con UNIVERSIDAD sobre la crisis europea y lo que califica como falta de alternativas a la política de ajustes y privatizaciones que, como él mismo reconoce, será un “desastre” para la gente, aunque logre estabilizar los indicadores macroeconómicos.
Parece que el electorado europeo sigue buscando salidas en la derecha, como lo muestran las recientes elecciones municipales en España y las generales en Portugal. Me parece una contradicción, porque fueron las políticas de esa derecha las que nos llevaron a esta crisis. ¿Cómo se explica este fenómeno?
– En Europa hay que distinguir entre una derecha moderada y una ultraderecha populista y nacionalista. Esa es la evolución más preocupante. Que gane la derecha en elecciones recientes, en España y Portugal, es simplemente, en mi opinión, un fenómeno de alternancia en el poder: viene una crisis y el electorado culpa al Gobierno de turno que, en estos casos, resultaban ser de centro-izquierda. Gana la derecha porque es un voto de castigo al Gobierno saliente.
Sería un poco injusto acusar a una fuerza política de ser responsable de la crisis económica. Es una pequeña contradicción porque la crisis, en España, Grecia y Portugal, se debe a muchos años de un mal manejo de la economía y del mal uso de los fondos europeos de solidaridad.
Para mí, la evolución más interesante es la evolución de la extrema derecha, que toma importancia en casi todos los países europeos: en Italia, Francia, Alemania, Hungría Finlandia, etc. Son fuerzas políticas que, en los últimos 50 años, no han tenido tanta preponderancia, pero ahora representan más de 20% del electorado. Es el resultado de una reacción de miedo frente a la globalización y a la migración; es una derecha racista y antieuropea, algo bastante preocupante.
Desde su punto de vista, ¿las severas medidas impuestas a Grecia, particularmente la enorme ola de privatizaciones, son viables? ¿Resolverán el problema de la quiebra financiera?
– Yo creo que sí. Si se implementan todas estas medidas, va a mejorar la situación macroeconómica. Pero, para la gente, es un desastre. Los que van a pagar la cuenta son los empleados públicos, la gente humilde y la clase media, quienes van a pagar el precio del ajuste. Es una situación como la de América Latina en los años 80. Va mejorar la situación del país, pero no para la gente, y no se van a recuperar en muchos años.
Sabemos, por la experiencia latinoamericana, que los indicadores macroeconómicos pueden mejorar de la noche a la mañana, pero cuando hay gente que cae en la pobreza, eso ya es otro cuento.
Mencionaban los casos de los países de Europa del sur, que se beneficiaron mucho del esfuerzo de solidaridad de la Unión Europea (UE), como ejemplo de una política exitosa que había logrado elevar sus niveles de vida hasta equipararlo con el de los países más ricos. Pero, ahora, van a volver 20 años hacia atrás.
Sigue Portugal, al que han impuesto medidas similares a las de Grecia. Y, si nos atenemos a lo que conocemos bien en América Latina, llevarán el país a nuevas tensiones, tanto políticas y sociales, como económicas. ¿Qué perspectivas le ve usted al nuevo Gobierno portugués?
– Va a tener que asumir una política de ajuste extremadamente violenta. No va a ser una tarea fácil. La juventud está en la calle, vienen tiempos difíciles.
Nadie, en Europa, está tratando de imaginar otra posición, de hacer otras propuestas. No hay debates. Solo los jóvenes, en España y en Portugal, se están manifestando. Estamos en vísperas de un movimiento fuerte.
Pero la juventud exige medidas políticas, de mejoramiento de la democracia, más que medidas económicas. En este momento, en el debate público en Europa, no hay una alternativa clara a la posición de la Comisión Europea, del Fondo Monetario Internacional (FMI), de los banqueros y de los gobiernos.
Va a haber un período muy complicado, con muchas tensiones. Probablemente van a caer algunos gobiernos pero, al final, no va a haber otra política y los países van a tener que pasar por los ajustes estructurales. No veo corrientes políticas proponiendo otra alternativa.
Otra salida sería la migración. No hay que perder de vista que la UE es un mercado totalmente abierto. Tenemos cada vez más una Europa pobre y una Europa rica. Vamos a tener movimientos migratorios dentro de Europa, lo cual refuerza aun más la derecha populista y racista. Pero tenemos también migraciones hacia fuera de Europa; los jóvenes portugueses, por ejemplo, se van a Brasil.
Ignacio Ramonet, el director de “Le Monde Diplomatique”, en un artículo publicado esta semana, habla de la “izquierda descarriada”. Se refiere al tratamiento dado al caso del exdirector del FMI, Dominique Strauss-Kahn. ¿Se ha descarriado esa izquierda?
– 10 o 12 años atrás, la izquierda europea se convirtió al neoliberalismo, al aceptar una serie de políticas que caracterizan ese modelo. La gente está confundida. Hay movimientos sociales y hay una izquierda un poco más auténtica que se está moviendo en Europa. Pero hay un consenso muy fuerte entre amplios sectores de la izquierda y la derecha para defender el modelo neoliberal.
Si tomamos el ejemplo de Francia, hemos tenido una izquierda más radical, la cual ha representado 10% o 12% del electorado y que no tiene ninguna voluntad de entrar en alianza con los socialistas, representantes de la socialdemocracia europea.
En Francia, el Partido Socialista acaba de terminar su programa y no tiene nada de espectacular. Hay muchas reformas, pero nada revolucionario. La verdad es que hay un temor a perder un cierto electorado, pues todo el espectro político se ha movido hacia la derecha en Europa. De ahí la aparición de movimientos sociales que no tienen representación política.
Hay, además, una crisis de liderazgo. Si tomamos la clase política europea en este momento, tanto de izquierda como de derecha, no hay liderazgo, no hay políticos que se destaquen.
En ese escenario, ¿cómo ve usted el panorama político europeo en esta década que comienza? ¿Hacia dónde nos podría llevar, finalmente, esta crisis económica?
– Depende de en qué nivel estamos tratando de imaginar lo que va a pasar. Es diferente si tratamos de reflexionar a nivel de la UE o a nivel nacional. Cada país tiene su vida política propia. La problemática francesa, por ejemplo, no tiene nada que ver con la italiana.
A los que somos considerados “latinoamericanistas” en Francia, nos gusta hablar de América Latina como un todo, pero hay ciertos límites a esto. No se puede tratar a todos los países por igual. Es lo mismo en Europa.
¿Por qué dicen que hay que achicar el Estado, que es necesario privatizar? Es cierto que hemos tenido un modelo de estado benefactor que se está agotando. Pero es difícil distinguir entre el discurso y la realidad. Los Gobiernos dicen que no hay plata, que hay que privatizar y cuando los economistas miran un poco más de cerca, dudan de esa afirmación. La verdad es que hay mucha prosperidad en Europa, son países ricos.
Hace unos 30 años que estamos con ese predominio neoliberal, necesitamos un cambio de paradigma, pero falta una alternativa y líderes con visión. Hay mucho de ideológico detrás de esas propuestas.
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