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La combinación de factores como el aumento de temperatura, la reducción de oxígeno en las aguas, sumados a la sobrepesca y la contaminación, podrían provocar una “extinción masiva de especies oceánicas”.
Así lo afirmó el pasado 20 de junio un conjunto de 27 científicos de 18 organizaciones y seis países, quienes recientemente se reunieron a instancias del Programa Internacional sobre el estado del Océano (IPSO, por sus siglas en inglés) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en la prestigiosa Universidad de Oxford, Inglaterra.
Esos especialistas evaluaron la más reciente información sobre impactos y actividades “estresantes” sobre los océanos, como la sobrepesca.
Al respecto, un comunicado del IPSO apunta que la proporción en que el carbono es absorbido por el océano ya es bastante mayor al nivel de la última extinción masiva de magnitud global -hace 55 millones de años-, cuando desapareció hasta el 50% de algunos grupos de animales de aguas profundas.
Citó además que en 1998 un sólo evento de blanqueamiento de corales mató al 16% de los arrecifes de coral en aguas tropicales del mundo, mientras que la sobrepesca ha reducido algunas especies en un 90%. El llamado blanqueamiento de corales es un proceso que se da con el aumento de las temperaturas e incide en la muerte de unas algas microscópicas que aportan alimentos y colorido a los corales.
Los científicos lanzaron la voz de alarma ante un aumento de la hipoxia -reducción de los niveles de oxígeno en el agua-, así como de la anoxia -ausencia total de ese elemento- en algunas zonas, que combinados con el calentamiento del océano y la acidificación, son “los tres factores que han estado presentes en todas las extinciones masivas en la historia de la Tierra”.
La acidificación es el proceso mediante el cual, tras un aumento del dióxido de carbono en la atmósfera, se da un descenso del potencial de hidrógeno (pH) en el agua, factor con el que se mide la acidez.
“Hay fuerte evidencia científica de que estos tres factores se están combinando en el océano de nuevo, exacerbados por múltiples factores estresantes”, apunta el documento. El grupo de científicos concluyó además que si se mantiene la actual tendencia de daños, “un nuevo evento de extinción es inevitable”.
Ellos también analizaron nueva evidencia científica, la cual sugiere que sustancias contaminantes, como ciertos químicos elaborados para retardar la combustión o almizcles sintéticos utilizados en detergentes, se han encontrado en los mares polares y estos químicos pueden ser absorbidos por pequeñas partículas plásticas presentes en el océano, las cuales a su vez pueden ser digeridas por criaturas marinas.
POR NUESTRA GRAN CULPA
El informe que resultó de la reunión de científicos, apunta que el planeta está de cara a un “colapso de los ecosistemas”, como resultado de factores estresantes como contaminantes químicos, desechos agrícolas, sedimentación y la sobreexplotación.
Todo ello puede incidir en el crecimiento de áreas carentes de oxígeno o “zonas muertas”. “El riesgo de extinción de las especies marinas aumenta rápidamente”, ya que además de las severas disminuciones de muchas especies “al punto de la extinción comercial” y a una taza “sin paralelo” de extinciones de hábitats de tipo regional -como manglares-, hay que sumar “la pérdida de ecosistemas marinos enteros, como los arrecifes de coral, en el lapso de una sola generación”.
Entre las recomendaciones de los científicos figura la “reducción inmediata” de las emisiones de dióxido de carbono, lo cual se debe sumar a acciones “urgentes” como la reducción de la pesca, hasta alcanzar niveles “sostenibles en el largo plazo”, así como clausurar las empresas pesqueras que no demuestren operar según criterios de sostenibilidad.
También instan a “controlar estrictamente” el ingreso en los mares de las sustancias y nutrientes que son perjudiciales o tóxicos para los organismos. Añaden que es “urgente” que la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, introduzcan un control eficaz en alta mar, más allá de la jurisdicción de cada país.
Al respecto, Erick Ross, coordinador de gestión pesquera de la Fundación MarViva, consideró que se ha llegado a un punto en el que aún se pueden enfrentar los problemas de cambio climático y sobrepesca “si empezamos a tomar las medidas necesarias”.
En ese sentido, manifestó que a través del trabajo conjunto con pescadores locales, se puede aliviar la presión sobre los recursos marinos que en este momento son sobreexplotados. “El golfo de Nicoya es sobrepescado actualmente, pero los pescadores están dispuestos a tomar medidas de manejo responsable, al igual que en el golfo Dulce”.
“Con el tema de la pesca no estamos en un momento tan crítico y es más económico tomar las medidas para mitigar los problemas en este rubro que con el cambio climático; además, en este caso el consumidor tiene mucho poder si decide no comprar ciertos productos; puede guiar el mercado hacia las especies que están en mejores condiciones”, indicó.
Ross expresó: “Prefiero ver el problema con esperanza; los científicos del IPSO lo ven mal, pero no estamos en un momento crítico. Ellos apuntan lo que sucederá si todo se mantiene igual, pero también saben que si las cosas cambian no se llegará a ese punto”.
Una posición muy diferente planteó el biólogo de la Universidad Nacional (UNA), Freddy Pacheco, para quien “más allá de lo especulativo, no hay que hacer mucho estudio para darse cuenta de lo que ha sucedido en los últimos 40 años con los océanos; ante informaciones recientes vemos que no hay nada nuevo”.
Como ejemplo expuso el caso de la anchoveta de Perú, especie que -según dijo- en algún momento en los años 70, se pasó en tres años de pescar 12 millones de toneladas a 100.000.
El biólogo llamó la atención al hecho de que, antes de hablar de la acidificación de las aguas o el cambio climático, “el gran problema es que normalmente se ocultan datos como que la mayor parte de la pesca no se destina a la alimentación humana, sino que se utiliza para fabricar harina de pescado y para alimentar animales como el ganado”.
Enfatizó que “no es un asunto de proclamar catástrofes”, pues sería un error enfocarse en tema imparables, como el cambio climático, la acidificación, o la generación de dióxido de carbono -“que parecen irreversibles”-, cuando “la sobreexplotación ya se viene dando -por ejemplo- con técnicas de pesca increíbles como las redes de arrastre, mientras debemos preguntarnos qué se puede hacer si seguimos quemando combustible fósil y tirando plásticos y basura al mar”.
Pacheco advirtió que no hay “ningún campo para ser optimistas; estamos al borde del abismo y listos para dar el paso adelante; la situación es irreversible ante el aumento de la población y de la flota pesquera a nivel mundial, no veo esperanza ni en tierra ni en el mar”.
Realidad nacional
Magnitud anual de la pesca en aguas costarricenses (Fuente: www.incopesca.go.cr)
El sitio en Internet del Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (INCOPESCA) ofrece datos sobre la pesca reportada en aguas costarricenses.
Según esa fuente, desde 1998 -cuando se reportó un total de poco menos de 20 millones de kilogramos pescados-, la magnitud de la pesca marítima nacional tuvo un crecimiento sostenido hasta sobrepasar los 25 millones de kilogramos en el 2001; sin embargo, en ese momento empezó un decrecimiento que en el 2004 llegó apenas a superar los 15 millones de kilogramos, por debajo de lo registrado en 1998.
El mismo gráfico muestra datos sobre la cantidad de pesca reportada por parte de la flota extranjera en aguas nacionales. Según esa información, durante el 2001, 2002 y 2003, mientras disminuía lo pescado por los nacionales, la flota extranjera llegó a pescar hasta 40 millones de kilogramos en el 2003, para desplomarse en el 2004 a 30 millones.
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