Abrir Noticia Guardar

Facundo Cabral: La felicidad como bandera

Facundo Cabral siempre derrochó optimismo frente a la vida y en una de sus canciones expresó: “…que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas, el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso…”. (Foto: tomada de http://elaguijonmusical.over-blog.es)

Facundo Cabral siempre derrochó optimismo frente a la vida y en una de sus canciones expresó: “…que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas, el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso…”. (Foto: tomada de http://elaguijonmusical.over-blog.es)
El pasado sábado 9 de julio alrededor de las 5:30 a.m. callaron al cantor Facundo Cabral, quien falleció a los 74 años en Ciudad de Guatemala, víctima de una balacera cuando se dirigía hacia el Aeropuerto Internacional La Aurora para tomar un vuelo hacia Nicaragua, donde continuaría su gira de conciertos.
La muerte le llegó de sorpresa y sin que se sepa aún el motivo de los disparos de los fusiles de asalto de varios desconocidos, que interceptaron y atacaron el vehículo en el cual viajaba con el empresario nicaragüense Henry Fariñas, quien resultó herido.
El ataque fue atribuido por las autoridades guatemaltecas al crimen organizado. Por ahora, los investigadores sostienen la hipótesis de que la muerte del cantautor argentino habría sido un error, pues el atentado parece haber sido planeado para acabar con la vida de Fariñas.
No obstante, algunos como la líder indígena, Rigoberta Menchú, afirmaron que a Cabral lo mató el “fascismo”. “Pienso que él fue asesinado por sus ideales”, dijo la Premio Nobel de la Paz a la prensa, en el sitio donde falleció el músico.
 
Cabral sobrevivió al abandono paterno, a la pobreza extrema, al exilio, al alcoholismo y al cáncer, se levantó en cada ocasión para cantar y contar historias, pero contra las balas no pudo luchar. Su voz fue silenciada por asesinos a sueldo, en el país que sufre de mayores grados de violencia en América Latina (ver recuadro).
Su vida estuvo marcada por muchas dificultades y episodios tan particulares como él, pero ante todo por su defensa de la felicidad. Facundo escribió: “Somos hijos del amor, por lo tanto no es difícil sospechar que nacemos para la felicidad. Fuera de la felicidad son todo pretextos”. Y así vivió su vida, con la felicidad, el amor y la paz como banderas.
UNA INFANCIA COMPLICADA
Rodolfo Enrique Facundo Cabral nació el 22 de mayo de 1937 en La Plata, en Buenos Aires, Argentina. Su padre, Rodolfo, abandonó el hogar poco antes de su nacimiento y, según contaba Cabral, su familia fue expulsada de la casa del abuelo materno. Así, siendo el último de siete hermanos, el artista fue criado por su madre y su abuela, de quien heredó tendencias anarquistas.
Según dijo el músico en una entrevista con la revista argentina Gatopardo en el 2009, su madre le decía Facundo, pero lo anotó como Rodolfo -el nombre de su padre-, “porque en esa época los nombres de los caudillos como Facundo Quiroga estaban prohibidos”.
Durante sus primeros años de vida, Facundo se negó a hablar de manera tan obstinada, que su madre suponía que era mudo y su médico decía que tenía una “debilidad mental”.
A causa de las malas condiciones económicas y laborales, la familia se vio obligada a migrar al sur del país, donde trabajaban en lo que podían, comían cuando había y dormían donde se los permitían; a veces en las calles.
En estas condiciones, Facundo vio morir a cuatro de sus hermanos y nunca fue a la escuela.
Según contó el cantautor en distintas ocasiones a la prensa, alrededor del año 1946, con solo 9 años se enteró que Perón estaba en el poder y que daba trabajo a los pobres. Entonces, decía, se fue a Buenos Aires a pedírselo.
El encuentro con el gobernante fue contado de muchas formas diferentes por el músico, cambiando detalles y personajes, pero las consecuencias de ese momento son la historia de su familia: su madre fue recomendada por Eva Duarte (Evita Perón) para trabajar como celadora en una escuela de Tandil, al sur de Buenos Aires, y entonces se mudaron allí.
Pero Facundo no se quedó en la escuela, sino que se fue a trabajar al campo. Fue entonces que empezó a afectarle la situación de su familia y la tristeza de su madre; empezó a beber y se volvió violento.
Debido a sus peleas, fue a parar a distintos reformatorios. En el de la ciudad de Azul (a los 14 años) conoció a un jesuita que le enseñó a leer, a escribir y que despertó en él el amor por Dios y por el arte, que para Facundo eran la misma cosa.
DEL INDIO A FACUNDO
En los campos, conoció a los cantores de milonga (entre ellos Pedro Mendizábal y Atahualpa Yupanqui) y así se enamoró de la música.
En 1959, el joven Facundo se va -guitarra en mano- a Buenos Aires a pedir trabajo en un hotel y allí le permiten cantar y contar historias en un escenario. Así nació El Indio Gasparino, primer nombre artístico con el que se dio a conocer.
Sus canciones bajo ese nombre eran más de corte comercial y no llegaron muy lejos. Alrededor de 1970 comenzó a usar su propio nombre y con “No soy de aquí, ni soy de allá” despegó a la fama.
En 1976 para alejarse de la dictadura, el cantante se autoexilió en México, país al que luego llamó su segunda casa. Recorrió cerca de 150 países cantando y volvió a Argentina, ya famoso, en 1984.
Desde entonces, compartió escenarios y estudios de grabación con artistas como Alberto Cortez, Pedro Vargas y Julio Iglesias.
Grabó 18 discos solistas, entre los cuales se destacan “Cabralgando”, “Gracias a la vida” y el audiolibro “No estás deprimido, estás distraído”; y tuvo una amplia producción literaria que aún no se conoce completa.
Sus últimos conciertos fueron los días martes 5 y jueves 7 de julio en el Grand Tikal Futura Hotel y en Quetzaltenango, donde se despidió sin saberlo, para siempre.
En Ciudad de Guatemala, el cantautor dijo al final del concierto: “Ya les di las gracias a ustedes. Las daré en Quetzaltenango y después que sea lo que Dios quiera, porque Él sabe lo que hace». En el segundo recital tocó por última vez “No soy de aquí, ni soy de allá” al cierre del concierto.
 

