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El gran héroe de la campaña del 56, Juan Rafael Mora Porras, recibe en “Cantar de Gesta de Juanito Mora”, un homenaje hondo y guardado por más de medio siglo, porque el autor, Antidio Cabal, comenzó a escribir el libro en 1958.
Justo cuando el poeta frecuentaba con asiduidad los campos de Santa Ana, surgió en él esa convicción por reivindicar el héroe fusilado; pero, por esos misterios de la vida, el texto se quedó en el silencio durante 50 años y es hasta ahora, tras ese reposo inmerecido, que es publicado por Cultura Producciones.
No extraña del todo, sin embargo, esa prolongada espera, porque Cabal es un autor que piensa que el acto de escritura es de por sí un universo en sí mismo y que publicar ya trasciende esas fronteras.
Su obra, publicada en España por Ediciones Idea, llevaba en el 2006 más de 11 volúmenes y a Cabal eso lo tenía sin cuidado, porque para él el acto de escribir le llenaba en toda su dimensión.
Y en este libro breve, asistimos a una escritura poética que se mezcla con la crónica y que parte de la americanidad, acentuada en lo que ya en los tiempos de la invasión de William Walker significaba Hispanoamérica.
Es con ese espíritu hispanoamericano que Mora se anticipa, incluso al gran hispanoamericanista que sería Martí, quien pese a pasar por Costa Rica entre 1893 y 1894, no se entera de la gesta del general victorioso de la campaña del 56.
La reivindicación de Mora es clave para entender y disfrutar del libro, el cual dividido en siete secciones da una visión del gran Juanito que la oligarquía de la época se dio el lujo de fusilar.
“Murió asesinado por el Poder Ejecutivo, por el Poder Legislativo y por el Poder Judicial, y su cadáver trató de ser tan importante que trataron de asesinar su cadáver y de esparcirlo, pero hay cosas que no pueden ser anuladas aunque sean anuladas”, reza el texto en el Epitafio numeroso.
Y es en este tono de defensa, de descubrimiento y de transformación, que transcurre el texto, el cual como ya se dijo, está entre el poema épico y la crónica.
LA SANGRE DE JUANITO
El cáliz con la sangre del héroe -el hombre que abandonó la comodidad de su presidencia y la riqueza que le rodeaba para acudir al llamado de defensa de la patria a cargo de un grupo de campesinos inexpertos- es la que una y otra vez invoca Cabal en su gesta, porque quiere que el nombre vilipendiado sea restablecido en el altar que se merece.
De ahí que Cabal parte de esa transformación del jefe de Estado que, ante todo y sobre todo, estaba al servicio de sus propios negocios y del negocio de los cafetaleros que tenían conexión directa con Londres, y mediante la cual exportaban cuatro millones de quintales a la capital de Inglaterra al año.
“Primero no fui costarricense
aunque yo había nacido en Costa Rica, en una casa
de la Boca del Monte o Villa Nueva, en el centro
de lo que había sido llamado inicialmente
Castilla del Oro, exactamente
en una vivienda opuesta y suroeste de la Plaza Principal”, se lee en el segundo soliloquio de Juanito Mora, capítulo V del libro.
Ese hombre surgido de la oligarquía es el que en un momento de lucidez, en la mayor epifanía de sus días, llama a la insurrección y a la defensa, pero mediante una guerra ética, por actuar en legítima defensa del Estado de Costa Rica.
La claridad, el compromiso, las proclamas: el ejemplo y las palabras unidas por la convicción hicieron que la impensable derrota de Walker fuera una realidad en la mitad del siglo XIX.
Y ahí no solo renace Juanito Mora, sino que renace la República de Costa Rica. Ese momento, esa coyuntura, debía de quedar plasmada por el cronista que no estuvo desde luego en la batalla, pero que ahora en los campos de Santa Ana disfruta de esa paz heredada por los labriegos sencillos, y entonces su pluma acude al llamado de plasmar en versos lo que aquel puñado de valientes, guiados por su general supremo, fueron capaces de hacer en nombre de la Patria con mayúscula.
Pese a que nació en Canarias, España, anduvo por Venezuela y se radicó en Costa Rica, el poeta errante, en el mejor sentido del término, nacido un 25 de abril, se decanta por este pueblo en el que, como su héroe, volvió a nacer al tomar conciencia del país que le heredaron los hijos de Mora.
Un texto bien logrado, que inspira y que conviene que las jóvenes generaciones lo consulten y lo vivan, porque la palabra de Cabal se siente fresca, retadora, urdidora de compromisos, de recuerdos, de épocas y de búsquedas.
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