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Poeta Óscar Castro, el regreso del ángel inmolado

“Ahora si escribo del hambre se cómo hacerlo, porque me acosté con ella. Puedo escribir del dolor que vive la gente de la calle -como las prostitutas-, pues he conocido sus historias, el otro lado del Sol. Recogí mucha información de esa otra parte de la sociedad que no le es permitido ver a mucha gente. Conozco las 2 caras de la moneda”.

“Ahora si escribo del hambre se cómo hacerlo, porque me acosté con ella. Puedo escribir del dolor que vive la gente de la calle -como las prostitutas-, pues he conocido sus historias, el otro lado del Sol. Recogí mucha información de esa otra parte de la sociedad que no le es permitido ver a mucha gente. Conozco las 2 caras de la moneda”.
El poeta Óscar Castro emergió hace un año de las calles de San José, donde deambuló por 7 años, y tal vez usted se lo cruzó con esa indiferencia que es lo primero que cita, cuando se le pregunta qué aprendió durante ese tiempo.
En la actualidad, Castro reparte su tiempo entre la Municipalidad de Paraíso –en la provincia de Cartago-, donde ha puesto en marcha un Centro Cultural, y la emisora “Rain Forest Radio” de corte ambientalista. Allí recibió a UNIVERSIDAD.
De hecho, informó que detrás de la Biblioteca de Paraíso se levantó un Centro Cultural, el cual incluye un teatro con capacidad para 200 a 300 personas y donde el próximo 25 de junio a las 7 p.m. se realizará la V Feria Poética.
 