 
Guatemala, un país secuestrado por la violencia
Tras el asesinato del artista argentino Facundo Cabral, el mundo ha vuelto los ojos a Guatemala, el país latinoamericano con mayores índices de violencia.
La situación que vive esta nación centroamericana se hizo -con el deceso de Cabral- evidente e innegable para el mundo entero, que hoy repudia los actos violentos y criminales que suceden en ese país.
Desde hace mucho tiempo, su ciudad principal es conocida como “la capital del crimen” y muchos afirman que es el primer narcoestado en América Latina. Tanto es así, que el presidente Álvaro Colom afirmó, en una entrevista con el diario español El País, «puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que los gobiernos anteriores planificaron la entrega del país al narco».
Asimismo, el jefe de la Comisión Internacional contra el Crimen Organizado en Guatemala (CICIG), el costarricense y exfiscal general Francisco Dall’Anese declaró en una entrevista con la BBC de Londres que en Guatemala «el narco compite con el Estado».
La violencia por narcotráfico en Guatemala, según cifras oficiales, asciende al 41% de la criminalidad. Sin embargo, esa no es la única violencia que se da en el país. La violencia política es también uno de los problemas críticos. Por ejemplo, en setiembre próximo habrá elecciones presidenciales y hasta ahora, 32 personas involucradas en la campaña han sido asesinadas.
En un país así de asediado por la violencia, fue que mataron el pasado 9 de julio a Facundo Cabral, aquel que escribió: “que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas, el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso, una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que le destruya hay millones de caricias que alimenta a la vida”.

 

  • Daniela Muñoz Solano 
  • Cultura
FascismViolence
Notas

Este documento no posee notas.