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Playa Jacó es una “bomba de tiempo” social

Los vecinos de playa Jacó, otrora una apacible comunidad ubicada a la orilla de una hermosa playa de tres kilómetros de extensión, están asustados.

Los vecinos de playa Jacó, otrora una apacible comunidad ubicada a la orilla de una hermosa playa de tres kilómetros de extensión, están asustados.
El último hecho de violencia ocurrido el pasado 10 de junio en Herradura, un poblado ubicado dos kilómetros más al norte, y en donde dos jóvenes, una adolescente y una niña, murieron incinerados dentro de dos contenedores sellados por fuera con candados, mantienen con los pelos de punta a los pobladores de la zona, según relataron vecinos consultados por UNIVERSIDAD.
Y es que Jacó, que semeja una pujante “ciudad rural”, con hoteles, bares, prostíbulos, hoteles de lujo y otros de escasa calidad, vive desde hace varios años en medio de un clima de tensión, a causa de preocupantes focos de violencia, de pérdida de valores y de identidad.
En Internet se le promociona como un sitio de “playa-fiesta”, con una vida nocturna que no debería envidiar ni siquiera a San José.
La aculturación causada por el turismo masivo, especialmente extranjero que abarrota el pueblo, está golpeando a la juventud, a sus estudiantes de escuela y secundaria, dijeron educadores consultados por este Semanario.
 
Para ejemplificar esta preocupación, una maestra de la escuela central de Jacó narró que, como parte de un esfuerzo por devolver la identidad local a la juventud, se aventuró en un proyecto de enseñar a los niños la fabricación de mascaradas para presentarlas luego en concursos y festivales en el nivel local.
“Los niños aprendieron la técnica, y les dejé a su elección la temática. Unos escogieron al “diablo chingo”, otros a “La negra Tomasa”, pero lo que más me sorprendió es que uno elaboró una máscara con la figura de un hombre de trenzas, con un enorme puro de marihuana en su boca”, relató.
Luego, durante el reciente censo, se encontró a un grupo de jovencitas de colegio en unas “cabinuchas” buscando sexo en una playa cercana a Jacó, indicó. (Ver recuadro: “Jacó vive una situación muy difícil, dice sacerdote”).
“En Jacó estamos asustados. A la violencia que se empieza a observar se suman problemas sociales, desintegración familiar, se da una aculturación por el turismo extranjero masivo, los jóvenes se involucran en otras situaciones porque la familia se ha debilitado”, dijo Milena Madrigal, coordinadora del Colegio Técnico Profesional de la comunidad.
“Tenemos una gran oferta de problemas sociales, drogas, prostitución, violencia, hay presencia indiscriminada de extranjeros –dominicanos y colombianos-“, detalló.
Esta profesora consideró que lo ocurrido en Herradura el 10 de junio ya “raya en la locura; lo que ha estado pasando en México y Colombia ya lo estamos sufriendo en Jacó”, alertó.
No obstante el panorama, destacó que hay sectores ligados a la educación, e incluso las mismas cámaras de comercio, turismo, junto a la municipalidad, que desde hace algún tiempo vienen trabajando en la organización de actividades, especialmente de tipo cultural.
El presidente del Consejo Municipal, Freddy Castro, reconoció que Jacó podría convertirse en una especie de polvorín, si las autoridades del gobierno central no dirigen la mirada hacia esta población.
“Hay inseguridad, prostitución, drogadicción; ante la falta de trabajo (por la caída del turismo con la crisis financiera) los jóvenes encuentran más práctico buscar el dinero fácil”, lamentó Castro.
En su opinión, Jacó -que antes era el sitio preferido de los turistas del área metropolitana, por su cercanía- se ha convertido en un antro de turismo sexual, con la presencia de prostitutas extranjeras, muchas de las cuales provienen de República Dominicana.
“Muchos extranjeros indocumentados vienen a delinquir; la Fuerza Pública no da la asistencia necesaria, no hay una oficina de migración ni del  Patronato Nacional de la Infancia”, se quejó.
Sin embargo, Castro también destacó la existencia de inquietudes dentro de la sociedad de esta comunidad costera, por impulsar iniciativas de corte cultural, como parte de un proceso por devolver la identidad al pueblo y recobrar valores perdidos.
“Hay que promover una mayor educación, para que los jóvenes tengan una profesión y no se esclavicen con las drogas y el sexo”, dijo Castro.
Por su parte, el alcalde Marvin Elizondo también reconoció que Jacó vive una situación que podría tornarse explosiva, si no se adoptan medidas urgentes.
“Garabito (el cantón cuya cabecera es Jacó) ha sido olvidado por el gobierno central, seguro porque aparece entre los primeros lugares en el ranking de municipalidades del país. Hace 30 años que aquí no se impulsa un programa de bien social”, reprochó.  Elizondo agregó que el pueblo ya enfrenta incluso focos de precarismo, con unas 400 familias en esa condición.