“También aprendí a leer muchas cosas de la vida, como la búsqueda que hace la sociedad de respuestas en cada esquina y no las encuentran; por ejemplo, los muchachos en La California o la Calle de la Amargura, que buscan aceptación y ser parte de algo”, añadió.
El poeta relató que su camino hacia la calle en parte pasó por esa búsqueda de aceptación; pero, al final lo que lo condujo fue una combinación de factores entre los cuales tuvo mucho peso la muerte -en circunstancias más que sospechosas- de los ecologistas Óscar Fallas, María del Mar Cordero, Jaime Bustamante y David Madariaga, a mediados de los años 90.
Castro trabajaba por entonces en la Asociación Ecologista Costarricense (AECO) y recordó que cuando ellos murieron “nos encontrábamos ocupados con los temas de Gandoca y la zona Sur, y eso generó que algunos tuviéramos que huir; nuestra vida estaba amenazada”.
“De ahí en adelante comenzaron para mí los problemas económicos y de carácter social, se oscureció el panorama. Cuando me percaté estaba en la calle, empezó a rodar la bolita”, señaló.
RESURGIR
Óscar Federico Castro tiene 42 años de edad y, según cuenta, desde los 14 sintió un nivel de conciencia social que lo llevó a militar en el Partido del Pueblo Costarricense (PPC): “Desde muy joven me involucré en los partidos de izquierda; siempre me llamó mucho la atención la lucha del Che Guevara, aunque ahora lo tengan como una figura comercial; sus principios me marcaron profundamente: el amor a los demás era su filosofía y me identifiqué mucho con eso”.
Los años 80 fueron activos para el poeta. En 1984 partió a Nicaragua y fue parte de las campañas de alfabetización llevadas a cabo por el Gobierno sandinista. Dos años después viajó a Cuba, donde tuvo la oportunidad de leer su poesía en la prestigiosa Casa de las Américas.
En 1987, se trasladó a la Unión Soviética, donde estudió en el Instituto de Ciencias Sociales de Moscú. Tras su regreso a Costa Rica, se desempeñó en la Asamblea Legislativa como asesor del fallecido exdiputado Juan Guillermo “Cachimbal” Brenes, entre 1990 y 1994.
Luego vino el trabajo con AECO y los sucesos que marcaron el rumbo de su vida. “Cuando los ‘compas’ murieron comenzó gradualmente a suceder una serie de eventos que provocaron que llegara a donde llegué: una puerta que se abre y uno no sabe adónde llega; cuando me di cuenta no la podía encontrar para regresar. Nunca me dije que iba a vivir en la calle; es como un tobogán: me subí y llegué arriba…”.
Sus 7 años sobrellevados en las entrañas de la ciudad, le sirvieron para conocer a personas “que terminaron en la calle por muchas razones, como problemas de drogas; también conocí mucha gente maravillosa del mundo del arte: poetas, ambientalistas y cantautores”.
“La prensa no lo dice, pero en este país se mata gente como arroz. La zona del Mercado es un sitio donde se ve trata de mujeres, venta de drogas y policía corrupta; allí matan gente por cualquier cosa, pero eso no sale a la luz pública”, denunció.
Según dijo, en San José se esconden 3 ciudades: “la que viene temprano en la mañana, cuando aparecen los que hacen grande al país, del sector obrero, no profesionales”. Aún temprano por la mañana aparecen oficinistas, funcionarios y secretarias; más tarde la gente que acude a la capital a realizar compras y demás. “Luego viene el San José peligroso, el de la noche hasta la madrugada, el de los noctámbulos, los vendedores de drogas, asaltantes, ‘travestis’, personas en busca de aventuras y drogadictos”.
“Entré –prosiguió Castro- por una puerta sin percatarme qué había del otro lado; cuando me di cuenta estaba en la calle y me costó mucho encontrar esa puerta para volver a salir”, enfatizó.
Esa puerta para él se dejó ver de improviso durante el VII Festival Internacional de Poesía, en el 2008. “Una de las coordinadoras me ofreció leer, yo estaba sucio, pero sucio de verdad, con una bolsa de basura al hombro, y en el festival participaron escritores de todo el mundo y lo más conocido de la cultura de Costa Rica”.
Recuerda que el hecho de participar en esa actividad significó mucho para él, pero aún más la respuesta que su lectura encontró en el público, que le aplaudió de pie. “A partir de ese momento, el viejillo de la conciencia comenzó a decirme cosas al oído: que pusiera la vida en una balanza y  comencé un proceso bastante lento, pero aquí estoy”.
Al reflexionar al respecto, Castro manifiesta que su ciclo de la calle ya había pasado; había encontrado de nuevo la puerta para salir. Entendí que a través de la circunstancia por la que había pasado, la calle misma me decía que era tiempo de salir. La calle le habla a uno, le muestra imágenes y señales para entender que tiene que irse”.
Sobre lo difícil de dejar ese mundo al que se acogió, el poeta detalló que todas las adicciones fueron fuertes, “pero más la de la calle, no tanto las drogas”. ¿Por qué? Según detalló, esa calle se vuelve un hábito: pedir y comer de la basura se vuelven costumbres. “Dejar las drogas es una cuestión de voluntad, pero dejar algo donde se está sin saber adónde ir, pasa por preguntarse ahora qué hago”.
Ante la pregunta de qué lecciones le dejaron acontecimientos como la muerte de los ecologistas, tras haber superado todo el proceso que desde entonces ha vivido, sin titubear respondió “hay que seguir adelante”.
“Ahora trabajo en una emisora que es afín a mis ideales; es la única emisora en América Latina de corte ambientalista y desde la que hacemos una labor de denuncia y de hacer conciencia, de informar y formar a la comunidad y el mundo, sobre lo que le hacemos a la naturaleza. Me siento dentro de esa lucha; es como estar dentro de un grupo de guerrilla; la radio es como una guerrilla urbana”.
Para Castro, en recuerdo de los “compas que mataron”, lo que queda es el esfuerzo “de seguir  luchando por lo que creemos; ellos se fueron, pero la bandera ahí sigue”.
“La calle no era mi espacio, nunca calcé, nunca encajé; siempre andaba sólo. Estaba ahí, pero nunca fui de ahí; por eso me decían el poeta de la calle, pero tuve que pasar por todo para aprender, comprender y conectarme con otras cosas. Conocí mil cosas que hacen que a uno se le pare el pelo, pero también personas maravillosas que hoy son mis amigos”.
 

 
“Ángel inmolado”
Óscar Castro tiene lista la que será su primera publicación individual, una colección de 40 poemas titulada “Indigente”. Esta no saldrá como libro, sino como disco de audio. Indicó que ya todo el material está grabado, aunque todavía no cuenta con un editor que asuma el costo del tiraje.
“Mi poesía es sincera, es lo más importante”, manifestó sin pensarlo. Puntualizó que ese proyecto consiste en una “lectura urbana de temas existenciales, amor, desamor y la realidad social de una clase casi en el olvido o en la indiferencia”. A continuación un extracto del poema que da nombre al disco.

Cero a la izquierda social
Estadística de prensa
Hombre esclavo de la calle
Hombre antorcha hombre acera
Mal necesario existente
Noctámbulo de la vida
Ángel inmolado penitente
Hombre hambre hombre espina
Eslabón de la cadena
Del Paraíso perdido
Viajero de última clase
Por la indiferencia mi amigo
Resurrección del dolor
Carcelero de la pena
Mis lágrimas son para ti
Aún cuando tu vida es ajena

  • Vinicio Chacón 
  • Cultura
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