El cambio climático es un proceso irreversible para el planeta y tiene consecuencias severas en la salud, que se agravarán con el tiempo si no se toma medidas para mitigarlas.
Dicha situación fue expuesta en la charla “Conozca las bases científico-técnicas detrás del cambio climático”, organizada por la Organización para Estudios Tropicales (OEAT) y se llevó a cabo el pasado 27 de mayo en la Estación Biológica La Selva, en Sarapiquí.
A la actividad asistieron representantes del sector privado y de instituciones públicas, contó con la participación de Jorge Benavides, profesor e investigador de la OET; Roberto Villalobos, subdirector del Instituto Meteorológico Nacional; Deborah Clark, investigadora de la  Universidad de Virginia; y Álvaro Morales, director del Centro de Investigaciones en Ciencias del Mar y Limnología de la UCR (CIMAR).
AUMENTO EN NÚMERO DE CASOS
Si bien es cierto no se ha detectado hasta el momento el surgimiento de nuevas variedades o enfermedades por efecto directo del cambio climático, sí es importante el impacto que este cambio pueda tener en la distribución y número de casos de las enfermedades que ya se conocen, destacó Jorge Benavides.
Según datos publicados por el Instituto Meteorológico Nacional, hay  una tendencia al alza en enfermedades infecciosas como el dengue en los últimos años, de igual manera las enfermedades respiratorias -sobre todo en niños-, presentan un patrón en el cual hay un aumento de casos en los meses más cálidos y al inicio de las lluvias.
En cuanto a enfermedades crónicas como el asma, se ve un alza constante en el número de personas con este mal en un momento dado. Según datos del Hospital Nacional de Niños, la cantidad podría subir un  40% para el 2015; “esto significa un impacto severo en la salud, desarrollo y nivel de vida de estos niños; además, un impacto económico enorme para nuestro sistema de salud”, advirtió Benavides.
Para el investigador, el comportamiento de estas enfermedades puede tener una vinculación directa con los cambios producidos por el cambio climático, pues “hay que recordar que el dengue tiene una particular sensibilidad a fenómenos como El Niño y La Niña”, al aumentar el número de lluvias y de temperatura promedio, de acuerdo con cada uno de estos fenómenos climáticos, y como consecuencia se  amplía el área de propagación del mosquito que causa este contagio.
“El efecto que la contaminación ambiental ejerce en las enfermedades respiratorias es importante. Si tenemos aumento de la temperatura y de las lluvias de acuerdo a lo que se ha venido midiendo, es de esperar que esto tenga un efecto directo en las afecciones del sistema respiratorio”, puntualizó Benavides.
Sin embargo, el investigador detalló que “este año hemos visto un descenso importante de los casos de dengue, en gran medida gracias a una fuerte campaña por parte del Ministerio de Salud; sin estos esfuerzos, la tendencia natural sería al alza”.
Benavides, así como los demás panelistas, fue enfático en el sentido de que antes que combatir, se deben de mitigar los efectos del cambio climático en la salud, ya que este proceso es irreversible. “Primero debemos tener un buen monitoreo, tanto del clima como de la epidemiología de las enfermedades del país, de forma que las políticas en salud que toman entes como el Ministerio de Salud,  se basen en estos datos”, indicó Benavides.
A su parecer, “se debe también de invertir más a nivel nacional en la investigación en este tema, de forma que las campañas y normas se basen en datos científicos. Y desde luego, también debemos tomar las medidas generales para mitigar el cambio climático en sí, que es el causante de todo esto”.
De igual manera, reconoció los esfuerzos de las instituciones públicas para mejorar la salud pública, aunque hizo ver que “necesitamos más datos y más análisis para que estas instituciones puedan ir planeando a futuro lo que va a ocurrir con nuestra salud y destinar los recursos necesarios”.
También instó a la ciudadanía a no olvidar la importancia de acatar las campañas públicas de lavado de manos, prevención de enfermedades crónicas, entre otras, de manera que se pueda  limitar el impacto del cambio climático en la salud de las personas.