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A Julito Acuña, en estos 3 años sin su abrazo.
Han pasado desde entonces ya varias lunas. Pero aún desde acá puedo observar un ibérico nido repleto de pájaros con entrañas de vidrio, que hacen del agua una sustancia elemental. Aún estamos y vamos en el tren de la fraternidad. Aun puedo sentirlos cerca: amigas, amigos, hermanos y hermanas de un hijo de todas las patrias, de un hijo del mundo que vendrá y será. De un hermano con mucha vida por delante…
Y acá estaremos, cual terco ritual sin cruces, prestos frente a la hoguera del arte. Sabiendo que hoy no es 19 de junio, que no está amaneciendo, que se ha deshecho el plenilunio, que algo del ahogo va desapareciendo y transmutándose en cierto sentido de la existencia, como un aprendizaje absoluto y contundente del alma. De esa limadura de carne y de madera, han de brotar otras refriegas del espíritu para que no se escurra la vida… Porque los años pasan como candilejas. Nos pegan en los ojos. Luego ya nos los vemos.
Como si entráramos a una gruta solo para salir de allí sin haber probado el sabor del misterio. No sirve tener respuestas, porque luego nos cambian las preguntas. Hay que aprender la eternidad, como quien escucha un balazo…
Sin embargo, nos quedan los colores. Y a veces con el corazón despierto, dejamos que se abran las flores, que vibre la sangre en su nota común, que la rosa del dolor envuelva la noche con su perfume de humanidad y que ese nombre se pasee entre nosotros con la brisa. Encender frente a esta lumbre las memorias de las tantas otras noches con sus días. La memoria de los viajes sin despedida, de los regresos, de las ausencias entre cartas. De las llamadas como una fiesta, las fiestas, la aventura fugaz y el encanto. El ocio y la belleza. Las reuniones, los bares, el bus de la U. La capital de madrugada. Conce a punto de estallar. Los libros sin envolver y sin devolver. Aquella bruma de nuestra última cerveza en un bar del Llano, en Alajuelita, la paternidad… tu familia como la nuestra…
Julito casa abierta, júbilo del julio, Julito siempre con un plato más en la mesa, Julito bailando, julio celebración y lucha. Julio bajo la efigie del fuego en sagitario, cubierto por el náhuatl de los guerreros, entregado a los jardines, convertido en mariposa.
Monsiváis plagió la fecha. Saramago abrazó su último árbol un día antes. Vino Fito. Son datos que te gustaban. Otros y otras se han ido, sin anunciarse. Otras y otros han llegado, desde las esquinas rotas del mundo, a beber de esta jarra de flamas, avivada por la yesca que van dejando los ausentes.
Seguirán llegando: la luna cobijará cada canto, cada entraña cristalina, cada poeta germinando con su cohorte de pena, en la soledad de su algarabía. Siempre habrá mucha vida por delante. Porque quienes matan, sea con hambre o a puñal, poco saben de cómo se instala la piel de un alma en otros cuerpos… y de cómo sentirse inmortal en los abrazos.
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