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Universidades impulsan agricultura orgánica en zona norte

Una finca integral de la Asociación de Mujeres Productoras Orgánicas de la comunidad de Nueva Esperanza, en Caño Negro, sirvió de ejemplo para desarrollar el primer encuentro comunitario con el fin de promover la agricultura orgánica en la zona.

Una finca integral de la Asociación de Mujeres Productoras Orgánicas de la comunidad de Nueva Esperanza, en Caño Negro, sirvió de ejemplo para desarrollar el primer encuentro comunitario con el fin de promover la agricultura orgánica en la zona.
Se trata de un esfuerzo desarrollado en conjunto por la Universidad de Costa Rica (UCR), la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y la Universidad Nacional (UNA), en el marco del Programa de Regionalización Interuniversitaria del Consejo Nacional de Rectores (CONARE).
Dentro de dicho programa, está la iniciativa denominada “Identificación de las Amenazas y Capacitación para el Uso Sostenible del Refugio Nacional de Vida Silvestre Caño Negro”, la cual busca fortalecer la capacidad de organización de las familias y comunidades que allí viven, al centrarse en temas como la protección al medio ambiente y prácticas agrícolas sostenibles.
Mediante asistencia técnica y transferencia de conocimiento y de recursos, se busca que las familias logren identificar alternativas viables para hacer frente a problemas asociados al uso, manejo y protección de los recursos naturales que disponen, así como la producción de alimentos.
 
Esta iniciativa agrupa al Centro de Investigaciones en Transferencia Tecnológica y Educación para el Desarrollo (CITTED) de la UNED, al Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET) de la UNA y al Programa Kioscos Socioambientales para la Organización Comunitaria de la UCR.
PUNTO DE ENCUENTRO PARA EL CONOCIMIENTO
Como parte de este programa, se realizó un encuentro comunitario el pasado 25 de junio, el cual sirvió para dar a conocer el proyecto de la finca integral de Nueva Esperanza a familias de pueblos aledaños a Caño Negro, como Guatuso, Los Chiles y Upala, y así promover el uso de técnicas como las empleadas por este grupo de mujeres.
Michael Santamaría Montero, funcionario del CITTED, explicó que el impacto que tiene este tipo de acercamiento de las universidades públicas abre nuevos horizontes de desarrollo a las comunidades.
“Promovemos la seguridad alimentaria, para que todos tengan sus propias facilidades de autoconsumo, no dependan de los precios del mercado y no busquen los cultivos en otros lugares; incentivamos la agricultura orgánica para mejorar su dieta y alimentación, al tiempo que se procura que cuiden la tierra y el agua”, agregó Santamaría Montero.
Mientras tanto, Simona Mairena Guido -del grupo de diez mujeres que mantienen la finca integral de Nueva Esperanza- se mostró muy agradecida por el apoyo recibido hasta ahora por parte del CONARE con este proyecto, que cuenta con 5.5 hectáreas de terreno con sembradíos de apio, culantro, cebollino, lechuga repollo, así como crianza de gallinas y cabras.
“Esta parcela fue como un embarazo para nosotras; ahora la vemos creciendo y cómo se va desarrollando, gracias a la buena alimentación que le damos a la tierra; gracias a las universidades me he rozado con muchas personas y otros proyectos, para obtener conocimiento”, acotó Mairena Guido.
Al menos 100 personas fueron las que asistieron al encuentro comunal y lograron participar en los talleres sobre agricultura orgánica y comidas tradicionales impartidos por el CITTED, además de conocer el desarrollo de la finca integral y participar en la transmisión especial que realizó Radio Chancleta, en la cual se discutió sobre los problemas que viven las comunidades.
Los mismos vecinos enumeraron los desafíos a los que se enfrentan, entre los cuales citaron la sedimentación de la laguna, alta mortalidad de peces debido al uso de agroquímicos en los cultivos de arroz y piña, disminución del turismo, desintegración de las organizaciones, falta de denuncia por parte de las mismas comunidades, mal uso de desechos sólidos, pesca y caza ilegal, deforestación y falta de responsabilidad institucional.
“Se han hecho denuncias sobre la contaminación de las piñeras en Caño Negro y si nosotros nos quedamos quietos, esto se convierte en un desierto. Acá nosotros producimos lo que nos comemos, lo sembramos, y si se contamina la tierra pues nos afecta la salud”, comentó Hernán Alvarado Conejo, quien forma parte del Comité Ambiental de la comunidad de Tiales de Guatuso y fue uno de los participantes.
PROTECCIÓN Y EL DESARROLLO SOSTENIBLE
Por otro lado, Silvia Echeverría y María de Jesús Arias, quienes laboran en el IRET, asistieron también al encuentro para dar a conocer el inicio de un estudio sobre residuos de aguas y concienciar sobre la importancia de practicar una agricultura amigable con el ambiente.
El IRET evalúa los riesgos que pueden existir alrededor del refugio en Caño Negro, investigan las aguas por ser un transporte de contaminantes y para ello realizan muestreos en los ríos Samen, Tiales, Frío, Mónico, Celeste y en la laguna de Caño San Sebastián.
Por su parte, la UCR mediante el programa kioscos socioambientales organizó la visita de estudiantes de Trabajo Comunal Universitario (TCU) y de la carrera de Trabajo Social para integrarse a la actividad.
Gianina Amaya, responsable del proyecto en kioscos junto con William Du, dejó manifiesto el papel que realizan y la importancia de volver la mirada a las comunidades más necesitadas del país.
Barrientos destacó que con el apoyo que la UCR da a estas personas, ellas se dan cuenta de que tienen posibilidad de opinar, decidir y transformar la realidad en la que viven.

  • Otto E. Salas Murillo (Periodista de la Oficina de Divulgación e Información)
  • Universitarias
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