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Chris Nokkinos es un plomero independiente, de 32 años, que participaba la semana pasada en las manifestaciones contra el draconiano programa de ajustes económicos impuestos a Grecia por la Unión Europea (UE) y aprobados por su parlamento.
“Tenemos miedo por nuestro futuro”, decía a los medios en la plaza Sintagma, en el centro de Atenas. Mientras tanto, los diputados votaban las drásticas reformas, a cambio del último desembolso de 12.000 millones de euros del primer plan de ajuste, y la promesa de otro programa similar, para hacerle frente a una crisis que no da signos de aflojar.
La aprobación del programa fue recibida con euforia en los mercados europeos: “Alivio en Bruselas. Tanto como en Madrid, en Lisboa o en Dublín. El respiro llegó hasta Berlín, Francfort e, incluso, Washington”.
En casi todos los rincones de la zona euro y en las principales plazas del sector financiero mundial, se acogió con euforia la aprobación en el parlamento griego, por 155 votos a favor y 138 en contra del plan de ajuste exigido por la zona euro y el Fondo Monetario Internacional.
“El pueblo griego merece nuestra gratitud por el voto de esta semana”, decía –no sin una cierta ironía– el economista norteamericano Jeffrey Sachs, cuando una parte del pueblo griego se manifestaba en las calles contra el proyecto aprobado por el parlamento.
“Yo mismo –dijo Sachs– he ayudado a negociar la reestructuración de la deuda de diversos países, como Bolivia, Polonia o Nigeria. Pero Grecia es diferente”.
NEGOCIO REDONDO
El plan propuesto por la UE para “salvar” la economía griega prevé ingresos de 28.400 millones de euros en impuestos y 50.000 millones por privatizaciones de empresas estatales, que es donde recae la mayor parte del plan.
El Gobierno griego pretende obtener 15.000 millones de euros mediante la privatización de empresas públicas en los dos próximos años, y otros 35.000 millones con nuevas privatizaciones hasta el 2015. Para eso, ofrece liquidar su participación en las compañías estatales de telefonía, juegos de azar, gestión aeroportuaria, puertos, agua y electricidad, entre otras.
Entre el 2012 y 2015 se privatizarán completamente o parcialmente, la empresa de gestión del agua de Atenas, refinerías, empresas eléctricas, el ATEbank -especializado en el sector agrícola-, así como la gestión de puertos, aeropuertos, autopistas, derechos de explotación de minas, propiedad inmobiliaria y terrenos estatales.
Además, el Estado pretende suprimir 150.000 empleos públicos, el 25% del total. No se prolongarán los contratos temporales de trabajadores en las instituciones públicas y solo se sustituirá a uno de cada diez funcionarios que se retiren. Los salarios, que se recortaron a una media del 12% el año pasado, volverán a ser reducidos, aunque aún no se sabe en cuál monto.
De igual manera, se suprimen diversas prestaciones sociales para ahorrar 4.000 millones de euros hasta el 2015. Se recortarán también 500 millones de euros este año por concepto de subvenciones a los organismos del Estado y otros 855 millones hasta el 2015, con la fusión de escuelas, hospitales, escuelas técnicas, cuarteles de la policía y otras instituciones. Se reducirán los gastos médicos hasta el 2015 en 2.100 millones de euros, por medio de la racionalización de las prescripciones y recurriendo a fármacos más baratos.
“Ganó Europa: banqueros alistan asalto a Grecia”, resumió un comentarista la situación del país. “Grecia y la austeridad: Bruselas vs el pueblo”, titulaba, por su parte, el diario británico The Guardian, en su editorial del pasado miércoles.
Grecia podrá “honrar” sus compromisos con la banca e inversionistas europeos, incluyendo los miles de millones en bonos comprados a precio de basura y que serán rescatados a precio de oro. Banca e inversionistas se harán dueños de los principales activos del Estado griego.
