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El sueño y la ilusión de obtener mayores ingresos económicos que les permita mejorar sus condiciones de vida a ellos y sus familias, los impulsa a dejar su patria para encontrar en otra lo que anhelan. Algunos tienen muchos años de haber partido, otros recién inician la aventura.
Desde hace varias décadas, cientos de costarricenses de diferentes zonas del país han emigrado a Estados Unidos con la esperanza de obtener un mayor estatus económico y posición social.
En su libro Entre “arriba” y “abajo”, la experiencia transnacional de la migración de costarricenses hacia Estados Unidos, la profesora de la Escuela de Psicología y directora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica, Dra. Carmen Caamaño Morúa, presenta una amplia y comprensiva visión de los procesos migratorios hacia Estados Unidos, con base en una investigación realizada en los años 2005 y 2006.
Para ello utilizó un estudio de caso sobre comunidades costarricenses, en el cual la migración es el eje alrededor del cual funcionan ordenamientos económicos sociales, culturales y subjetivos en la escala local, que transforman el ámbito nacional y están conectados al global.
Las localidades analizadas por Caamaño son la zona de Los Santos y Pérez Zeledón, en la provincia de San José, o como la llaman los mismos emigrantes “abajo”, y Bound Brook, en el condado de Somerset, estado de Nueva Jersey, o “arriba”.
Esta comunidad, situada al noroeste de Estados Unidos, se ha convertido en una especie de enclave costarricense.
De acuerdo con cifras oficiales de Estados Unidos del año 2000, han emigrado a este país cerca de 70 000 costarricenses, aunque otras cifras hablan de cerca de 200 000.
De acuerdo con Caamaño, es difícil calcular el número de costarricenses que han emigrado a Bound Brook, dado el alto porcentaje de indocumentados existente en esta población.
La académica señala que en las tres localidades la población ha desarrollado prácticas y discursos que permiten vincular a aquellos que se fueron con quienes se quedaron, en nuevas formas culturales y económicas que llevan a hablar de la construcción de espacios transnacionales.
El transnacionalismo se evidencia, entre otros aspectos, en las redes sociales que facilitan la búsqueda de trabajo, las remesas, el alimento, la vivienda, el consumo, la construcción de la clase social, la etnia y la nacionalidad y en las relaciones entre la población transmigrante y los Estados-nación.
A QUÉ SE DEDICAN
La mayoría de costarricenses emigrantes se insertan como trabajadores flexibles en el sector servicios. Las mujeres participan en empleos tradicionalmente femeninos y reciben salarios más bajos que los hombres, a quienes les corresponden las tareas que requieren fortaleza física y son mejor pagados.
En estos trabajos resultan altamente flexibles y polifacéticos, actúan en diferentes tipos de labores y bajo diversas condiciones de explotación, a las que se suman dificultades relacionadas con el clima y la carencia de servicios.
Sin embargo, esto no los limita para encontrar formas de mejorar su situación, mediante la pertenencia a redes sociales, la educación, las calificaciones laborales, las aptitudes para la sociabilidad y aprender inglés.
Irse a trabajar a Estados Unidos es una fuente de ingresos que, en algunos casos, facilita el ascenso social, promueve un aumento del estatus, amplía las redes sociales y posibilita la acumulación de capital material, apunta la Dra. Caamaño.
Aunque la mayoría de la población emigrante busca comprar casa y carro, la de Los Santos busca preservar la tierra, la producción agrícola y el estilo de vida campesino. Entre tanto, la de Pérez Zeledón parece invertir más en actividades comerciales o turísticas.
La necesidad de ahorrar dinero hace que sus necesidades básicas de descanso, habitación y salud sean satisfechas de forma precaria, lo que los obliga a utilizar redes de solidaridad para subsistir, como compartir las viviendas, en las que generalmente hay hacinamiento y conflictos.
Los costarricenses mantienen comunicación constante con sus familiares y amigos en Costa Rica, vía teléfono, Internet y videocasete, lo que les permite mantener cercanía afectiva, seguir la cotidianidad de sus hogares, especialmente de sus hijos y continuar ejerciendo el rol de proveedores.
VULNERABILIDADES Y RESISTENCIAS
Según la investigadora, aunque existe conciencia entre la población emigrante acerca del peligro de ceder al consumo y de no ahorrar, se convierte en consumidora. En Nueva Jersey, los bares y clubes nocturnos tratan de atraerlos con ofertas de alcohol asociado con espectáculos de striptease, música en vivo, personalidades y modelos de la televisión, humoristas y fútbol, además de comidas típicas del país.
En el striptease y el fútbol se dan construcciones de género con predominancia masculina, y tanto en este último como en la conquista de las mujeres, los hombres costarricenses se miden con otros, especialmente con los mexicanos, para afianzar su honorabilidad.
También las mujeres comienzan a desafiar la hegemonía masculina y en algunos casos se habla de que ellas son infieles, que van a los espectáculos y participan activamente en escenas sexuales y que abandonan a los maridos.
Asimismo, tanto hombres como mujeres experimentan un proceso de des-idealización de la nación, al constatar la corrupción e impunidad de los sectores gobernantes, el deterioro económico y social del país, los altos niveles de delincuencia e inseguridad ciudadana y el deterioro en la infraestructura.
Por otra parte, las nuevas leyes de inmigración promulgadas después de los ataques del 11 de setiembre de 2001, tanto en Costa Rica como en Estados Unidos, pretenden controlar más estrictamente el ingreso y movimiento de población extranjera.
Al respecto, Caamaño asegura que en el caso de nuestro país, la prensa hegemónica y el Gobierno se encargan de construir la imagen del “ilegal”, de legitimar las leyes y fiscalizar el cumplimiento de los controles establecidos. Además, hacen ver que la decisión de emigrar es irracional e individual y no un hecho generado en el marco de la dependencia y reestructuración capitalista, el neoliberalismo y la globalización.
Si bien las ticas y los ticos emigrantes saben que están siendo explotados, se someten a las reglas en la medida en que comprenden que pueden ser sustituidos y requieren el trabajo para mantenerse y mantener a sus familias. Sin embargo, ejercen prácticas de resistencia cotidiana e individual, como irse del trabajo, quejarse, manejar la ironía y el sarcasmo con los clientes y realizar otras actividades mientras se trabaja.
Aunque no parecieran acceder a formas colectivas de organización y resistencia, sí hacen demandas al Estado costarricense en busca de reconocimiento, apoyo y protección, lo mismo que ante la posibilidad de ejercer el voto desde el exterior en las elecciones presidenciales.
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