Abrir Noticia Guardar

La rotonda de los tres chiflados

Costa Rica tiene demasiados automóviles. Es parte de la obsesión nacional con el estatus de poseer transporte privado. Quien tiene automóvil es elevado en alguna forma o manera sobre los demás. Pero quién iba a pensar que las tres estatuas en la rotonda camino a San Francisco de Dos Ríos, llegasen a merecer el nombre de los tres chiflados. Y eso habiendo tanto de donde escoger en lo que a chiflados concierne. Es realmente agradable ver cómo el Dr. Gutiérrez Góngora podría ser uno de esos candidatos. Una fe antediluviana en los méritos absolutos del mercado y del progreso en ausencia de avances sociales. No viene al caso pensar que en realidad se invierte hoy en día poco en la investigación de edades avanzadas, a comparación de toda otra investigación médica. Una de las estatuas es la del Dr. Calderón Guardia. Las otras dos son un campesino y un estudiante. Para que vean que las cosas están al revés. Ahí debería estar el Dr. Gutiérrez Góngora o sea entre los tres chiflados. O quizás alguien debería hacerle un monumento al periódico La Nación. No nos defrauda el pasquín, pues en cuanto se pone un poco liberal y criticón, sueltan al Dr. Gutiérrez de sus amarras  como quien dice, para no darse demasiado color progresista.

Costa Rica tiene demasiados automóviles. Es parte de la obsesión nacional con el estatus de poseer transporte privado. Quien tiene automóvil es elevado en alguna forma o manera sobre los demás. Pero quién iba a pensar que las tres estatuas en la rotonda camino a San Francisco de Dos Ríos, llegasen a merecer el nombre de los tres chiflados. Y eso habiendo tanto de donde escoger en lo que a chiflados concierne. Es realmente agradable ver cómo el Dr. Gutiérrez Góngora podría ser uno de esos candidatos. Una fe antediluviana en los méritos absolutos del mercado y del progreso en ausencia de avances sociales. No viene al caso pensar que en realidad se invierte hoy en día poco en la investigación de edades avanzadas, a comparación de toda otra investigación médica. Una de las estatuas es la del Dr. Calderón Guardia. Las otras dos son un campesino y un estudiante. Para que vean que las cosas están al revés. Ahí debería estar el Dr. Gutiérrez Góngora o sea entre los tres chiflados. O quizás alguien debería hacerle un monumento al periódico La Nación. No nos defrauda el pasquín, pues en cuanto se pone un poco liberal y criticón, sueltan al Dr. Gutiérrez de sus amarras  como quien dice, para no darse demasiado color progresista.
Muchas de esas mentalidades consideraran que la libertad es ajena a la calidad de vida de la mayoría de una población. Por lo tanto, una sociedad oligárquica puede ser libre y tener progreso industrial, a la vez que múltiples tugurios. Realmente nada importa que no sea la multiplicación del capital en pocas manos. Los avances sociales son vistos como un impedimento a dicho avance industrial. ¡La ecología mucho peor! Proceder cautelosamente con un progreso más de tipo amplio, es considerado un ridículo. Si le decimos a las compañías internacionales que por favor vengan a Costa Rica, ha de ser con la venia de toda polución. No hay que pedir condiciones  de ningún tipo. El crimen hay que aplastarlo militarmente y no encontrar en la desigualdad sus causas. En fin, un mundo que solamente los tres chiflados podrían protagonizar.
Ninguno de esos pensadores ha intentado con seriedad, el considerar que en el tugurio, la libertad está altamente mediatizada. El pobre humano viviendo en la miseria parece perder esas libertades de tanta relevancia como de conversación, que son características de las naciones desarrolladas. Votar cada cuatro años y vivir en un tugurio es no solamente una contradicción cruel, sino que es una consecuencia de un absurdo manipulativo. Un concepto de la libertad tan pero tan metafísico así como irreal, que no considera que  se ha encontrado hasta que el cerebro del habitante del tugurio no funciona adecuadamente, en una serie de rasgos psicológicos fundamentales e indispensables. Cuatro años después siguen viviendo ahí, pero de nuevo bombardeados por promesas oficialistas que jamás se cumplirán. Y es que la clase media de Costa Rica se está desplomando también y es necesario asegurar el tugurio como segunda fuerza en una votación nacional.
Insisto que los tres chiflados es una opción real, pues al menos el absurdo se llegaría a desvelar. Si tengo que escoger entre absurdos prefiero los tres chiflados y no las mentiras de las campañas electorales. Al menos con los tres chiflados disfruto de un rato de comedia. De hecho los comentarios del Dr. Gutiérrez Góngora son cómicos, pues nos abren a los valores de una Costa Rica ya superada, donde se decía que el trabajador era vago y la gente indolente. La psicología, antropología y sociología no existían. Solamente existía la maquinaria de producción y las ganancias del capital. Pero prefiero ese chiflado, que la manipuladora mano de las compañías trasnacionales y nacionales, que suben el precio de las verduras pero rellenan los azafates de miniverduras con mazorcas y zanahorias.
Costa Rica desde mucho tiempo atrás tuvo la gran suerte de tener pensadores sociales de avanzada en sus gobiernos. Los liberales del siglo XIX, don Ricardo Jiménez Oreamuno, el Dr. Calderón Guardia, don José Figueres,  don Francisco Orlich, don Daniel Oduber y tantos otros, son las joyas que adornan esta república. Nuestras verdaderas  riquezas son nuestra gente misma y debemos protegerlas. Un mundo sin calidad de vida no es una democracia.
Pero en cuanto a los tres chiflados, pues son inofensivos y su jerga derivada de los adelantos de la Gran Depresión de 1929, resultan poco insultantes. Va a ver que cambiar las estatuas de la Rotonda y poner verdaderos chiflados ahí. Al menos así se disfruta  un rato oyendo tonterías.

  • Carlos Ml. Quirce Balma Ph.D (Catedrático /Investigador UCR)
  • Opinión
DemocracyPresidentes de Costa RicaRafael Ángel Calderón GuardiaRicardo Jiménez Oreamuno
Notas

Este documento no posee notas.