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A la memoria de Enrique Margery Peña, varón generoso.
Aunque espíritus turbios han intentado trivializar las serias y responsables razones con que los defensores de la vida han probado que legislar sobre la fecundación in vitro acarrearía la destrucción de la existencia civilizada en Costa Rica (derramándola como nihilista plaga por todo el planeta e incluso a galaxias aproximadas por el changiano motor de plasma), el fragor de su combate llegó hasta el Vaticano (Italia, Roma) donde algunos ven con tibia simpatía inicial la lucha de estas heroínas/nos que combaten por la verdad, la justicia y la humanidad. Según el democrático régimen vaticano, las calenturas llevan a la idolatría. Por eso no inscribe equipo de fútbol en la FIFA.
Así, el Vaticano, con prisa superada solo por la beatificación express de Juan Pablo II, resolvió crear una Beata Comisión secreta que examinara in situ la realidad del combate de quienes son acosados y barridos como los inermes opositores libios. Aunque del acta instituyente de la BCs (que nadie conoce, precisamente porque es secreta y se guarda como se hizo con las visiones de los pastorcillos de Fátima) se afirma que no hay palabra sobre esto, un cardenal filtró que la BCs podría pedir la intervención de la OTAN en Costa Rica para evitar que los criminales aprobaran la fecundación asistida y el colapso de las civilizaciones.
La BCs (también SS, por Sagrada y Santa) se aposentó clandesta en un rincón de la provincia de Alajuela, equidistante de Sabogal y Caño Negro, próximo a la frontera con Nicaragua. “Lugar con hedor de azufre”, sugirió el Espíritu Santo. No hay mejor Guía.
La SS no perdió tiempo. Antes del cuarto rosario orado en silencio se les reveló, como si de magia se tratara, la horrible verdad: un rayo removió una gran roca y les facilitó la visión. La piedra ocultaba a muchos kilómetros bajo tierra un gigantesco territorio que desde la frontera en Sabogal se extendía al menos hasta Dorotea en Limón, tocaba con Corazolito, tras cruzar la mayor parte de Guanacaste, y penetraba cual columna a El Chiquero, en Panamá. Recorría, por supuesto, San José.
¿Y qué había en este tétrico laberinto satánico? ¿Qué existía debajo de la bella azul tierra de Costa Rica y aledañas? Una segunda casi Costa Rica en la que se practicaba solo la fecundación asistida (en especial la vitrosa). Este mundo había proscrito el sexo genital directo (los polvos, digamos). Bancos y bancos de ovocitos más numerosos que sitios de MacDonalds, los fraudes financieros o los infractores de todas y cada de las leyes del tránsito. ¡Era un infierno de ovocitos y espermatozoides! ¡Un infierno! Correctamente ubicado en un subterráneo.
Tras el inicial terror ante la visión, calmos por la reiteración de mantras durante 21 horas y por el hambre, los miembros de la BCs llegaron a la horrible verdad: ¡la mayor parte de los costarricenses era resultado de la fecundación in vitro o algo así! Una duda los dividió: ¿desde cuándo ocurría este crimen deicida, homicida y herbicida? Por el desastre de las instalaciones, semejantes a hospitales de la Caja, parecía que desde siempre. Pero el más letrado, sostuvo que la técnica comenzó a alcanzar ‘éxito’ recién en la década de los ochenta. O sea, durante el gobierno, entre otros, de Óscar Arias. Espíritu Santo no quiso resolverles el dilema.
Dos fueron entonces las revelaciones terríficas para la SS: ¡Costa Rica era un universo de bebés probetas! Comprendieron (aquí sí estuvo Espíritu) el porqué de las concesiones de obra pública fallidas, el ruinoso trajín del torneo de fútbol, el talante diputadil, los furiosos conductores en calles y carreteras, el auge de El Chinamo, la demencial incuria en infraestructura y educación pública, la xenofobia antinica, el clientelismo, la idolatría por el dinero “fácil”, la escalada represiva para responder a desafíos de seguridad y sociales, las inversiones de la Conferencia Episcopal, las huecas altanerías, el auge de los tecnócratas without spirit, la ausencia de diálogo y el triunfo de la Muerte Loca (Ricky Martin non-dixit). Ah, y que el 01 nunca pega el gordo.
El asunto para la BCs se transformó en cómo informar al Mero Papa. Por un lado, bajo tierra ya no se practicaba el coito (algo positivo, por lo de la idolatría). Pero, en el otro frente, la maquila de ovocitos tocaba dogma, doctrina e ideología. O sea, el poder. ¿Qué hacer? Espíritu se había marchado. Oraron mucho. Maldijeron. Por fin decidieron asilarse en Libia. “Ahí nos respetarán”, suspiraron.
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