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Hace unos días, la Asamblea en la Sede Limón de la Universidad de Costa Rica ratificó la decisión del Consejo de Sede de “no abrir”, la promoción 2012 de la carrera de Psicología, luego de que desde la dirección anterior y por los resultados obtenidos desde la carrera, había un gran interés de desconcentrar la carrera por varios años más.
Esta lamentable decisión se convierte en un eslabón de la seguidilla de eventos novedosos, luego del cambio de dirección. Originalmente, esta determinación que fue tomada en consejo de sede, no de Asamblea, tenía como argumento, entre otras cosas, la necesidad de diversificación (¿o sustitución?) de las carreras ofrecidas por la sede, por el hecho de que una universidad privada ya imparte la carrera en la provincia y la saturación de profesionales en el área. Contradictorio con este último argumento, en la última Asamblea se toma la decisión de abrir espacios para carreras como educación y mantener dirección de empresas, las cuales también han sido señaladas como áreas con una gran cantidad de profesionales en el país.
Posterior a la respuesta dada por la Escuela de Psicología refutando cada uno de estos argumentos, el problema se diluyó a un tema de presupuesto, el interés de abrir otras carreras y la disposición de mantenerla si se conseguían recursos. Aún con la disposición de la Escuela de apoyarles en esa búsqueda presupuestaria, hasta la fecha, no ha sucedido y más bien se ratifica la decisión.
Muy loable el deseo de ofrecer a esta zona otras oportunidades de formación; sin embargo, considero un acto que evidencia una seria miopía, sino ignorancia, de la importancia que esta profesión tiene en la sociedad actual. ¡Que me diga alguien que Limón no necesita psicólogos y psicólogas! Necesita muchas otras cosas y con mayor razón adquiere relevancia el trabajo que realizamos. Y no sólo necesita profesionales en el área clínica que la universidad privada ofrece, sino en áreas como la psicología educativa, la social y comunitaria y la investigación desde y para la provincia.
Alguien señalará el tema de la carencia de espacios de trabajo, sin tomar en consideración que antes de ajustarse a lo que ya existe, debemos luchar por mejorar la calidad de los servicios que se ofrece a la población. Para muestra un botón, en el Hospital de Limón hay, si acaso, tres o cuatro profesionales en el área de Psicología para atender a todos los usuarios y usuarias del servicio, por lo que las personas tienen cita cada dos meses. No hay que ser especialista para saber que esa práctica no es muy efectiva y no por eso menos solicitada.
En un momento en que las políticas universitarias están dirigidas a fortalecer la regionalización, es contradictorio que en una sede se tenga la necesidad de cerrar carreras, cerrar cursos o despedir co-profesores habiéndose hecho el nombramiento previamente como ha sucedido en Limón, es un asunto sobre el que la comunidad y las autoridades universitarias deben dirigir su mirada, para identificar a las personas responsables y analizar las situaciones de fondo que impulsan estas acciones.
Posiblemente este comentario me haga ganar nuevamente el calificativo de “beligerante” por parte de la dirección de la sede (donde tiene una connotación negativa). Pues con orgullo puedo decir que aprendí esa beligerancia en mi amada alma máter, en las aulas de la facultad. Otras experiencias a lo largo de la vida me han formado y sensibilizado y me han hecho más valiente, pero la actitud crítica y de lucha, el espíritu y la vocación de servicio encontraron dónde germinar en esta universidad.
Esa es la actitud que se trata de transmitir a las y los estudiantes de Psicología en la sede (¿será por eso que no nos quieren ahí?); esa actitud crítica para no ajustarse al sistema, sino buscar modos de ir transformando la sociedad, donde las leyes del mercado no dicten el futuro o la calidad del trato a la gente, sino un principio orientado por los derechos humanos y el bien común.
Creo en el modelo de Universidad que abrió sus puertas para que me formara a pesar de las limitaciones económicas, que me enseñó a pensar y a la que defiendo como casa de formación y centro de trabajo. Ese modelo que se debilita con situaciones como las que sufre la Sede Limón y otras sedes y que la arrastran a los modelos de casas de educación superior impulsados por el FMI que, a todas luces, solo busca responder a un sistema neoliberal, deshumanizado y prepotente en el que no hay espacio para la diversidad, pero sí para la la tecnocracia y la privatización. Ojalá que mañana no sea la Facultad de Ciencias Sociales la que vea sus puertas cerradas, por personas regidas por esa lógica neoliberal y retrógrada y falta de presupuesto.
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