«Si tengo un mensaje que transmitir esta noche respecto a Grecia, es un llamado a la oposición política griega, para que se una en un acuerdo nacional al partido que está actualmente en el poder. El destino del país depende de ello», afirmó Christine Lagarde, recién elegida para el cargo de directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Este fue un voto de responsabilidad nacional”, declararon por su parte José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea, y Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo. “Grecia ha dado un paso vital en la dirección contraria a la quiebra (…) permite al país avanzar y restituir la esperanza del pueblo griego”, decía un comunicado conjunto.
LA BANCA ALEMANA
Por otro lado, el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, anunció un acuerdo con el sector financiero nacional, para articular la participación voluntaria de los acreedores privados germanos en el segundo paquete de rescate.
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, mientras tanto, había criticado duramente lo que calificó de «estrechez de miras» de los Gobiernos de la eurozona, por insistir -a petición sobre todo de Alemania- en que la banca contribuyera al segundo rescate de Grecia. Trichet defendía la idea de las privatizaciones, como una mejor alternativa para financiar al país.
El acuerdo logrado finalmente tomará como referencia el plan de reestructuración de la deuda griega elaborado por Francia, que propuso refinanciar la mitad en el momento de su vencimiento, al emitir nuevos bonos a 30 años plazo, con un tipo de interés del 5.5%, más una prima vinculada al tipo de crecimiento de la economía griega.
La participación de los bancos fue una compleja negociación que provocó, al inicio, un fuerte rechazo de la cúpula de Banco Central Europeo (BCE), más preocupado por la difícil situación de muchas instituciones financieras y el posible impacto de la medida en el sector. Finalmente, aceptó esa participación en carácter «voluntario», cuando ya parecía evidente que, de otro modo, no habría acuerdo.
Pero, los bancos se garantizan no reinvertir el 100% de los préstamos a su vencimiento, sino el 70%, a una tasa de interés que se verá beneficiada por una prima, cuando la economía griega crezca nuevamente.
Schäuble se mostró prudente ante el resultado del acuerdo parlamentario en Grecia, al destacar la importancia de «la implementación de estas medidas en las próximas semanas, meses y años», previendo, al parecer, que no será fácil aplicarlas sin grandes resistencias en el país.
FRACASO DEL PRIMER PLAN
Pese a la aprobación del plan, su aplicación sigue siendo una incógnita que despierta preocupación entre los analistas, quienes no cesan de destacar la oposición de “gran parte de la opinión pública” y el “respaldo parlamentario muy limitado” con que cuenta el Gobierno socialista de Yorgos Papandreou.
La oposición pronosticó que el alivio solo durará tres meses. “La economía griega ya está en depresión”, decía el mencionado editorial de The Guardian. “La combinación de préstamos por 110.000 millones de euros y la austeridad fiscal, aceptada por Papandreu el año pasado, no lograron levantar la economía. No hay razón para pensar que otro préstamo de 100.000 millones y la renegociación de la deuda del Gobierno lograrán mucho más”.
“Grecia está siendo inundada de efectivo para pagar sus deudas a los bancos alemanes y franceses. Los financistas están siendo rescatados; mientras la economía se hace pedazos, la sociedad es empujada a un punto de quiebra y la política griega se torna aun más combustible”, concluye el periódico inglés.
«La opción es ellos o nosotros. El nuevo proyecto de presupuesto y el acuerdo con la Unión Europea y el FMI destruirán al país y destriparán a los trabajadores, a los desempleados y a los niños», denunció Rena Nenedaki, una abogada de 40 años, presente en las protestas. En los carteles se podía leer: “no podemos más”, “no vamos a pagar”. ¿Será cierto?
“Grecia votó por la austeridad, pero pocos creen que el drama terminará ahí”, estimó Gavin Hewitt, de la BBC. “Nadie en Grecia cree que el aumento de impuestos, los despidos y las privatizaciones vayan a ser adoptadas completamente”, aseguró. “La oposición griega es firme: la medicina de austeridad no funcionó la primera vez. Tampoco funcionará ahora, dicen ellos, y lo que pasará es que la montaña de la deuda de Grecia seguirá creciendo”.
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