Respecto a los problemas de drogas, expresó que el flagelo del narcotráfico es serio en esta zona y comunidades adyacentes, por estar ubicadas en el corazón de la ruta hacia la región sur,  que las autoridades de Seguridad Pública consideran como una de los principales corredores de trasiego en el país. “Tememos que Jacó se convierta en un nuevo Limón; es el problema que se nos puede venir encima”, añadió.
Por su parte, la directora de la Escuela Central de Jacó, Vera Alpízar, también describió la misma problemática  y coincidió en que el turismo extranjero masivo de las últimas dos décadas, provocó una pérdida de valores culturales y sociales entre la juventud.
“Jacó es muy caro para vivir, y entonces los dos jefes de hogar tienen que trabajar y dejar a sus hijos solos”, explicó la educadora.
A su parecer, hay un Jacó de día y otro de noche, durante el cual pasa de todo. Por eso,  piensa que la cultura y otras acciones educativas deben ayudar a la juventud a alejarse de situaciones negativas.
Lo anterior, lo comentó Alpízar mientras participaba en una nueva edición del Festival Estudiantil de las Artes, que el pasado 14 de junio congregó representaciones de unas 20 unidades educativas de Garabito, en lo que se convirtió en una verdadera maratón de mascaradas, música, poesía, bailes, oratoria y otras expresiones que se organizaron en la escuela de Herradura.
“Tratamos de inculcar valores propios, revertir ese olvido que desencadenó el turismo masivo; hay que mostrar nuevas ofertas a los estudiantes y a los jóvenes del cantón”, insistió.
 
 

Esta tesis fue respaldada por Carolina Villalobos, una educadora empeñada en cambiar la imagen de Jacó, para quien la comunidad ya comienza a ser estigmatizada en muchos sectores del país como una pequeña “ciudad del placer y la juerga”.
“Esto, si sigue así, es una bomba de tiempo; hay que cambiar con urgencia la mentalidad de los niños en la escuela, y luego seguir ese proceso en el colegio”, instó.
“Por medio del arte, la cultura y los festivales se forman futuros artistas y se mantienen tradiciones, los legados, y se ofrece también ratos de esparcimiento”, afirmó.
La educadora clamó porque representaciones culturales, como poetas, grupos de trova, danza y otras expresiones, se “animen” a realizar presentaciones en esta comunidad, localizada a 105 kilómetros de la capital, en un recorrido que consume unos 90 minutos.
 

Jacó vive una situación muy difícil, dice sacerdote
El cura párroco de Jacó, Miguel Rojas, aseguró que la situación de esta comunidad “es muy preocupante y peligrosa”,  y advirtió que en ella se vive una situación muy difícil.
“Hay muchos problemas: violencia, drogadicción, pérdida de valores culturales y morales, prostitución, alcoholismo y desempleo”, detalló Rojas a UNIVERSIDAD.
“Se ha llegado a extremos graves, como en el caso de lo ocurrido en Herradura, donde a veces parece que la vida no tiene valor”, comentó el líder espiritual, quien insistió en la necesidad de impulsar proyectos culturales y de integración para proteger especialmente a la población joven.

  • Ernesto Ramírez 
  • País
Violence
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