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Cuando aún arde la gastritis que nos produjo la Corte Plena al hacer mutis por la derecha, como el tigre Melkiades, con la intromisión de un Ministro de Estado en el Poder Judicial y la exculpación del Fiscal General por el mismo asunto, nos enteramos que la Alianza de diputados concertó alrededor de un nuevo magistrado constitucional.
Esta instancia se debate entre los defensores con reservas y quienes desearían paralizarla de un plumazo legislativo. Tirios y troyanos le pasan facturas, y eso podría ser un síntoma de imparcialidad. Pero, hemos de reconocer la práctica, a lo “Naranja mecánica”, de dos fracciones: los “alieni iuris” y los “sui iuris”. Este balance, 4-3 o 5-2, a favor de los primeros, resulta pétreo cuando se debaten asuntos de Estado. De ahí que los últimos dos nombramientos hayan resultado claves: En el primero se nombró al Dr. Fernando Cruz, por su independencia de criterio, congruente con su desempeño como docente, juez y jurista destacado (aunque el último informe sobre el Fiscal General fue tan enjundioso como una sopa de piedras).
En esa elección también se postuló el Dr. Paul Rueda, pero la oposición de los diputados del PAC de ese momento no lo potabilizó. Se le cobró su participación como dirigente de “hueso colorado” y su cercanía con el Lic. R. Ángel Calderón F. y don L. Fishman.
En ambas elecciones, hemos emitido criterio ante los diputados del PAC, con el único propósito de redimir la academia sobre la beligerancia partidista. Mi recomendación ha sido escueta: en el caso de litigantes, vacunarse contra el activismo electoral, y en el caso de letrados o jueces, revisar la prevalencia de criterios jurídicos objetivos en sus sentencias. Sin duda, 18 meses fueron suficientes para revisar estos atestados, y si llegaron a un consenso con el Dr. Rueda, fue porque las señales en el cielo no presagiaron tormenta.
A don Paul lo conozco como Presidente de la FEUCR -por la fracción socialcristiana-, excelente estudiante, discípulo del investigador más conspicuo de nuestra Facultad de Derecho, el Dr. E. Pedro Haba, cuyos textos, referentes obligatorios en los cursos de investigación, advierten sobre “el subjetivismo en la decisión judicial (la cabeza del juez)” y citando a J. Boyle recuerdan: “Los realistas fueron quienes nos hicieron ver que los jueces, para ponerse los pantalones, meten primero una pierna y después la otra, como todo el mundo”.
Luego don Paul se fue a obtener su doctorado en Alemania en Derecho Constitucional (lo cual es un punto a su favor, porque la Sala IV está sobrecargada de Penalistas, cual sucursal de la III) y a su regreso se integra de lleno a la docencia y al Poder Judicial.
Aunque no es adivino, como su tocayo el pulpo, al Paul tico le sobran atributos para ser magistrado, inteligencia, conocimiento, experiencia, ¿independencia de criterio? Ese será su gran desafío. Desafío que también compromete a la Alianza que le dio el espaldarazo, porque los preocupados por la marcada tendencia a convertirnos institucionalmente en un “país fallido” estamos con la paja tras la oreja.
La historia develará la forma sorpresiva en que se potabilizó este nombramiento; sí recuerdo que en una de las reuniones, algún diputado con afán tranquilizador aseguró que don Paul ya no era socialcristiano y que incluso el diputado Fishman lo vetaba públicamente. Un escalofrío cruzó mi espinazo y recordé la historia de una señora que transitaba tranquila frente a una casona donde se escuchaban voces que gritaban –abajo las drogas-, hasta que se enteró que provenían de un sótano donde pernoctaban unos drogadictos.
No pretendo insinuar que el político activo más audaz en nuestro país, don L. Fishman, merezca rabo y orejas sobre los otros miembros de la Alianza, solo colijo que para estos últimos este nombramiento es homologable con la promesa que hiciera “El Cordobés” a su madre al inicio de una famosa corrida –con esta faena te compraré una casa nueva o te vestiré de luto-. Anhelamos que don Paul comprometa su indiscutible capacidad en construir una nueva casa, que de tanto vestirnos de luto ya empezamos a indignarnos, como reza el lema que da la vuelta al mundo.
En su primera entrevista a un diario nacional don Paul, nos estremece con la frase que “las ideologías estupidizan a la gente” y sin dar tiempo al periodista de preguntar si las religiones también, subrayó que él es católico y va a misa con alguna regularidad, lo cual resulta conteste con su siguiente comentario de que “estuvo de acuerdo con el fallo emitido en marzo del 2000 (que prohibió aplicar la fertilización in vitro). ¿Será este adelantamiento de criterio causal para su primera inhibitoria? Eso dependerá de si eventualmente el asunto regresa a esa instancia. Por ahora solo me pregunto si algún diputado empezará a sentirse estúpido, por pertenecer a alguno de los partidos denominados ideológicos y/o por haberlo favorecido con su voto.
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